Juanito Laguna visitó a Mafalda, en una intervención urbana fugaz del escultor Nicolás Miranda
Tras el escándalo en Madrid, donde instaló una escultura del rey Juan Carlos con un rifle, el artista chileno interviene el espacio urbano porteño con tres figuras: Juanito Laguna, un policía sacándose una selfie y una “chica turra”
Tres hombres empujan un carro con una escultura por Paseo Colón. Le cubren la cabeza para no llamar la atención y logran pasar inadvertidos. La gente que duerme sobre la vereda no se despierta. “Lo llevan para arreglar”, adivina la empleada de una empresa que salió a fumar a la vereda. El artista chileno Nicolás Miranda se camufla con la ciudad. Recién desenvainará su obra al llegar al ex centro clandestino de detención Club Atlético. Allí expone a uno de los tres personajes que estarán dando vueltas por Buenos Aires: un policía con el brazo extendido sacándose una selfie mientras con la otra mano sostiene una pistola. Le sacan fotos y luego de unos minutos se lo vuelven a llevar. La intervención es fugaz; se inmortaliza en la cámara de fotos.
Miranda es un artista chileno que reparte el año entre su país natal y Buenos Aires. Su última producción sacudió Madrid: en abril de este año instaló una escultura del rey Juan Carlos I con un rifle apuntando a la figura del oso con el árbol, símbolo identitario de la capital española, en medio de la plaza Puerta del Sol. “En España la obra estuvo exhibida diez minutos. Me parece interesante cómo un gesto corto tiene tal onda expansiva”. Esos diez minutos bastaron para despertar la bronca del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que calificó la intervención de “imbecilidad absoluta”.
“Trabajo en el sitio específico”, explicó Miranda a LA NACION esta mañana. “Me gusta jugar con la paradoja, el humor, la coherencia que hay entre elementos contradictorios. En este caso, el hecho de que un sudamericano haya construido la escultura del rey en Chile y lo haya descuartizado para llevarlo en valijas a España es parte del relato”.
Gente en su sitio, o tentativas de una noble igualdad es el nombre de la serie de intervenciones fugaces que realizará en Buenos Aires. Los personajes que eligió en esta ocasión son Juanito Laguna, el niño pobre que retrataba Antonio Berni, una chica “turra” y el policía sacándose la selfie. Las esculturas están hechas con telgopor, poliuretano expandido, masa modelar y pintadas con óleo. “Esta es una intervención mucho más silenciosa que la de España. Son personajes anónimos, pero universales. Hay millones de Juanito Laguna. Lo que está en juego es la contraposición con la noción de espectáculo”.
Miranda y su equipo caminan ahora hacia la esquina de Defensa y Chile. Llevan la escultura de Juanito Laguna, que tiene los ojos entornados hacia arriba “entre displicente y distraído”, según su creador. Lo sientan en el piso, entre Mafalda, Susanita y Manolito. “Yo crecí leyendo a Quino, es uno de mis referentes”, dice el escultor. “Esta intervención busca generar un contraste al poner a un chico de la villa como una figura turística. Si un turista se saca una foto con Juanito, es violento, aparece el humor. De esta forma utilizo los clichés. Es un sistema combinatorio de signos, como poner una palabra en un lugar de la frase que no le corresponde”.
Este recurso contrasta con el de Antonio Berni, que buscaba los materiales para los collages de Juanito Laguna en el propio ámbito del personaje: utilizaba latas, plástico, telas y cartones que encontraba en los baldíos. Miranda en cambio, recurre a la descontextualización.
Las locaciones no son elegidas al azar, sino que arman un relato con cada personaje. Así, al plantar a la chica “turra”, una joven tatuada con la panza al aire y flequillo rollinga, en instituciones como el Malba, la Facultad de Derecho y Tribunales se genera una oposición al personaje. “No es lo mismo ver al policía al lado de los manteros en Once que en el ex centro clandestino de tortura, el diálogo con el espacio es fundamental”, dice.
Aunque asegura que “el horizonte de una obra no es el impacto mediático”, la obra de Miranda polemiza hace años. En 2010 ganó un concurso para jóvenes artistas con un diorama que imaginaba qué ocurriría si una obra de Jeff Koons estuviera expuesta en una sala en Chile. “Eso no podría pasar por falta de presupuesto”, dice. En 2011 en arteba expuso All at once, un módulo de vidrio con objetos a la venta que cuestionaba el consumo. El artista entonces se inspiró en el barrio de Once donde es posible encontrar las versiones truchas o réplicas de varios productos. Los objetos expuestos eran reproducciones a escala de obras mundialmente conocidas -Hirst, Koons, Mueck- transformadas en souvenirs.
Hasta el 10 de septiembre, Juanito Laguna, el policía y la chica “turra” aparecerán en Plaza de Mayo, Once y la Estación Rodolfo Walsh entre otras locaciones. El 20 de octubre, las esculturas serán expuestas en la Galería Pabellón 4.
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