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COPENHAGUE.- La violencia ya había golpeado en las semifinales de la Copa UEFA y los antecedentes encendieron la alarma. Hubo tiempo para estructurar un sistema de prevención. Para la final entre Arsenal y Galatasaray se montó un operativo de seguridad en el que participaron 2000 agentes dinamarqueses (una quinta parte del personal policial del país), además de veinte detectives que llegaron de Inglaterra y de Turquía para detectar a los violentos.
Pero parece ser que hay cosas que no pueden solucionarse ni siquiera en el Primer Mundo. Pocas horas antes del partido, hinchas ingleses y turcos mantuvieron duros enfrentamientos en las cercanías del Parken Stadium y dejaron el saldo de doce heridos graves, decenas de detenidos y destrozos en distintos sectores de la ciudad.
Todo comenzó en Turquía, el 5 de abril último: dos simpatizantes de Leeds United fueron asesinados en un bar de Estambul antes del primer partido con Galatasaray.
Se sabía que la historia podía repetirse en la final. El periódico inglés The Observer anunció una alianza entre los hooligans de varios equipos británicos para desquitarse de los turcos. Se dijo que habría fanáticos de Leeds, de Chelsea, de Glasgow Rangers, de Cardiff y de Swansea, entre otros.
Pero nadie pudo evitarlo. Anteanoche se produjeron los primeros incidentes. Unos 250 hinchas turcos atacaron a 50 simpatizantes de Arsenal que se encontraban en un restaurante.
Enseguida varios hooligans que se encontraban en los alrededores del local se sumaron. Los testimonios fotográficos son elocuentes. Se utilizaron como proyectiles botellas, sillas y hasta bicicletas. Las calles de Copenhague se transformaron en un campo de batalla. Los seguidores de Galatasaray, una vez más, provocaron heridas de armas blancas al menos a cuatro hinchas ingleses y otros tres fueron internados con contusiones.
Después, las dos parcialidades se separaron, pero lejos de calmarse, se dedicaron a romper los cristales de cuanto comercio encontraron.
Flemming Munch, vocero de la policía de Dinamarca, confirmó que hubo 15 detenidos y dijo: "Una persona británica tiene una herida grave en el tórax, pero sobrevivirá".
Uno de los hinchas apuñalados fue un londinense de 41 años llamado Paul Dineen. Tras dejar el hospital en el que fue atendido, dijo: "Los médicos me aseguraron que estuve cerca de la muerte y la verdad es que pensé que me moría. Ellos nos provocaron y luego nos atacaron".
Las noticias sobre el conflicto se reflejaron en las portadas de los diarios de Copenhague. La mayoría de los medios pidió que la UEFA pagara los gastos ocasionados por los incidentes previos a la final.
Vale aclarar que las finales de las copas europeas se juegan en una sede fija, elegida por la UEFA antes de comenzar el torneo.
En Gran Bretaña, las agencias de turismo en las que más de 2000 hinchas de Arsenal contrataron tours especiales, ofrecieron devolver el dinero a aquellos que no quisieran arriesgarse a viajar. Sólo doce de ellos optaron por cambiar los pasajes.
Ayer hubo más enfrentamientos. Cien hooligans se cruzaron con la policía local en un combate que se prolongó durante dos horas. Se lanzaron gases lacrimógenos y al final diez ingleses fueron arrestados.
En el desorden pudo verse a un turco con un corte en la cara por un botellazo. Un ciudadano dinamarqués relataba con asombro: "Vi a un grupo de turcos que golpeaba a un inglés con una sombrilla". Las mismas imágenes se multiplicaron en la estación de trenes y en las plazas. Varios camarógrafos y fotógrafos fueron atacados por los violentos.
La policía cortó varias calles y en cada esquina se repitieron las agresiones. El resultado del segundo día: dos ingleses, un dinamarqués, un turco y un holandés, heridos. "El más grave es uno de los ingleses, que recibió una puñalada en la espalda y le lesionó el pulmón", dijo un vocero del sanatorio Rigshospitalet.
Después quedaron las calles desiertas. El miedo encerró en sus casas a los habitantes de una ciudad sacudida por una guerra que nació con un partido de fútbol.




