En 1907 se fundó allí un colegio que fue revolucionario y que, a través de las décadas, tuvo alumnas y docentes célebres, de Niní Marshall a Cecilia Roth; tras una importante transformación, es punto de encuentro y creatividad de jóvenes interesados en el arte
Cuando Hernán Taramán llegó al predio en Santa Fe 2729, en 2005, se encontró con los escombros de un shopping abandonado. Como los locales estaban baratos, invirtió sin dimensionar la complejidad del desafío: tuvo que hacer ocho desalojos, con policía y cerrajero, para crear lo que sería la Galería Patio del Liceo. Hoy, con más de 50 locales, el espacio es un hervidero creativo de joyería textil, talleres de enmarcado, fanzines, libros de fotografía, galería de arte, clases de dibujo y pintura. “Ni en mis mejores sueños imaginé que terminaría así”. Pero antes de esta suerte de epopeya, el edificio fue sede de la primera escuela secundaria nacional de mujeres, el Liceo de señoritas N°1 José Figueroa Alcorta, fundado en 1907. La escuela sigue funcionando en la vereda de en frente, aunque ahora también admite varones.
Como toda conquista, la apertura de una escuela secundaria para mujeres despertó controversias. La educadora Ernestina López de Nelson escribió en 1933: “Los adversarios de tal liberalidad repitieron entonces los viejos argumentos que todos conocemos: carencia de energías físicas y mentales de la mujer que la obligarían a un enorme esfuerzo para poder dar cumplimiento a las pesadas tareas, escaso poder razonador, excesiva imaginación y una excitabilidad desmedida, todo lo cual expondría, si no siempre a sufrir serios desequilibrios, por lo menos a desmejorar su salud, perder su feminidad, cuando no sus mismos atractivos físicos sin beneficio mayor para la ciencia. Hasta se vio el peligro de que llevada por su ambición ante las posibilidades que se le ofrecían, se convirtiera en rival del hombre; de todo lo cual sería ella la primera víctima, sin contar con que la misma institución de la familia se pondría en peligro”.
Además de las clásicas materias (Geografía, Aritmética, Francés...) el plan de estudios incluía dos peculiaridades: Ciencias domésticas y Puericultura. En Ciencias domésticas se buscaba “hacer conocer a la estudiante la higiene desde el punto de vista científico y doméstico. Se les enseña teórica y prácticamente las medidas profilácticas que deben poner en práctica en su propio hogar para conservar su salud y la de los suyos. Se les hace observar con el microscopio preparaciones de diferentes clases de microbios y luego se les habla de enfermedades infectocontagiosas. Se les da una ligera noción de las infecciones más comunes y sobre la forma de llevar el contagio y de evitarlo. (...) Las Ciencias Domésticas de 2° año tratan de Dietética. Se trata de enseñar a las alumnas la constitución química de los alimentos que consumen, es decir, se les explica el valor nutritivo de los alimentos. Además se hace conocer a las alumnas el precio actual de cada uno de los alimentos, las causas que hacen aumentar el precio y la conveniencia de confeccionar menús nutritivos y económicos”.
En la materia Puericultura se les enseñaba “a resolver problemas prácticos” que enfrentarían en la maternidad. “La clase de baño y vestido se efectúa en base a niños en lugar de reemplazarlos con muñecos”.
Reconocidos estudiantes y docentes
“Ya en mi época no se enseñaban materias para amas de casa”, dice la actriz Cecilia Roth, alumna del Liceo de 1970 a 1975. “Aunque no había un clima artístico, fueron años de mucha efervescencia política. Recuerdo que hicimos la primera toma de un colegio de mujeres. Nos quedamos a dormir tres días adentro exigiendo que sustituyeran a los rectores porque tenían un trato duro de otra época, nos mandaban al rincón. Y lo logramos. Las nuevas autoridades no eran muy diferentes, pero esos días fueron como la toma de la Bastilla para nosotras. Conseguimos, por ejemplo, que se nos permitiera fumar en el colegio, algo que en el momento veíamos como un logro”.
El paso de Roth por el Liceo coincidió con el regreso de Perón. “Había mucha esperanza. Creíamos en el cambio profundo que iba a generar su llegada, pero se desató una violencia brutal de ahí en adelante. Teníamos pánico de la Triple A, de Isabelita y López Rega. Yo no militaba en ninguna organización pero estaba cerca de los acontecimientos sociales y políticos. En ese momento mi padre, junto con Jacobo Timerman, había creado el diario La Opinión. Así que en mi casa recibíamos a muchos artistas e intelectuales. Era muy estimulante”.
Roth no es la única egresada reconocida de la institución. “También estudiaron Niní Marshall, Alicia Jurado y Olga Zubarry”, dice Ana Sauan, actual profesora de historia. “La primera promoción de varones entró en 1986 y se recibió en 1990. Uno de ellos fue Emmanuel Horvilleur. Además Cecilia Grierson y Arturo Capdevilla fueron docentes”.
En 1983 la escuela se trasladó al edificio que hasta entonces funcionaba como anexo, en Santa Fe 2778. “Cuando el colegio se mudó, el Estado lo licitó, lo compró una constructora y en los años 90 fue un shopping”, retoma Hernán Taramán. “Las aulas se transformaron en locales y se instalaron escaleras mecánicas, pero no prosperó comercialmente. Cayó en el abandono. Yo lo conocí en 2005, gracias a un muchacho que me dijo que se estaban vendiendo locales baratos. Era joven, me había recibido de abogado hacía poco y estaba buscando un proyecto propio. No sabía adónde me estaba metiendo”.
“La gente que estaba ahí había invertido sus ahorros y los había perdido en el proyecto del shopping. Había mucho encono”, recuerda Taramán. “Cuando entré vi locales tapiados y enrejados; había gente que acumulaba cosas que encontraba en la calle, vendedores de garrapiñada que en realidad salían a robar y se escondían ahí; incluso una persona vivía en la galería, que no tiene ducha. En esas condiciones no lo podía alquilar”.
Cuando terminaron los desalojos, llegaron los artistas. “El primero en apostar por el lugar fue Nicolás Barraza, uno de los directores de la Galería Mite. Después vinieron otros, y me empecé a motivar. Me di cuenta de que tenía que apuntar a gente joven, artistas, diseñadores y galerías”.
Barraza todavía se acuerda esa primera impresión que le produjo el Patio del Liceo: “Cuando llegué era un delirio. Estaba en ruinas: todavía había locales tomados, otros estaban vacíos y había montañas de escombros. Me hizo acordar a la primera vez que fui a Berlín y vi los edificios bombardeados de la guerra. Decidí poner mi estudio de diseño ahí. Empecé a hacer muestras hasta que la conocí a mi socia, Marina Alessio, y me di cuenta de que quería tener una galería de arte. Mite fue creciendo muchísimo en el Patio del Liceo, que es un lugar mágico en la ciudad. Hace un año y medio nos mudamos, ahora estamos gentrificando Retiro”.
Aunque el ambiente del Patio dista mucho de la rigidez escolar del siglo XX, Taramán sospecha que el espíritu femenino sigue impregnando el lugar. “El 90% de quienes alquilan locales son mujeres. Y cada vez que uno se desocupa llega una mujer con un nuevo proyecto”.
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