
"La Universidad también es responsable de los aplazos"
Lo dijo Alberto Dibbern, rector de la casa de altos estudios platense
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"Decir que la culpa es de la escuela media sería sencillo, pero la universidad también es responsable." Para el rector de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Alberto Dibbern, la sucesión de estrepitosos fracasos de los aspirantes a ingresar en cinco facultades de esa institución es "una luz de alerta".
Durante la semana última, se sucedieron los aplazos masivos en las pruebas de diagnóstico y nivelación en las facultades de Ciencias Astronómicas, Ingeniería, Informática, Ciencias Exactas y Odontología de la UNLP, en porcentajes que fueron del 75% al 100% de desaprobados. A ellos se sumaron altos niveles de fracaso en las facultades de Medicina e Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario.
A diferencia de la mayoría de las voces, que responsabilizaron a la escuela media por el pobre rendimiento, Dibbern amplió el abanico de culpables: la universidad, alejada del nivel medio, de los terciarios y de las necesidades productivas del país; el desempleo y sus efectos sobre las familias; el "facilismo" y hasta la ausencia de una política educativa general.
En diálogo con LA NACION, Dibbern -médico veterinario, en plena campaña para la reelección al frente de una universidad con casi 90.000 alumnos- llamó la atención sobre otro fenómeno: el número creciente de jóvenes que ni siquiera llega a la educación superior. Según dijo, antes de aumentar la exigencia académica se impone corregir fallas del sistema porque "ser exigente en un sistema que no brinda la posibilidad de aprender es una arbitrariedad".
-¿Lo sorprenden los resultados de fracaso en los ingresos?
-La formación de los chicos es mala y esto lo venimos viendo desde hace algunos años. Pero creo que es importante que el tema tenga esta trascendencia pública, porque esta situación debe encender una luz de alerta. Pero no es cuestión de tirarnos responsabilidades. Yo también me siento responsable. Tenemos que reunirnos con los ministros de Educación de las provincias y de la Nación para establecer estrategias para mejorar, porque en el medio de todo esto están los chicos y las familias. Creo que los problemas de la Argentina se solucionan dándoles a nuestros jóvenes la oportunidad de que estudien. El país necesita más alumnos universitarios, pero que no sólo pasen por las aulas, sino que tengan exigencia y que entiendan que estudiar es un esfuerzo.
-¿A qué se debe que los ingresantes no tengan nivel adecuado para ser universitarios?
-Los chicos tienen deficiencias en la comprensión de textos, para resolver problemas matemáticos y para entender que estudiar no es un pasatiempo sino un esfuerzo, porque hasta ahora ha habido una cultura muy facilista, no sólo en el sistema educativo, sino en muchos aspectos cotidianos en la Argentina. Revertir esto no significa instalar sistemas arbitrarios. La exigencia está en ofrecer formación a los estudiantes, saber transmitir los conocimientos, capacitar a los docentes e integrar todo el sistema. Ahí se puede ser exigente, porque serlo en un sistema que no brinda la posibilidad de aprender también es una arbitrariedad.
-¿Cómo se puede mantener la calidad académica?
-Aquí estamos haciendo cursos de nivelación que les permitan ponerse al menos en condiciones de empezar y entender que estudiar significa esforzarse, porque no podemos bajar la calidad ni el nivel de exigencia. Ahora tenemos que ponernos a trabajar para integrarnos con la enseñanza media. Discutir el Polimodal también es un error; ahora debemos corregir, no desarmar. Decir que la culpa es de la escuela media sería sencillo, pero la universidad forma los docentes, también es responsable. Hay que integrar la universidad con el sistema terciario, para generar carreras relacionadas con la producción local y dar la posibilidad de acceder a un título superior una vez que se completa el terciario.
-¿Piensa que la universidad tiene que adaptarse a recibir alumnos con necesidades diferentes?
-Muchas universidades están tratando de apoyar la permanencia de los estudiantes. En nuestro caso lo hacemos con un plan de becas y con la reapertura del comedor universitario, esfuerzos que la universidad no había hecho en los últimos años. Pero además tenemos que atender a los que directamente no pueden venir, que son muchos. Los chicos con muchas necesidades ya no llegan a la universidad. Hacen falta políticas para revertir la situación de las familias, que hoy están desintegradas. Los chicos necesitan la contención familiar para aprender y no siempre la tienen. En la Argentina no ha habido un proyecto de país claro para saber que una carrera tiene una posibilidad laboral más o menos cierta.
-¿La universidad funciona como un lugar de contención social?
-A veces sucede que, al no haber trabajo, muchos chicos vienen a la universidad aunque no tengan vocación. Lo ideal sería que no fuese así, que hubiese trabajo digno, pero para eso el título de nivel medio debería habilitarlo. Si, como se visualiza, podemos ir normalizando la situación económica del país, a nosotros nos queda toda esa responsabilidad. La universidad argentina tiene que recuperar un rol protagónico. No hacerlo es no cumplir con el papel para el cual está siendo financiada, porque hay una decisión del Estado de sostener toda la actividad universitaria. Nuestra responsabilidad es justificar por qué se hace ese esfuerzo.





