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El pasado 6 de octubre se cumplieron 30 años desde que, en 1985, la atleta de Alemania Oriental Marita Koch corriera los 400 metros en un tiempo récord de 47s6/100. Para ponerlo en perspectiva, significó poco más de un segundo y medio más rápido que el tiempo con el que la estadounidense Allyson Felix logró llevarse la medalla de oro en el Mundial de Pekín (49s26/100). El récord de Koch logrado en Canberra sigue bajo la lupa, sujeto a una gran controversia en las últimas tres décadas. Esto se debe a que:
La ex atleta no da demasiadas entrevistas, pero a finales de 2014 le dijo al periodista especializado en atletismo de la BBC Ed Harry: "No tengo que probarme nada a mí misma". "Tengo la conciencia tranquila. Repito lo que ya he dicho, nunca he dado positivo, nunca hice nada que no hubiera debido hacer en aquel momento", insistió.
Previamente, había mejorado mi tiempo en cinco ocasiones, paso a paso, alrededor de la marca de los 48 segundos y en un momento se convirtió en un récord
"No llegué a conseguir el récord del mundo de la nada. Previamente, había mejorado mi tiempo en cinco ocasiones, paso a paso, alrededor de la marca de los 48 segundos y en un momento se convirtió en un récord mundial", se defendió. "Además, todos los récords del mundo son de alguna forma una excepción, así que ahora tiene que venir alguien, o nacer alguien, que va a batir este récord. Esto pasará en algún momento".
Los críticos con Koch piden que se tenga en cuenta la evidencia disponible. El dopaje sistemático y apoyado por el estado en Alemania Oriental estaba administrado por la policía secreta, la Stasi. Al producirse la reunificación alemana, en 1990, los registros de la Stasi fueron otorgados a un miembro del Consejo Científico Alemán, el profesor Werner Franke. El puso a disposición del público esos registros, detallando quién estaba recibiendo sustancias prohibidas y en qué cantidades. Su esposa, Brigitte Berendonk, también publicó un libro en 1992 que contenía datos de dopaje de muchos atletas de Alemania Oriental en aquel entonces, incluida Koch. Tras su publicación, Koch amenazó con querellarse, pero nunca lo hizo.
Los datos con las dosis de las sustancias prohibidas que publicó el profesor Franke se usaron en muchas ocasiones en los últimos 25 años. Específicamente, ayudó a ex atletas de Alemania Oriental a pedir una indemnización por enfermedades derivadas de su uso de productos para mejorar su desempeño deportivo. Pero el organismo que gobierna el atletismo a nivel mundial, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés) nunca usó esos datos para lanzar su propia investigación.
Dice que no puede actuar porque la infracción prescribe a los 10 años, según el código de la Agencia Mundial Antidopaje al que se ha adherido la IAAF. Pero la IAAF le dijo a la BBC que podría actuar si un atleta "admite haber utilizado o haberse beneficiado de una sustancia o técnica prohibida en su momento". Esto podría implicar la anulación del récord.
Parece que nada. Algunas de las antiguas compañeras de equipo de Koch pidieron que sus tiempos se eliminen de los libros de récords. Koch mantiene que no necesita defender su reputación continuamente. "Todo el mundo que me conoce sabe que no necesito la publicidad", dijo. "Si me preguntan, respondo. Por el resto, tengo que vivir con ello".
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