El futuro, el miedo y la inteligencia artificial
Diciembre. Las fiestas de fin de año, lo sabemos, siempre producen esa mezcla de alegría, tristeza y, en no pocos casos, incertidumbre por el futuro. A los que cumplimos años este mes se nos suma otra carga muy parecida. “Debe ser la edad”, dicen los viejos sabios, y puedo afirmarlo.
“El futuro es miedo” es una frase que se repitió varias veces en una de las últimas “sesiones” de Fa!, el programa de streaming de Mex Urtizberea, que reúne a personajes del arte, la cultura, el periodismo y otras mentes abiertas dispuestas a sondear temas que suelen pasar debajo del radar de la conversación diaria.
“No hay futuro”, decía el dogma punk de fines de los 70, basado en la canción de la banda británica Sex Pistols con furibundas críticas al thatcherismo. Tal vez en su desesperación, esa generación tomaba un camino más fácil que enfrentar tamaño desafío como “adivinar” el futuro, o construir uno en momentos de tanta incertidumbre.
La cuestión puede tener distintas formas y niveles de sofisticación. Desde el oráculo de Delphos, en la antigua Grecia, donde la pitonisa advertía a quien la consultara sobre los riesgos o las ventajas de acometer una batalla, pasando por las abuelas que pueden predecir si va a llover en los próximos minutos por la dirección del viento y el Servicio Meteorológico, hasta la inteligencia artificial.
“El oráculo contestaba de manera ambigua, pero con una lógica absoluta. No decía qué iba a pasar exactamente, pero lo sugería. Tenía que ver con tu capacidad de interpretar el mensaje”, me dice el experto en historia antigua Federico Peltzer.
Como ven, la cosa puede complicarse, hace 2500 años y hoy también. Si no, que lo diga el rey Creso, en la antigua Lidia (Asia Menor). Quería saber si, de atacar a los persas, que amenazaban con quedarse con todo, los vencería. Envió un mensajero a Delphos con la crucial pregunta, a lo que el oráculo respondió que, si atacaba, destruiría un imperio. Creso interpretó que tenía la victoria asegurada, pero fue derrotado: el imperio destruido fue el suyo.
“No sé si es alguien que nos diga lo que va a pasar, porque eso no existe. Pero que nos dé tranquilidad diciendo algo que ‘podría pasar’. Porque al final, el futuro nadie lo sabe”. La joven cantante Zoe Gotusso, esa noche en la poblada mesa de Mex, mostró que esas dudas no son solo cuestión de edad.
“Creo que es incierto el futuro”, se mete su colega Nathy Peluso, “pero uno puede trabajar para moldearlo, para diseñarlo a su antojo y alcanzar la meta que uno se imagina”.
Mex convoca a la mesa: “¿Qué pasa con la inteligencia artificial? Peligro, ¿termina todo?”. El científico Diego Fernández Slezak, experto precisamente en esa materia, toma el desafío: “A mí me gusta hablar de reemplazo de tareas, no de personas. La pregunta es si somos capaces de no hacer solamente tareas que van a ser reemplazadas. Algunas lo serán, otras no”.
“¿Por ejemplo? Yo quiero saber si mi tarea va a ser reemplazada”, se inquieta la escritora y periodista Leila Guerriero, igual que el resto de los asistentes, en su mayoría músicos, cantantes, actrices . “Es que no sé si se puede reemplazar la sensibilidad”, acota Peluso. “¿Es así, Diego?”, interviene Mex. “Si buscamos cuantificar las sensibilidades, va a haber una computadora que reemplace eso. La pregunta es si queremos hacerlo. Si mantenemos el concepto de que la sensibilidad es una característica humana y no la queremos medir, entonces no va a ser reemplazada”, responde Fernández Slezak, poniendo otra vez la pelota del lado de la decisión humana.
Lito Vitale avanza: “Es que la creatividad, la emotividad, el error no tienen un cálculo. El error, la desafinación, ¡decime que eso no se puede calcular!”, casi ruega. Y reflexiona: “Lo que nos da miedo es que alguien lo haga mejor que uno. Pero está buenísimo hacer las cosas que queremos sin importar cómo nos va. Si tuve éxito, si me enamoré de la persona indicada o no. Eso es lo que ninguna máquina puede reemplazar. Porque el resultado es lo de menos, ¿o no?”.
“Estás rescatando la humanidad respecto de una medida, cosa en la que coincido totalmente”, contesta Diego,
El futuro ya está aquí, dónde nos paramos es la cuestión.