
Novela negra en la eurozona
En su nuevo libro, Petros Márkaris incorpora la crisis del viejo continente sin renunciar al género policial en una historia protagonizada, una vez más, por el comisario Kostas Jaritos
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Grecia no es Europa, concluye melancólicamente el comisario Kostas Jaritos. Y como tampoco lo son Portugal, Irlanda, Italia, Gran Bretaña y España -los países europeos que, junto con Grecia, forman el grupo de los PIIGS ("cerdos")-, por sentido de pertenencia elige comprarse un Seat Ibiza español para reemplazar ¡por fin! al noble Mirafiori que le ha sido fiel por casi 40 años.
Así comienza Con el agua al cuello , la última novela del escritor griego de origen turco Petros Márkaris, creador de este inolvidable protagonista del policial negro europeo (un antihéroe, como corresponde a los tiempos que corren): en el verano de 2010, con el país al borde de la bancarrota, Jaritos compra un auto nuevo para llevar a su idolatrada hija Katerina hasta la iglesia en la que va a casarse con Fanis, el médico que le salvó la vida al comisario (la historia contada en dos novelas anteriores, Defensa cerrada y Suicidio perfecto ).
Grecia no es Europa y Atenas no es ya la que el mundo occidental y cristiano conoció por los libros de historia del colegio. Invadida por inmigrantes de todas partes de África y Europa del Este, sus calles se parecen cada vez más a las de las principales ciudades del llamado alguna vez Tercer Mundo: "Las mantas con las mercancías cubren no sólo las aceras sino también dos franjas de la calzada, a ambos lados. Apenas queda medio carril para coches y peatones. Se me llena la vista de bolsos. Si cada uno de los que transitamos por allí llevara un bolso en la mano, otro al hombro y un tercero en bandolera, aún no se habría agotado la mercancía que ofrecen".
Entre el calor que aturde, los embotellamientos constantes y la marea de vendedores callejeros, el comisario Jaritos busca desesperadamente al autor de cuatro homicidios macabros: los de un banquero jubilado, un banquero en actividad, un alto funcionario de una agencia internacional de calificación y un empresario que persigue y acosa a morosos. Todos, decapitados con una espada. "Ninguna de las cuatro víctimas caía simpática", concluye de nuevo Jaritos. "Las cuatro dejaron atrás a montones de personas que les deseaban la muerte."
Los asesinatos son "de novela", pero el paisaje en el que transcurren es de verdad. En una reciente entrevista con el diario español El País, Márkaris aceptó que esta es quizá su novela negra más política y que está "indignado y furioso contra el sistema político griego. Es imposible no estar enfurecido con Europa".
No es fácil entonces contar una historia "llena de ruido y de furia" si uno está, además, indignado. Pero Márkaris, que, entre muchas otras cosas, estudió economía, se especializó en cultura alemana, tradujo a Goethe, Bertolt Brecht y Thomas Bernhard, es guionista y autor teatral de éxito, y tiene un pasado como activista de izquierda, también es un gran escritor, y su comisario Jaritos es un gran personaje. Muy parecido en la piedad y en el conocimiento del ser humano al Montalbano de Andrea Camilleri, Kostas sólo ha terminado la escuela primaria, ha llegado al puesto que tiene a fuerza de inteligencia y obstinación, y parece haber encontrado en la lectura de los diccionarios (el Dimitrakos en primer lugar, pero siempre hay otros más a mano), la contemplación de los gatos y un humor desencantado la solución para las muertes que investiga.
Como ocurre más y más en la novela policial actual europea, no importa tanto llegar al final para saber quién o quiénes son los culpables: los culpables, hoy, están afuera de la trama. Ya se trate del inspector Wallander, de Henning Mankell; del viejo inspector Erlendur Sveinsson, del islandés Arnaldur Indridason; del ya mencionado Montalbano, o de Kostas Jaritos, todos ellos, en el transcurso de la investigación de los asesinatos a su cargo, están igualmente interesados en mostrar y reflexionar sobre el contexto social en el que están viviendo ("Un día nos fuimos a dormir con un sueño y nos despertamos en una pesadilla").
Entre crímenes siniestros, redes sociales que distribuyen virtualmente los reclamos subversivos de los estafados del sistema y ciudadanos desconcertados que se despiertan del sueño "europeo", transcurre esta última novela de Márkaris. Aunque por momentos para un lector argentino sea imposible no identificarse, lo cierto es que lo que lo atraerá seguramente es la hechura impecable del texto, y el sentido del humor y la ternura que, a pesar de todo, derrama este entrañable Kostas Jaritos, amante del café "a la griega" de máquina y de las "cruasanes" envueltas en celofán. En fin, la magia de la literatura, como siempre.
<b> Con el agua al cuello </b>




