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Peter Holt, de 62 años, ex combatiente de Vietnam, director general de Holt Cat en los Estados Unidos, la mayor distribuidora de Caterpillar en el mundo, no soportó los rumores sobre la posible salida de Manu Ginóbili hacia otro equipo y levantó la palma de la mano. "¡Basta!", sentenció. Como buen empresario, hizo números rápidos y dejó un mensaje a sus asistentes, que se entendió como que "invertir en Ginóbili es un dinero bien gastado".
Peter Holt, asiduo concurrente a la primera fila de plateas del AT&T Center, casi siempre calzado con botas texanas, es dueño de la empresa Spurs Sports & Entertainment, que aglutina al equipo de la NBA; al conjunto femenino Silver Start, que juega en la WNBA; a los Toros de Austin, que actúan en la Liga de Desarrollo de básquetbol, y a un plantel de hockey sobre hielo llamado San Antonio Rampage. Un hombre del deporte al que no le importará pagarle 38.900.000 dólares por tres años al argentino, aunque deba hacerse cargo de un elevado costo por el impuesto de lujo. Dentro del pool de equipos, bien puede licuarse la diferencia para mantener a un ícono de la empresa. Dicen que Holt tomó la decisión después de que Manu le metió 43 puntos a Orlando en el AT&T Center, es decir, frente a sus ojos, y luego de leer una declaración de Ginóbili, al día siguiente, en el San Antonio Express: "Jugué 8 años aquí, pero éste puede ser el último".
Inmediatamente, las frías charlas entre el agente de Manu, Herb Rudoy, y el general manager de los Spurs, R. C. Buford, se transformaron en calientes y expeditivas. "Me sorprendió el cambio en las negociaciones. Pensé que iba camino de ser agente libre. Nunca tuve una actitud amenazante; siempre repetí que me gustaría quedarme, pero no había señales", aclaró el bahiense.
La fenomenal actuación del domingo pasado en Los Angeles, ante los Lakers, que le permitió a Manu completar 75 tantos en dos partidos, terminaron por decidir a Holt, que el lunes, desde su despacho, avisó a su gente que Manu debía quedarse. Holt, sensible al pulso popular, conocedor de la idolatría que genera el argentino, entendió que retenerlo implicaba un rédito político también. Por eso, de la nada se pasó a casi todo. Restan detalles importantes por pulir, quizá la posibilidad de que Manu juegue el Mundial de Turquía. "[Pero] estamos más cerca que nunca y me siento conforme", agregó el campeón olímpico. "Todo es cuestión de horas", dijo ayer.
Holt y su señora volverán a sentarse tranquilos allí, en medio de la cancha, para disfrutar de los saludos de la gente, que lo cuenta como ciudadano ilustre, y de Manu, en la cancha, claro.




