Las calles de Brasil, entre el déjà vu y una tristeza anticipada por la eliminación
SAN PABLO - No se entiende. No se asume. No se digiere. En Brasil, nadie esperaba ese tropiezo. Al menos, no antes de las hipotéticas semifinales ante Francia, un rival que, en principio, amenazaba mucho más el hexacampeonato mundial que esta generación belga, tan prometedora como imprevisible. El camino se abría con la eliminación de Alemania, la caída de Argentina y la sorpresiva victoria rusa ante España. En San Pablo y Río de Janeiro, las desdichas ajenas se disfrutaban, pero se celebraban con mesura en la previa del cruce ante los belgas en Kazan.
Como si fuese una orden del propio Tite , el "pueblo brasileño" esperó el partido de cuartos de final ante Bélgica con mucha ilusión, pero sin hacer demasiado ruido. Ya se pensaba, casi murmurando, en el medio período del martes. Trabajar, una vez más, de 8 a 13, para ver el partido de semifinales, ante Francia. Pero el paso a paso, el camino silencioso hacia la sexta estrella, trastabilló.
En los bares, todos repletos, el cimbronazo tuvo cara de déjà vú. Cuando Kevin De Bruyne marcó el segundo gol belga, no fueron pocos los que comenzaron a especular con una goleada de los europeos. El trauma del 1-7 ante Alemania, en Brasil 2014, no salió de la cabeza de los brasileños, más allá de su absoluta confianza en Tite y sus poderes curativos en mentes que estaban contaminadas por el pasado, como las de Marcelo, Fernandinho (titulares en la triste noche de Belo Horizonte), Neymar y Thiago Silva, entre otros, presentes en el Mundial que quema en las retinas de todos los brasileños.
Tristes, pero siempre fieles a su sentido del humor inalterable ante las adversidades, los memes en las redes sociales no se hicieron esperar. Primero, aún en el entretiempo, jugando con los colores de las banderas de Bélgica y Alemania, últimos verdugos de la verdeamarela. Después, mostrando un asiento vacío, reservado para Neymar, en un avión en el cual ya estaban sentados Sergio Ramos, Cristiano Ronaldo y, claro, Lionel Messi. Y así, se fueron multiplicando las burlas.
En los principales títulos de la prensa brasileña, los títulos reflejaron más incredulidad que tristeza. Todas, absolutamente todas las coberturas esperaban llegar, por lo menos, hasta los primeros días de la próxima semana. El partido ante Francia aparecía como un escollo real; el de hoy, ante Bélgica, un trámite a firmar. "¡Qué Diablos!", tituló el sitio globoesporte.com, inmediatamente después de la eliminación brasileña, jugando con el apodo de la selección que se convirtió en juez de una nueva desilusión de los pentacampeones mundiales.
Otro de los medios más visitados por los brasileños, UOL, fue un poco más tajante. "La generación Neymar vuelve a fallar y ya son ocho años de Brasil como actor de reparto", dice el sitio online. "Daba para ir más lejos", resalta la publicación, reflejando el sentimiento de la mayoría de los brasileños. Hoy no era el día para parar, hoy la noche parecía ser larga, una nueva jornada de fiesta.
Más tradicionales, Folha de São Paulo y Estado de São Paulo, prefieren dejar la tristeza en las estadísticas. "Brasil pierde con Bélgica y está eliminado", titula el primero, ilustrando con una fotografía de Neymar en el suelo, dolorido, tal vez una postal de esta frustración brasileña, una más desde el último título, en Corea-Japón 2002. "El Brasil de Tite se estrella con Bélgica" destaca, casi en consonancia con su diario vecino, Estadão. Sin embargo, la foto de portada, en este caso, es un Tite desorientado, buscando explicaciones en el cielo.
En las calles de San Pablo, los hinchas abandonaban casas y bares en silencio, frustrados por un Mundial de Rusia que, ni en las expectativas más negativas, tendría hoy, viernes, ese fin tan trágico y abrupto. "Tenía miedo de Francia en semifinales. Cuando vi a Mbappé y compañía vencer con tranquilidad a Uruguay, empecé a pensar en el duelo del martes. Nunca, ni en mis peores sueños, pensé que la fantasía del hexacampeonato se acabaría hoy", dijo a LA NACION Fernando, caminando a ritmo lento hacia una noche profunda de viernes que se presentía festiva y terminó a puro lamento en todo Brasil.
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