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ientras busca cerrar un acuerdo comercial que le permita asumir, sin déficit, los costos de organización, la Unión Argentina de Rugby se apresta a lanzar el Torneo del Interior o la Liga del Interior, un novedoso campeonato que abarcará a equipos de las 20 uniones del país -con excepción de participantes de Buenos Aires- desde el sábado próximo.
La indefinición del nombre del torneo es un tema menor, apenas una cuestión de maquillaje para un certamen que, cuantitativa y cualitativamente, debería sacudir las estructuras regionales de esta actividad.
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Se cree que este torneo que, como novedad saliente incorporará el sistema de puntuación del Súper 12 (puntos extras a los equipos que marquen cuatro o más tries y, también, para aquellos que pierdan por siete o menos tantos), fortalecerá el desarrollo de algunos clubes que, en sus respectivos campeonatos locales, sólo juegan dos o cuatro partidos exigentes al año.
Sucede, con mayor crudeza, en Rosario, donde entre Duendes y Jockey se repartieron los últimos títulos y, salvo, alguna irrupción esporádica de Gimnasia y Esgrima, ganan todos sus partidos por goleada y viven esperando el choque entre ellos para que el asunto tenga un poco de sabor.
Con matices diferentes, otro tanto ocurre en Mendoza -Marista, Los Tordos y Liceo están lejos del resto- y en Córdoba (competencia dominada en 1998 por Tala y Jockey).
El único torneo que escapa a estas características es el tucumano, con un nivel parejísimo y con choques altamente emotivos entre los cuatro conjuntos que pelean por la coronación (Universitario, Los Tarcos, Lawn Tennis y Tucumán Rugby), sin olvidar los dolores de cabeza que en la etapa preliminar provocaron Lince, Cardenales o el alicaído Natación y Gimnasia.
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Pero ninguno de los representantes de estas provincias -las más fuertes y tradicionales del país, se recuerda- puede asegurar que está en condiciones de igualdad cuando tiene que enfrentarse con un club fuerte de Buenos Aires.
El Torneo Nacional de Clubes aporta ejemplos concluyentes al respecto: cinco campeonatos disputados y cuatro títulos para los equipos de Buenos Aires (el SIC en 1993 y 1994, el CASI en 1995 e Hindú en 1996) y sólo uno para el Jockey rosarino, que concretó la hazaña de romper esta hegemonía en 1997, al derrotar en la final al supercandidato Hindú.
Fue una excepción a la marcada tendencia que indicaba una cada vez mayor superioridad de los clubes de la URBA. Repasemos: en 1993 llegó a la final Tucumán Rugby y en 1994 fue La Tablada (Córdoba); pero en 1995 definieron dos bonaerenses: el CASI y La Plata, mientras que en 1996 sólo un representante de las provincias consiguió arribar a las semifinales, el meritorio Liceo mendocino.
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Claro que existen diferencias en aspectos técnicos -en Buenos Aires se juega con un ritmo superior-, pero no es el objetivo de estas líneas establecer distancias. Porque lo valioso de este emprendimiento llamado Torneo del Interior o Liga del Interior es el carácter integrador y, por supuesto, la posibilidad concreta de apuntalar la competencia interna, uno de los pilares sobre el que debe asentarse un deporte con pretensiones de crecimiento.

