Intriga histórica: qué mira el ojo izquierdo de Manuel Belgrano, una joya de museo en miniatura
Hacia dónde enfoca y qué lecturas esconde un ojo vuelto retrato, único protagonista de un cuadro. Más intrigante es esta pintura en miniatura, de un tamaño incluso menor al de esa fracción de la cara, por tratarse del ojo izquierdo del prócer Manuel Belgrano. El Museo Histórico Nacional atesora la diminuta acuarela, de 3,8 x 2,8 centímetros, pintada sobre marfil y engarzada en un pequeño broche de oro para ser usada como joya, en la que un ojo color castaño del general, rodeado de nubes, domina la composición.
Atribuida al artista suizo-francés Jean Philippe Goulu (1786-1853), la obra se enmarca dentro de la denominada "moda de los retratos de ojos", que se extendió por Europa entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. "La utilización simbólica del ojo data de muy remotos tiempos: los egipcios lo llevaban como amuleto para invocar la protección del dios sol y los masones lo incluyeron entre sus símbolos. Por otra parte, la presencia del ojo supervisor del dios Padre surge como símbolo del arte devocional pero también puede ser considerada como imagen erótica si se acepta que ‘el amor entra por los ojos’ y que son ellos los primeros que ‘acarician’ a la persona deseada", indica la historiadora del arte Susana Fabrici en el libro El retrato-miniatura en la Argentina. Los rostros en la intimidad de los afectos, editado por el Fondo Nacional de las Artes.
La investigadora sugiere que en la historia del retrato miniatura "merece especial atención la curiosa idea de tomar un único detalle en el rostro de una persona, en particular de un ojo, y convertirlo en objeto de un retrato tomado como símbolo de amor, de un amor probablemente secreto".
Según la experta, es probable que Goulu pintara este ojo de Belgrano, "como asegura la tradición oral, a pedido de su viuda, Dolores Helguera, o de su única hija, Manuelita Mónica, porque ésta lo conservaba entre sus más íntimos recuerdos y fue su hijo, Carlos Vega Belgrano, quien lo donó al Museo Histórico Nacional". El autor de la pintura fue un destacado miniaturista de la época y formó a otros artistas rioplatenses. Se instaló en Buenos Aires en 1824, cuando Belgrano ya había fallecido, y quizás para pintarlo se basó en el retrato del prócer firmado por Boichard en París en 1793, entonces en poder de su familia y que también fue donado por Vega Belgrano a la institución.
La historiadora expone otros ejemplos de esta extraña forma de retrato originada en Inglaterra, como la encargada por Mrs. Fitzherbert a Richard Cosway de su ojo derecho para enviarla como prenda de amor al Príncipe de Gales Jorge IV, quien retribuyó el gesto con otra de un ojo suyo. En Francia, también hay registro de estas creaciones en tiempos de la Revolución Francesa, dándose que en París, cerca del Palais Royal, numerosos artistas pintaban y vendían miniaturas de ojos.
"Cualquiera fuese el simbolismo que encierran los retratos de ojos, algunas connotaciones son comunes a todos: conservan cierto misterio y se guardan en sitios privados, quizás por aludir a amores inconfesables; y rara vez están firmados o se firman al dorso, dado el reducido espacio del soporte. El ojo puede estar aislado, rodeado por nubes informes o bucles (cuando pertenece a una mujer); raramente dentro de un fragmento del rostro al cual se integra -como la nariz, la mejilla o parte de la frente-, y solo por excepción se pinta la mitad de la cara. Se incorporaban a anillos o cajitas de rapé o del tocador femenino", apunta Fabrici.
El Museo Histórico Nacional custodia asimismo otro retrato en miniatura del prócer, pintado por J. A. Boichard en Europa y donado también por Vega Belgrano. El pequeño cuadro presenta un marco redondo de madera negra de seis centímetros de diámetro y recrea el busto del general, que mira al frente en plano tres cuartos. Con el cabello oscuro, afeitado y con patillas, el prócer viste traje civil de la época: casaca negra con solapas y chaleco alto, cuello y corbatón blancos.
Se especula con la posibilidad de que Boichard pintara el retrato cuando Belgrano viajó a España entre 1786 y 1793 o en su viaje a Inglaterra en 1815 en misión diplomática, aunque en ese momento ya no era el joven rozagante que se ve en la pintura sino un hombre de 45 años. "Las miniaturas, que estaban muy de moda, eran pinturas para la intimidad, para tener en la palma de la mano, para acercarse al pecho o guardar en un cajón privado. ¿Para quién fue entonces esta miniatura de Belgrano? ¿Quién la atesoró?", se pregunta el Museo.
