
Héroes de Pompeya
Con cierto aire romántico y místico, las obras que exhibe Nahuel Vecino en el Centro Cultural Recoleta remiten al origen de la vida y de la pintura
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En 1834, Edward Bulwer-Lytton escribió una novela histórica de tono romántico, Los últimos días de Pompeya . Narraba la vida de los habitantes de aquella ciudad en el siglo I, antes de que estallara el volcán Vesubio -en el año 79- y destruyera la ciudad. Gracias a esa catástrofe, conocemos hoy las pinturas murales que decoraban las casas señoriales. Unos dos mil años después, un joven argentino, estudiante de bellas artes, se fascinaría con las reproducciones de aquellas pinturas a tal punto que se convertirían en la principal fuente de inspiración de sus obras. ...stas se pueden ver en el Centro Cultural Recoleta; su autor es Nahuel Vecino y la muestra se llama Pompeya . A oídos de un porteño, Pompeya no suena a los personajes de la novela de Bulwer-Lytton. Probablemente, el nombre remita al barrio de Nueva Pompeya, llamado así por las columnas de humo de la quema, que recordaban al volcán Vesubio. Es un barrio de tradición obrera y tanguera, de gente humilde y trabajadora, otra fuente de inspiración para Vecino.
En la Sala J hay pinturas, muchas de ellas óleos sobre tela o madera, témperas, acrílicos y acuarelas, entre otras técnicas. La temática se centra básicamente en la figura humana, encarnada en jóvenes vestidos con pantalones cortos y ropa deportiva. Se los podría incluir en un estrato social definido que nace en la década de 1940, cuando las nuevas fábricas provocaron una gran migración interna desde las zonas rurales del norte argentino hacia Buenos Aires y otros grandes centros urbanos. Entonces apareció aquel término despectivo, "cabecita negra", asociado al color del cabello.
La pintura de Vecino transforma a estos hombres no tanto en obreros reivindicados como en una categoría de héroes románticos. Muchos de ellos aparecen boquiabiertos, entre el gesto de sorpresa y el pavor del asombro, y algo retro en la forma de vestirse, con remeras por dentro del pantalón, algunas de cuello en V, otras de cuello redondo, agrandado por el uso. No exentos de cierta voluptuosidad y heroísmo deportivo, hay algo que los catapulta a otra dimensión. Como atributos de santos o formas de alegorías, llevan en sus manos algo que parece no pertenecerles: un cangrejo, una caracola marina todavía sucia de algas, a veces un pulpo. Todos los elementos están asociados al mar, y como tal, al origen de la vida. En muchos casos, los personajes están ubicados en paisajes montañosos junto al mar o directamente parecen emerger del agua, acentuando la cercanía con el líquido vital. Las figuras femeninas participan de las mismas características; entre ellas se distinguen jovencitas morochas, algo atemporales. Sin embargo, también aparecen como damas verdes de peinetón y vestido largo; dentro de un fanal, santificada como Venus saliendo del baño o como una aparición en el cielo.
Estas obras parecen provenir de una vieja colección de fascículos, editados por Codex, algo mohosos y húmedos: Vecino logra una síntesis entre aquellos inicios de la pintura en el Mediterráneo y un universo popular de héroes olímpicos en busca de sus destinos.
<b> FICHA. </b>
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