De bataclanas a estrellas
Alguna vez oí mencionar en mi adolescencia a Madame Rasimi, un nombre que me intrigó porque también se hablaba de las “chicas Rasimi”, pero nunca llegué a saber nada más preciso sobre ella hasta la semana pasada en que leí un libro excelente: serio, entretenido, muy documentado, ilustrado por estupendas fotografías, y que revela mucho sobre los argentinos de la primera mitad del siglo XX: La revista teatral porteña 1890-1930. Historia visual de un espectáculo popular argentino, del escritor, historiador, novelista y dramaturgo, Gonzalo Demaría, actual director del Teatro Nacional Cervantes. Tiene un envidiable don para los versos con ritmo y rima. Él fue el motor de La revista del Cervantes, el muy buen espectáculo dirigido por Pablo Maritano que repuso el género este año con mucho éxito en esa sala tradicional y magnífica, tras una investigación en bambalinas, sótanos y recovecos.
Madame Rasimi, calificada de “deidad” francesa por Demaría, era el nombre de guerra de Benedicte Bouteille (1870-1954). Rasimi era su apellido de casada. Estuvo casada pocos años. Se divorció en 1910 y se puso al frente del Ba-Ta-Clan de la rue Voltaire, una conocida sala de revistas con capacidad para 2500 espectadores. Madame Rasimi incluyó en uno de sus espectáculos al campeón mundial de boxeo el apuesto Georges Carpentier. En Buenos Aires, la empresaria y su compañía Ba-Ta-Clan debutaron en el Opera en 1922 con la revista Paris chic. El éxito fue arrollador y el público por su presencia masiva hizo que las revistas fueran sobre todo espectáculos. Se ovacionaba a las bataclanas, como se las llamó desde entonces, que desfilaban por el escenario con los modelos creados por Madame Rasimi. Con esos atuendos eran imbatibles, fascinantes. Unos meses después, la parodia Ba-Ta-Clan (al uso nostro) incluía una defensa del tango “Minga de Ba-Ta-Clan”. Las palabras “bataclán” (como “espectáculo teatral frívolo”) y “bataclana” (como “bailarina o cantante de bataclán”) se incorporaron al léxico de los porteños y hoy figuran en el Diccionario de Lengua Española de la RAE.
Las bataclanas hicieron carrera fuera del género. Primero, se ejercitaron en descender las escaleras de las revistas, pero la seguridad que les dio la frecuentación de los escenarios, las llevó a probar suerte en el teatro. Hubo algunas de ellas que tenían un real talento para las comedias o los dramas y pasaron a trabajar con compañías teatrales y a hacerse un nombre en ellas. Hubo no pocas figuras importantes de la escena nacional que llegaron a interpretar dramas y comedias después de formarse en la revista. Una de ellas fue nada menos que Iris Marga, una mujer que sabía francés, inglés y tenía una presencia escénica notable. Marga llevaría adelante una trayectoria brillante, llegó a ser admirada por Luigi Pirandello. En 1967, también fue la Celestina, el personaje protagónico de la obra homónima del teatro clásico español tuve la suerte de presenciar su actuación memorable. La última vez que la vi fue en París en la puesta de Familia de Artistas, la pieza de Alfredo Arias y Kado Kostzer inspirada en la familia de la bailarina Lida Martinoli. Por supuesto, se representaba en francés, que Iris hablaba con mucha soltura. Más tarde la misma obra se representó en español en el teatro Maipo, por lo que Iris volvió a un teatro en el que había actuado como bataclana.
Otra figura notable que surgió del bataclán fue la hermosa y elegante Gloria Guzmán. Era española de nacimiento, fue cantante de zarzuelas, bailarina y una actriz muy desenvuelta. Actuó en el Maipo y filmó varias películas, entre ellas Tren internacional, dirigida por Daniel Tinayre. También acompañó a Mirtha Legrand en la obra de teatro Cuarenta kilates.
Pero quizá la más popular y talentosa de las actrices que surgieron de las revistas fue Tita Merello, convertida en figura de trascendencia nacional, a la que se asocia de inmediato con su versión de “Se dice de mí” la canción de Francisco Canaro e Ivo Pelay que se incluyó en la película Mercado de Abasto.
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