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PINAMAR.- Se realizó por tercer año consecutivo y con la organización de Sosasur la Cariló Big Salada, una de las pruebas más exigentes del calendario bonaerense, la cual contó con la participación de treinta y dos equipos.
Los competidores debieron recorrer alrededor de ciento cincuenta kilómetros, cruzando la ciudad y las playas de Pinamar, las arenas y los bosques de Cariló, y la laguna Salada Grande de General Madariaga.
El frío, la humedad y el constante viento fueron los condimentos especiales que tuvo esta competencia. La aventura comenzó cerca de las 15. En el primer tramo, las parejas debieron completar ochocientos metros hasta la avenida Bunge y la costa, allí se les entregó un mapa de la ciudad de Pinamar con cuatro puntos por los que debían pasar sin separarse. Allí, en cada uno de los cuatro lugares los equipos recibían un testigo. Una vez cumplida esa misión debían retornar a la largada para tomar sus bicicletas y dirigirse por la playa a Cariló hasta el parque cerrado en Balneario Divisadero.
El viento sur y las duras condiciones del terreno dificultaron el andar de las bicicletas; durante la mayor parte del trayecto los competidores debieron cargar al hombro las bicicletas.
La próxima etapa, ya en Cariló y running mediante, tenía previsto un recorrido de dieciocho kilómetros por los médanos. Por aquel momento se presentaba un nuevo inconveniente: la llegada de la noche. Más tarde sería el turno de los caminos rurales de Madariaga. Allí nuevamente en bicicleta, los participantes debían dirigirse hacia el Club de Pesca Laguna Salada Grande, donde se encontraba el campamento y la asistencia técnica. Dadas las duras condiciones climáticas y los riesgos de que los deportistas sufrieran posibles hipotermias, los organizadores de la carrera determinaron parar por cinco horas la competición. Tras la detención obligada, y aún de noche, los equipos retornaron a la aventura respetando el orden de llegada y la diferencia de tiempo.
El reto siguiente era un trekking nocturno valiéndose de la lectura de mapas. Allí, los competidores en más de una ocasión debieron desde internarse entre los juncos con el agua hasta la cintura hasta soportar barro hasta las rodillas. Fue en esta parte donde el equipo Canaglia-Andreani perdió la punta producto de una desorientación; mucho debieron luchar para quedarse con un lugar en el podio.
Tanto el equipo Bicyshop como Ironcata Triam usufructuaron este paso en falso de los punteros para obtener lo que al final de la competencia sería el primer y segundo lugar, respectivamente.
Una vez sorteado ese tramo quedaba navegar la laguna sobre los kayaks. Los equipos debían subirse a las embarcaciones, completar el trayecto diseñado por la organización y otra vez en el muelle completar los metros finales corriendo.
Si bien esta etapa, la última de la carrera, no presentaba, a priori, mayores dificultades para alguien adiestrado en el manejo de los kayaks, el cansancio acumulado se convirtió en el mayor de los enemigos de los deportistas.
A medida que los equipos iban completando esta navegación y así concluyendo la carrera, la emoción se apoderaba de cada uno de los involucrados.
Poco después de las 11.30, los equipos de punta cruzaron la meta ante una gran cantidad de público que los recibía entre gritos y aplausos.
Para los teams más relegados se acortaron las distancias de kayak, así de esa forma se les permitió realizar todas las disciplinas incorporadas en la carrera y se agilizó el final de la competencia.
Al final del día, y luego de que los corredores repusieron energías con el almuerzo, Pablo Sosa, el organizador de la prueba, realizó la ceremonia de premiación.
PINAMAR.- Tras la carrera, el equipo Bicyshop habló de la exigencia de la prueba: "Demostramos que estas pruebas no se ganan sólo corriendo, sino también pensando", dijo José María Tugores. Y agregó: "Desde lo físico, uno de los tramos más complicados de MTB fue el que debimos enfrentar en la costa del lago. Pero la noche fue la que más pegó sobre el perfil anímico. El frío y el cansancio, poco a poco, impactaron en lo físico".
Los integrantes de Ironcata encararon la carrara con una filosofía muy particular: "Nos conocimos dos días antes de la carrera y casi sin pensarlo mucho nos anotamos. Por ende, teníamos un objetivo bien claro: disfrutar. Los buenos resultados y el podio eran casi dos sueños lejanos", comentó Guillermo Prusso.
Y por último repasaron cómo llegaron al podio: "Antes de largar el domingo a la mañana estábamos novenos, pero hicimos un buen trekking y eso nos permitió no sólo ganar posiciones, sino también comenzar a soñar con un lugar en el podio", explicó Luis Bagaloni, el otro integrante del equipo.
Gerardo De Vita, miembro del equipo Canaglia-Andreani, que terminó en la tercera ubicación, sentía un saber semiamargo por el resultado obtenido. "La última jornada salimos una hora antes que el resto, pero contamos con la desventaja de no tener luz natural. De todas maneras levantamos mucho al final y pudimos acceder a un puesto en el podio", concluye De Vita.


