Abierto de Palermo: la recuperación de los caballos en 72/96 horas para jugar la final luego del calor y el esfuerzo
Se viene el domingo una definición marcada por el desgaste: clima extremo, agenda comprimida y caballos al límite en la antesala del partido decisivo.
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El camino a la final del Abierto de Palermo 2025 quedó atravesado por dos extremos climáticos: primero, la lluvia que obligó a correr las semifinales de sábado-domingo a miércoles-jueves, y después un calor sofocante superior a los 30 grados que hará más difícil la recuperación de los caballos. Con apenas tres días entre partido y partido, para Ellerstina Indios Chapaleufú y tan solo uno más para La Natividad-La Dolfina, las cuatro organizaciones que conforman dos equipos llegarán a la definición en un escenario inusual y exigente.
Gonzalo Pieres, feliz por una nueva chance de conquistar el Abierto -no llegaba a la definición desde la de 2020-, se refirió ante LA NACIÓN a la corta brecha entre la semifinal y el match decisivo, tras haber jugado bajo un sol muy opresivo y un intenso calor en la victoria por 13-12 sobre La Irenita La Hache: “Nunca me tocó una final tan cerca; por ahí con un día más, sí. Hoy fue un día de mucho calor; ojalá que se recuperen bien los caballos. Mañana (por este viernes) habrá que estar muy encima de ellos y ver qué montamos el sábado o el domingo a la mañana, pero es muy cortito el lapso del que disponemos”.

Además, el número 3 de Ellerstina Indios Chapaleufú, ganador de Palermo en tres oportunidades, detalló la rutina con la que intentarán apurar la recuperación de los montados: “Se hace todo lo que se pueda: refrigerar, nadar, mucho corral para descontracturar, y ojalá no sean días tan calurosos para que se recuperen mejor”. Antonio Heguy, por su parte, también marcó la preocupación por el estado de los caballos, pero confía en que no es una situación apremiante: “No sé cómo llegarán, realmente. Nos queda un poco cerca la final de jueves a domingo, pero los caballos están bien. Creo que van a llegar bien”.

La visión a través de la experiencia fue aportada por su padre, orgulloso y feliz, Pepe Heguy, tetracampeón de Palermo con Indios Chapaleufú II: “¡Es bravísimo! Lo óptimo sería tener la semana completa entre partido y partido, pero no es excusa. Los dos equipos están muy bien de caballos; alguno un poquito cansado, pero se llega bien. El equipo que tiene cuatro días capaz que haga una práctica; el nuestro, que tiene tres, hará una montadita el día anterior y a la cancha como estén”.
Luego de la victoria sobre UAE Polo por 16-14, concretada en los minutos finales con dos goles de Jeta Castagnola, su primo Poroto Cambiaso también habló del tema caballos y el poco tiempo. “Primero tenemos que recuperar bien los caballos, porque fue una semifinal intensa y con calor. Hay cosas para mejorar, vamos a mirar el video y seguiremos las prácticas en Cañuelas, concentrados en preparar la final”.

Gonzalo Di Ciurcio, petisero de Guillermo Caset desde hace 10 años, describió el proceso tras el partido disputado este jueves, a las 14, la hora más crítica, en la cancha 2, entre La Ensenada y La Dolfina II: “El calor fue bravísimo. La recuperación es fundamental para los caballos, para lo que se recurre a una buena alimentación, cuidado, bajar la frecuencia cardíaca caminándolos, y atender uno por uno al volver a la caballeriza”. Para esta ocasión, la estrategia fue rotar más: “Hoy cambiamos más seguido los caballos, entradas más cortas y más rotación”.
El calor evoca inevitablemente la final más extrema que recuerde Palermo: la del 3 de diciembre de 1988, cuando La Espadaña venció 16-15 a Indios Chapaleufú, en el clásico de la época y bajo casi 40 grados. Ernesto Trotz, hace un tiempo, lo recordó para un artículo de LA NACIÓN: “Yo calculo que dentro de la cancha había unos 45 grados. Veía caballos mareados cuando caminaban, que se ladeaban. No encontrabas aire, te transpiran las botas. ¡En un momento metí la cabeza en la heladerita donde teníamos las bebidas para ver si reaccionaba! Fue lo más parecido a jugar en el calor de Malasia que me pasó“. Aquella final dejó un golpe durísimo: La Ferrari, la yegua que Gonzalo Pieres le prestó a Carlos Gracida, no resistió y sufrió un paro cardíaco. Y otros, como la Marsellesa, de Horacito Heguy, y la Luna, de Gonzalo Pieres, jugaron tres chukkers, en épocas en las que los caballos disputaban, salvo lesión, los 7 minutos.
En la previa de una nueva final en La Catedral, y más de tres décadas después, la preocupación es la misma: proteger a los caballos ante condiciones extremas y recuperarlos para una final para la que afortunadamente habrá alrededor de unos 25 grados. Ellerstina Chapaleufú y La Natividad-La Dolfina llegarán con lo justo a la final de las cuatro organizaciones, aunque difícilmente lo tomen como excusa, mucho menos que defrauden. Serán cuidados especiales en estos pocos días, descanso, alimentación adecuada, compuestos vitamínicos. Y los que coman bien en la jornada previa y se levanten óptimamente el domingo, ¡A Palermo! Los espera la final más importante del planeta.
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