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Una verdadera máquina de ganar. Así, sin miedo de equivocarse, se puede describir a Federico Castaing , de 41 años, el hombre que se consagró campeón nacional de saltos, con Gullit Shagal.
Resultó realmente llamativa la cantidad de pruebas importantes que el jinete se adjudicó con este ejemplar en la última temporada, coronada hace un mes con el título máximo de la equitación argentina, el Campeonato Nacional. Además, obtuvo seis triunfos consecutivos, entre el 11 de agosto y el 30 de septiembre; una muestra de la regularidad en su rendimiento.
Y es más curioso aún cuando se toma en cuenta la poca alzada del tordillo (1,54m), más apropiada para un petiso de polo que para un caballo de salto.
Castaing califica a la última temporada como "casi insuperable. Gullit Shagal mantuvo su constancia prácticamente sin bajones, con clasificaciones desde el principio hasta el final". El jinete acudió al encuentro con LA NACION vestido de remera y short. "Vengo de correr", se excusó, y admitió que no le gusta mucho, pese a reconocer que es bueno para mantenerse en forma.
¿A qué se atribuyen tantos éxitos? "Nos tenemos una confianza mutua, casi ciega", explicó el jinete. Y agregó: "Gullit se adapta a mí y yo a él. No se necesita más que entenderlo; no intento corregir sus pequeños errores, sino que lo principal es potenciar sus virtudes."
Entre estos puntos fuertes de su montado, Castaing destacó con orgullo una boca extraordinaria y obediente para la conducción, mansedumbre, elasticidad, gran capacidad para cubrir saltos anchos y corrales, y una rapidez casi como la de un caballo de polo para doblar. "Para vencerlo, hay que poner todo el esfuerzo", señaló.
El jinete, padre de Camille, de 8 años, y de Agustín, de 6, compara a Gullit con un chico que a veces se porta mal... pero al que no es preciso aplicarle el rigor. "Hay que ser firme, pero nunca agresivo con él."
Gullit Shagal es de cría holandesa, con sangre anglo-árabe, y tiene 13 años . Anteriormente, fue saltado por Oscar Fuentes y por Luis Magnasco. Luego, Alejandro Ivanissevich lo compró para su hija, Ana. Pero el caballo necesitaba un jinete más experimentado y entonces su dueño le ofreció la monta a Castaing, que compite con él desde mediados de 1999.
Castaing cuenta con varios títulos en su haber, entre ellos, el Campeonato Nacional de prueba completa en 1979; el Campeonato Nacional de salto -por primera vez- en 1992, y la medalla plateada en prueba completa en los Juegos Panamericanos de 1995.
"Sufrí más para lograr el segundo título nacional por la presión de ser el favorito", confesó. "La hinchada que tiene Gullit es impresionante, y sentí el peso de ser el candidato también para los entendidos."
A Castaing le pareció increíble que después de tantos años estuviera nervioso en una competencia. "Todo el mundo cree que soy frío; la experiencia me permite controlar los nervios, pero siempre tiene que estar esa carga de adrenalina."
Según el jinete, el punto débil del caballo está en los cascos, pues sufre rajaduras en ellos . Por esa razón necesita un trabajo muy regulado: prácticamente no se entrena, se monta dos veces por semana, pasea otras dos con el petisero y durante el día está suelto en un piquete en el Club Hípico Santa Lucía, de Pilar.
También cuenta con un equipo de profesionales para mantenerlo diez puntos. Gracias al trabajo de los veterinarios Rodolfo Patelli y Horacio País -este último aportó mucho para mejorar la condición de los cascos- y el reconocido herrero Toto en el Club Alemán de Equitación, el caballo está mejor. "Dimos ventaja en 2000 porque Gullit no estaba al ciento por ciento", se lamentó Castaing.
Aunque parezca mentira, el último campeón nacional admite que no le gusta el salto: "Competís contra la pista como un golfista y esperás a ver cómo les va a los rivales. La verdad es que prefiero los deportes en los que se compite en el momento contra el rival, como el polo. Pero Dios me dio condiciones para el salto y lo tengo que hacer".
Ante la consulta sobre su participación en el Campeonato Mundial de saltos, que se disputará en septiembre próximo, en Jerez de la Frontera, España, Castaing se mostró cauteloso. "Al principio, me autoexcluí. El Mundial es más difícil que los Juegos Olímpicos. No hay que engañarse porque andamos bien aquí. Allí están los mejores."
Con todo, si la Federación Ecuestre Argentina precisa un binomio consagrado para completar el equipo, estaría dispuesto a participar. De todos modos, falta mucho y aún puede reconsiderar su posición.
A la hora de mirar el futuro, Castaing no se ve saltando dentro de 10 años. "Me gustaría ser entrenador para ayudar a los alumnos jóvenes y devolverle algo a la equitación, que me brindó mucho", expresó. Al jinete le fascina la idea de motivar a los alumnos para ir en busca de la victoria, de transmitirles el empuje que lo caracteriza. Si hay algo que les sobra a Castaing y a Gullit Shagal es el impulso por ganar, algo que seguramente repetirán en este 2002.


