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Tecnológicamente, los equipos de la Fórmula 1 no pueden darse el lujo de estancarse. Siempre hay un rival poderoso al acecho, trabajando en la oscuridad para superar al que marca las pautas. Al líder. Miles de kilómetros en ensayos para perfeccionar el rendimiento de una máquina no alcanzan, a veces, para garantizar un resultado. Eso lo saben todos.
La legendaria casa Ferrari está acostumbrada a la gloria desde que empezó a participar en el Mundial de conductores, junto con su creación, en 1950. Por eso, pese a vencer en el certamen de 2001 con relativa comodidad, siguió trabajando para mantenerse arriba. Así, ante una temporada que a priori se vendía como más competitiva que la anterior, empezó a generar una nueva arma de combate. La diseñó Rory Byrne en Maranello, la desarrollaron en Mugello bajo la supervisión de Jean Todt y enseguida salieron a la luz los primeros tests: “Es más competitiva que el modelo F2001”, fue la sentencia general en la escudería italiana. La llamaron F2002.
El 6 de febrero último, Michael Schumacher y Rubens Barrichello corrieron la roja manta que cubría la flamante joya y la nueva arma quedó al descubierto en Maranello, encandilada por los flashes. Nacía uno de los grandes coches de la casa.
“Bellissima!”, fue la expresión generalizada de los tifosi al ver el coche con el que Schumy saldría a buscar la quinta corona mundial. Al mismo tiempo, la miraban con cierto recelo. Es que el F2001 les dio muchas satisfacciones a los hinchas italianos y la nueva máquina no dejaba de ser una incógnita.
Cuando el 3 de marzo se largó el torneo en Australia, el equipo se presentó con el viejo coche y Schumacher ganó sin apremios. Después vino Malasia y la nueva Ferrari volvió a brillar por su ausencia, pese a las promesas de que sería presentada allí.
Se generó un dilema. Por un lado, el modelo predecesor aún era altamente competitivo; por el otro, se sabía que el team que más dinero gasta para ganar el mundial (su presupuesto anual asciende a más de 250 millones de dólares) no podía darse el lujo de desarrollar una máquina para exhibirla en una presentación y guardarla para mejor oportunidad.
Schumacher, visionario, empezó a elogiar el nuevo modelo. “Me siento más abajo en el cockpit y eso me da mayor comodidad”, dijo el campeón, quien encontró en ese detalle la primera ventaja, aun sin dar una sola vuelta.
“El motor, los componentes mecánicos y la aerodinámica son superiores al viejo coche. Todo indica que debe ser superior”, agregó, muy confiado, el alemán.
Algo se dedujo muy rápido. La F2002 nació veloz, pero la F2001 la superaba en confiabilidad. Sólo cuando este último ítem quedó resuelto, el nueva modelo estuvo presto para salir al ruedo. En Brasil no le pudo ir mejor, aunque se generaron ciertas controversias, porque Barrichello fue a Interlagos con el viejo auto. Pero ayer, después de algunos ajustes, apareció en toda su dimensión. Los dos coches quedaron al frente en los ensayos, en la clasificación y en la carrera. Todo eso, respaldado por un fantástico trabajo en los repostajes del GP.
Las modificaciones salientes son las que aquí se destacan. El resto, como los detalles que llevan al motor 051 de diez cilindros a su máxima potencia, en Maranello son poco menos que un secreto de Estado.
Si habrá más páginas de gloria, sólo el tiempo y la pericia de sus pilotos podrán determinarlo...



