Jorge Fernández Díaz: el padre, el cine y una educación sentimental más importante que ir la escuela
El escritor y periodista presentó esta mañana en el país su nuevo libro, “El secreto de Marcial”, ganador del premio Nadal Novela 2025, que ya se reedita en España
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“Creo que me inventé esta novela para estar con mi padre un tiempo más. No es que lo quiera reivindicar, van a ver que no hay un héroe ni nada por el estilo, sino que quería estar con ese fantasma amigable y protector un par de años más”, dice Jorge Fernández Díaz en la primera presentación en la Argentina de El secreto de Marcial, la novela ganadora del Premio Nadal 2025.
La cava de Aldo’s donde el Grupo Planeta organizó el encuentro con la prensa queda en un Palermo diferente del que lo vio crecer, donde compartió con su padre maratones de películas de Hollywood en castellano y sábados de super acción. Esas horas frente a la pantalla fueron mucho más que una ventana al mundo. Ahí estaban también las enseñanzas de un inmigrante asturiano con cierta dificultad para expresar sus sentimientos.
Como cuando se le ocurrió ser voluntario en Malvinas y su padre, con quien prácticamente no hablaba desde que a los 15 años había descubierto su pasión por la literatura –y la literatura era para Marcial sinónimo de vagancia–, lo citó en el bar donde trabajaba como camarero. Le preparó un especial de crudo y queso, y le preguntó si se acordaba de aquella película que habían visto hacía unos años en la que tres hombres volvían de la guerra y uno de ellos –un soldado que actuaba de sí mismo– había perdido los brazos. “Él era incapaz de decirme ‘te quiero hijo, no vayas a la guerra, por favor quédate conmigo, vas a morir’. Pero tenía ese modo oblicuo de expresarse que de alguna manera me fue salvando –confiesa–. Cuando hago esta revisión me encuentro con cosas así, que para mí son muy conmovedoras, y descubro que mi padre no era un personaje secundario en la historia, era un personaje principalísimo, que disputa con mi madre el protagonismo y a veces con mayor influencia subterránea”, reflexiona el escritor y columnista de LA NACION, frente a periodistas, influencers y libreros.
Sobre su madre, Fernández Díaz escribió hace más de dos décadas la crónica Mamá. La entrevistó durante unas cincuenta horas. En ese libro, su padre era solo un capítulo. “Mi madre fue ocupando todo en mi familia y mi padre se fue dejando correr. Fue una matriarca con un feminismo un tanto rudimentario pero salvaje”, analiza ahora el autor.
Marcial murió en 2005 y, desde que partió, Fernández Díaz piensa en escribir sobre él. Ya no podía ser una crónica, claro, pero había otras opciones. “Está zurcida la ficción con la realidad de una manera que solo mi hermana que sabe la verdad puede decir qué es ficción y qué es realidad”.
Una vez más la ficción vino a rescatar a la realidad, como le pasó a los 24 años, cuando una parte de la información sobre unos secuestros que no era posible publicar en el diario se convirtió en una novela por entregas. Sonó el teléfono negro de la redacción donde entonces trabajaba: Marcial quería saber si recuperaban la plata. Al borde del llanto, su hijo le confirmó que sí. Hacía rato que no se hablaban, pero lo había leído. Una ironía de la vida: la literatura que los había alejado, los volvía a acercar.
Una educación sentimental
“Entre que mi padre era un personaje enigmático y estaba más afuera de casa que adentro, el viejo cine resultaba un lugar de encuentro y una especie de educación sentimental informal. Para mí fue más importante esa experiencia que ir al colegio. Lo digo con 64, casi 65”. Por ejemplo, el cine lo salvó del bullying a este hijo de inmigrantes asturianos en cuya casa hablaban bable mezclado con español. Salía del colegio, a pocas cuadras de donde ahora mismo se presenta con fama de autor best seller, y los compañeros le pegaban, se reían de su forma de hablar. Para ese recuerdo tiene también una escena correspondiente en 35 mm: en Qué verde era mi valle, de John Ford. el chico vuelve a casa golpeado. Entonces, Carmina y Marcial se miraron, compraron un kimono y anotaron a su hijo en una academia de Judo. Se acabó el bullying para siempre.
En la misma sintonía, Fernández recuerda también que si su padre tenía que ir a trabajar y una película quedaba por la mitad, al día siguiente él le contaba y actuaba el final. En ese momento, su padre hacía preguntas como: “¿Con quién se quedó Clark Gable: con Grace Kelly o con Ava Gardner?”
Muchas cosas descubrió con Marcial y las películas. Que algunas cuestiones de la vida no son simplemente blanco o negro. Que se puede ser buena persona y ser infiel. Que en las familias pueden suceder algunos hechos que algunos desconozcan por completo. “¿Cuánto saben ustedes de su padre? No me refiero a la sobremesa”, deja flotando en el aire la inquietud.
Además del entusiasmo propio del autor, indisimulable era esta mañana la alegría de su editor Mariano Valerio. La reciente noticia de la reedición del libro en España se suma al buen recibimiento que tuvo en el país el lanzamiento este mes del libro ganador del premio Nadal, un galardón de una trayectoria tal que detiene la programación de la televisión y de las radios para que todos puedan escuchar el nombre de su ganador. “Siempre un premio es un reconocimiento, pero creo que el mejor reconocimiento que tiene Jorge es la coherencia de una carrera –dijo Valerio–. Eso da frutos también en lectores y en el respeto que le tienen el medio, además, los libreros, los editores. Y sobre todo, el afecto”.
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