Los riesgos de debatir con un planeta
Es penoso que también la ecología haya caído en la grieta. Pero sobre todo es poco inteligente. Las grietas son como imanes invertidos. Los signos opuestos se repelen, no importa si tienen razón o no; y viceversa, por supuesto. Si uno de tu bando piensa cualquier delirio místico atado con alambre, entonces, como es de los tuyos, lo defendés. Por eso es tan común el apropiarse de causas justas. Es como el canteprí de cuando éramos chicos. Absurdo, pero ya tiene nombre y todo: batalla cultural. Explíquenme esa combinación semántica.
Pero claro, todo es más fácil cuando no tenés que pensar, y la grieta sirve para eso, para no hacerse planteos incómodos. Pasa en todas las sociedades y forma parte de esa lógica por momentos alucinada de la política. Cierto, y lo puse en un Catalejo hace poco: hemos llegado a un punto en la Argentina en el que los que tienen algo interesante para decir prefieren callarse, porque todo será usado en tu contra.
Ahora, ¿la ecología también? ¿De verdad? Incluso cuando ya puedo prever las quejas de casi todos los sectores (salvo los académicos, que son mis fuentes), quisiera poner este asunto en el casillero que le corresponde. Porque uno puede debatir leyes, sistemas políticos o modelos económicos, pero, de onda, sin ofender, debatir con un planeta es medio ridículo. Quiero decir que da risa, no se lo tomen a mal.
Empecemos por lo básico. Si el pobre meteorólogo anticipa equivocadamente cómo va a estar el clima el finde (me enoja mucho cuando los atacan, porque esas críticas son ignorancia pura), no es porque sea poco profesional. Es porque el clima de este planeta (o cualquier planeta con un clima, para el caso) está entre los sistemas más complejos que conoce la civilización. Todas las supercomputadoras del mundo trabajando juntas no podrían preverlo con completa exactitud. Así que cuando hablamos de cambio climático nos metemos en terreno no cartografiado. Eso quiere decir que no solo no podemos estar seguros de si el finde va a estar para pile o no, sino que tampoco podemos estar seguros de si el clima ya rumbeó para un cuadrante no apto para la vida humana. Personalmente, si estuviera en una instancia así, me movería con muchísimo cuidado. No fomentaría una grieta ni creería que podemos patear el asunto para la próxima década. Sería humilde.
Las señales son, además, malas. Y son señales planetarias. Todo bien si la grieta les sirve de ansiolítico moral, pero esta no es una discusión ideológica. Aunque sea por la escala y porque no contamos con ninguna tecnología de control del clima (como máximo podemos dejar de causar daño, cosa que además no estamos haciendo), debatir con un planeta no solo es insensato. Aparte de eso, si perdemos la discusión, no tenemos adonde ir. Concedido, mañana podría aparecer un cisne negro. Podríamos lograr una fusión a costo accesible o descubrir que algún factor equis nos releva, al menos de momento, de una crisis climática terminal. Seré el primero en alegrarme, porque acá el problema no es tener o no tener razón.
No sé si se llega a ver la dimensión del fenómeno que pretenden politizar. Estamos en un planeta raro, único en al menos varios cientos, tal vez miles de años luz, rodeados de un vacío cocinado por radiaciones letales y a 273 grados bajo cero. Lo traduzco: importa un rábano de qué lado de la grieta estás o si tenés o no tenés razón. Si lo del cambio climático no es tan grave, reducir el impacto humano no está de más. Porque la otra alternativa es que la humanidad se extingue. Y, por favor, no hablo de enchastrar un van Gogh.
Pero hay algo más. Al planeta no le importa. No le importamos. Hay muchas formas de interpretar la Paradoja de Fermi, pero el caso es que este mundo rocoso, el tercero desde una pequeña y benéfica estrella tipo G a la que llamamos Sol, en algún momento originó una forma de vida que es capaz de advertir que sin clima –o con una alteración drástica del clima– nos extinguiríamos. Pero no estamos al mando. Lo siento, pero en esto no tenemos el control. El poder, que es la adicción que conduce a la grieta, se nos escapa aquí. Del todo. Poner el cambio climático en la grieta es como debatir la ley de gravedad. Y todo indica que estamos por tirarnos de un piso diez tan solo para demostrar que tenemos razón.
Temas
Más leídas de Cultura
El cuerpo como obra de arte. Cirugías en directo, desnudos y poses de diva de tres mujeres veteranas y transgresoras
“Me das un beso o estrello la avioneta". La esposa del autor de "El Principito" revela una tortuosa relación a la sombra de la fama
El David de Miguel Ángel. Emplazarán en Chaco una copia gemela de la emblemática escultura del Renacimiento
Dedicado a Nicaragua. Gioconda Belli ganó el Premio Reina Sofía: “La poesía es una lamparita que apunta al mero centro del corazón”