Ball Game, la obra de Leandro Erlich que anima los Juegos Olímpicos de la Juventud
Saltar los límites del museo y expandirse por la ciudad es una de las pasiones de Leandro Erlich (Buenos Aires, Argentina, en 1973), artista reconocido internacionalmente cuyas obras integran colecciones privadas y públicas como la Tate Modern (Londres), el Centro Pompidou, el Museo de Arte Moderno de París y el Museo de Arte Contemporáneo del siglo XXI (Kanazawa, Japón).
Hoy, en la apertura del Foro de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires se presentó Ball Game, la instalación performática que Erlich realizó por encargo y con el financiamiento de Olympic Foundation for Culture and Heritage (Fundación Olímpica para la Cultura y el Patrimonio), que depende del Comité Olímpico Internacional, para conmemorar el primer Foro Olímpico en Acción y los próximos Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018.
La obra está integrada por cinco balones de fútbol, baloncesto, tenis, voleibol y golf. Con una estructura hueca de poliuretano expandido reforzada con hierro, y realizadas con caucho y poliéster, cada pelota mide 4 metros y medio de diámetro y pesa 250 kilos. Para cubrirlas se usó pintura sintética y látex; para la de tenis, cientos de metros de hilo de pescar con su color original.
El próximo domingo a la mañana, la obra se activará con el público: grandes y chicos podrán sumarse y mover las pelotas desde la Facultad de Derecho, por Avenida Figueroa Alcorta, hasta el Planetario. Una vez allí, se podrá participar de un juego con estos balones que escapan a la escala humana: "Cada esfera es como un planeta que no es orbitado por la fuerza cósmica, sino por la gente que se sume a la acción performática", señala Erlich en diálogo con LA NACION.
Para desarrollar este proyecto, Erlich trabajó con especialistas, entre los que se sumó un ingeniero. La propuesta es que la gente mueva las pelotas; cada una de ellas tendrá cinco responsables que pertenecen al equipo de trabajo del artista. El proyecto, entre la gente del equipo artístico y quienes desde la Ciudad de Buenos Aires se encargarán de la logística y las medidas de seguridad viales, involucra a un centenar de personas.
"La obra se inspira en el deporte y la competencia, pero aquí no hay adversarios. Revertí esa regla del juego para que el adversario, ya no sea el otro. Todos están frente a la adversidad: las pelotas gigantes", dice Erlich. Y agrega: "La idea surgió al pensar en transmitir los valores de los Juegos Olímpicos en Grecia, que involucraban expresiones artísticas y religiosas. Era una tregua entre las guerras: cada cuatro años se suspendían los conflictos bélicos y luego se retomaba al finalizar los juegos. Hoy se conoce poco de estas cuestiones: cuando se piensa en las Olimpíadas se las vincula sólo con lo deportivo. Este proyecto busca sumar otros valores".
Con sus técnicas, eficaces artilugios hipnóticos, Erlich sumerge al espectador en universos lúdicos, sorprendentes, participativos. Como un alquimista, logra alterar el campo perceptivo del espectador y provocar desconcierto al integrarlo en una escena inexplicable.
Erlich sabe cómo desatar el ilusionismo. Vinculado a distintos contextos, sus proyectos tienen la singular capacidad de crear ficciones inesperadas a partir de un anclaje real. Swimming Pool (Bienal de Venecia, 2001) es una piscina de tamaño natural que, apenas con un panel trasparente y una delgada capa de agua, genera en el espectador la ilusión de ver a las personas caminar y respirar plácidamente debajo del agua. En Bâtiment, el engaño óptico es preciso. Realizada para la Nuit Blanche de 2004, Erlich creó una ficción inolvidable: al entrar en su obra el espectador desafiaba las leyes de la gravedad y se veía colgado de una cornisa. En La democracia del símbolo, intervino directamente el Obelisco. Hizo desaparecer su ápice, y lo hizo aparecer en la explanada de MALBA, con una reproducción a escala real dentro de la que el espectador podía ver registros de la vista desde lo alto del icónico monumento: una forma de democratizar una imagen vedada para el ciudadano común.
Erlich construyó una casa de tamaño real y la hizo levantar con una grúa hasta exhibir su base llena de raíces: la instalación Pulled by the Roots (Place Karlsruhe, Alemania) recuerda al espectador que, más allá de nuestra vida finita en la polis y los avances tecnológicos, la naturaleza perdura, aún oculta. Esta obra fue encargada al artista en el marco del festejo por los 300 años de la fundación de Place Karlsruhe. Ubicada frente a la Gare du Nord, e inspirada en la problemática del calentamiento global, La maison fond (Nuit Blanche 2015, París, Francia) representa una casa en tamaño natural que se derrite, deviene imagen extraña: el artista explica que busca generar un acontecimiento que tome por sorpresa al espectador y le proponga una aventura. "Todos mis proyectos –dice– aparentan ser muy diferentes, pero en su alma conceptual tienen que ver con la participación, la apropiación de una experiencia, la disrupción de lo cotidiano, la sorpresa y la posibilidad de imaginarnos otro tipo de realidades".
FICHA
BALL GAME, de Leandro Erlich
La activación performática tendrá lugar en Av. Pres. Figueroa Alcorta, entre el Centro de Exposiciones y Convenciones (Av. Pres. Figueroa Alcorta y Av. Pueyrredón) y el Planetario (Av. Sarmiento), el domingo 7 de octubre de 8.45 a 10h.
Luego, Ball Game, se podrá ver en el Planetario hasta el 18 de octubre