El héroe de la Independencia suscitó grandes pasiones a lo largo de su vida y fueron varias las figuras que se han referido a su aspecto físico. "De ojos castaños y pelo rojizo", se decía de un Belgrano joven; "rubio", según el reporte de algún cronista inglés, o "rubio de ojos grandes y color azul sombrío, con tez muy blanca y algo sonrojada, cabeza grande y bien modelada", en palabras de Bartolomé Mitre. Elegante, de buen porte, de nariz fina algo prominente y ligeramente aguileña, y con tímida barba y ausente bigote han sido las descripciones más generales de su figura, trasladadas a los retratos dedicados al creador de la bandera.
Objetos de museo para volver a ver en el año belgraniano
La colección del MHN alberga otras obras referenciales y objetos que pertenecieron al homenajeado y a su tiempo, que la institución dirigida por Gabriel Di Meglio divulga virtualmente este año con motivo del aniversario de los 250 años del natalicio del líder y los 200 de su fallecimiento.
Entre los retratos, también se conserva un lienzo de Fortunato Fontana, copia de un óleo pintado en Londres en 1815. Belgrano aparece en esta ocasión representado de cuerpo entero, casi de frente sobre una silla de madera con adornos de bronce y tapizada de rojo. Tiene el cabello y las patillas oscuros y viste frac negro cruzado con botones dorados, jabot, cuello de punta y corbatín blancos, pantalón amarillo y botas negras. Apoya su brazo derecho sobre el respaldo de la silla y tiene la pierna izquierda cruzada sobre la derecha, y con su diestra ase una petaca. En segundo plano, a la derecha, se ve una mesa y, al fondo, un cortinado que permite apreciar un episodio bélico en el que soldados de infantería avanzan en hilera bajo una cortina de humo y fuego. Cada hilera lleva una bandera argentina. A la izquierda, tres jefes montados a caballo dirigen el combate y en el centro se ve una pieza de artillería servida por cuatro hombres.
Grabado de Bacle
En 1830, la imprenta litográfica Bacle y Cía realizó un grabado de 48 x 40 centímetros que luego sería donado al Museo por la Colección Carranza. Representa un busto de Belgrano con el cabello ondulado y afeitado vistiendo traje militar y capa sobre la espalda y su hombro derecho. Debajo, incluye una leyenda: "Don Manuel Belgrano, general en jefe de los Ejércitos Auxiliares del Norte y del Alto Perú. Jamás admitió otra recompensa que el honor de haber servido bien a su patria y murió pobre después de haber contribuido a salvarla por medio de victorias inmortales, dejando un gran ejemplo a Buenos Aires".
Plato decorativo de 1910 en el Centenario de la Revolución de Mayo
Andrienne Pauline Macaire, también conocida como Andrea Bacle por el apellido de su marido y socio César Hipólito Bacle, dibujó este retrato litográfico en Buenos Aires. En 1828, la pareja había abierto la primera imprenta litográfica de la ciudad junto al inglés Arthur Onslow, la firma Bacle y Compañía, luego rebautizada como Litografía del Estado. En este caso, la autora se inspiró en la pintura que Carbonnier hizo de Belgrano en Londres en 1815, pero introdujo variaciones al representarlo risueño y con uniforme militar. En 1910, esta litografía fue estampada en un plato decorativo que sirvió de souvenir en el Centenario de la Revolución de Mayo.
Silla de campaña, sable y catalejo que pertenecieron al héroe
Varios objetos que pertenecieron a Manuel Belgrano forman parte de los fondos del Museo Histórico Nacional. Tal es el caso de una silla plegable de campaña, de cedro, que llevaba consigo en sus expediciones militares. La colección también cuenta con un catalejo de 25 centímetros de largo y 4,3 de ancho y con armas de guerra del general como un sable con hoja de acero y adornos dorados que luego pasó a manos de Güemes y Redecindo Alvarado, o una pistola de chispa obsequio del Cabildo tras la Victoria de Salta. En ella están grabadoa su nombre y su grado militar.
Las primeras banderas
Entre las piezas de mayor valor histórico y patrimonial del Museo, destaca una de las banderas nacionales más antiguas que se conservan, que tiene los colores ordenados como la actual insignia y que fue hallada junto a otra blanca, celeste y blanca en 1883 por el padre Martín Castro en Titiri enrolladas rodeando unos cuadros. "Allí, en la localidad de Macha, actual Bolivia, Belgrano montó su cuartel general tras la batalla de Vilcapugio. Según los indígenas, fue el cura Juan de Dios Aranívar, amigo del general, quien escondió las banderas tras la retirada del ejército revolucionario. Por su gran tamaño, se supone que no eran llevadas a la batalla sino que quedaban fijas como banderas de artillería o para indicar el lugar de reunión de los ejércitos".
El museo explica que muy pocas veces se puede saber quién hizo una bandera o quién bordó un estandarte, tareas tradicionalmente delegadas a mujeres. Sin embargo, en otras de las antiguas banderas que conserva la institución y que fue utilizada en 1841 en la batalla de Caaguazú, figura la firma de su autora: Matilde de Olazábal, que bordó su nombre en la esquina izquierda inferior con el mismo hilo con que bordó el sol del diseño.
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