El Gráfico, víctima de un cambio mundial
Suiza, ese país en el que todo parece funcionar a la perfección, verá nacer una nueva publicación periodística este año. El proyecto es ambicioso, porque se llama Número 1 y promete ser la "mejor revista de deportes de la historia". Eso sí, Número 1 nacerá y morirá con el primer número. Sus promotores saben que el asunto no da para más. Se basaron en el crowdfunding, recaudaron 130.000 dólares y vendieron ya miles de ejemplares por suscripción. No quieren mas, no necesitan más.
Tan diferente a la historia de El Gráfico, que a punto estuvo de cumplir cien años en los kioskos. Y, sin embargo, pertinente.
¿Qué le pasó a esa revista a la que decenas de miles de lectores esperaban ansiosos los lunes a la noche? A El Gráfico le sucedieron muchas cosas; algunas probablemente evitables, la mayoría, probablemente no. El Gráfico, con una fuerte dosis de delay gracias a la histórica potencia de su marca, es víctima de algo que explotó en los 90, el "arrevistamiento" de los diarios y la multiplicación de las fuentes de información en todo lo que tiene que ver con el deporte.
En los años de esplendor de El Gráfico no había un diario deportivo como Olé, y tampoco LA NACION tenía un suplemento diario. No existían los canales de deportes en la televisión, ni hablar de las redes sociales. No se veían todos los partidos (de fútbol, de tenis, de básquet, de lo que fuere) en directo y con un nivel de producción que convierte al sofá en el mejor de los estadios.
En una sociedad saturada de información, hacer una revista semanal o mensual es un desafío descomunal. Lo era ya cuando El Gráfico se erigió en referencia, lo es mucho más hoy, con una generación absolutamente impaciente, que se acostumbró a ver y digerir todo en el mismo momento en que sucede. Una generación plenamente audiovisual.
Hace ya unos años que en España no se edita Don Balón, una revista que fue referente aunque no le llegara ni a los talones a El Gráfico de la época del esplendor. Y en estos días se supo que dos míticas cabeceras del periodismo español, Tiempo e Interviú, dejarán de editarse. Todo cambia, todo es incierto, y en esas turbulencias sucumbió una revista que en los últimos años fue apenas mensual y con un impacto periodístico mucho menor al de décadas atrás. La pregunta clave es la siguiente: ¿podrá El Gráfico seguir siendo El Gráfico ya fuera del papel y viviendo sólo en una plataforma virtual? Si el proyecto fuera ése y la respuesta fuera sí, la mala noticia se transformaría en buena.
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