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Hace un año y medio Wilmar Valdez era vicepresidente de Rentistas, un humilde equipo uruguayo que en la última década osciló entre la primera y la segunda división del fútbol charrúa. Hoy, en medio del escándalo de la FIFA, hoy llegó a ser presidente de la Conmebol.
La historia de esa carrera meteórica es inusual y accidentada. En 2014, Francisco Casal y Tenfield presionaron hasta que lograron desplazar a Sebastián Bauzá de la Asociación Uruguaya de Fútbol. En ese momento, Valdez era el titular interino de Rentistas por la suspensión que había sufrido Mario Bursztyn, justamente por la denuncia que había presentado -junto con otros clubes-, para intentar remover del cargo a Bauzá.
Cuando Bauzá renunció en marzo de ese año, los clubes se juntaron para elegir nuevo presidente. Querían a Óscar Curutchet, pero no aceptó el cargo, que derivó entonces en Valdez.
Pero la situación no fue tan fácil, porque algunos clubes lo rechazaban. Pasaron varios meses hasta que fuera confirmado como presidente de la AUF.
Y la misma situación se repitió en la Conmebol. No fue hasta que consiguió la aprobación de la AUF que consiguió ser incorporado en el Comité Ejecutivo de la Confederación.
A Valdez se le asignó un cargo como vicepresidente segundo de la Conmebol. Pero tras las denuncias sobre el chileno Jadue, vicepresidente primero, y la detención del paraguayo Napout, presidente del organismo, automáticamente quedó designado como máxima autoridad del fútbol sudamericano de manera interina.
Fuente: www.contragolpe.com.uy
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