La final de Qatar ha entrado en la historia como un duelo irrepetible, en el que el capitán argentino volvió a sorprender al mundo

No hay exageraciones con Messi. Es al revés. Todo lo que se diga o se escriba sobre Leo quedará corto. Sus propias estadísticas impresionantes lo limitan. Elegí la que más te guste. Títulos, goles, pases gol, partidos, chances creadas, reproducciones de jugadas en YouTube. La que vos quieras. No alcanza. Messi es muchísimo más que eso. No se puede reducir a números, por más escalofriantes que sean. Messi ha formado parte de nuestras vidas durante casi 18 años. Desde aquel Mundial Juvenil de Holanda 2005 a este de Qatar 2022. En cada uno de los 1003 partidos que jugó, nos dejó por lo menos una jugada para el recuerdo. “Viste lo que hizo Leo hoy?”, comentamos en casa, en la oficina o en un chat. Nos hizo emocionar muchísimas veces. La inmensa mayoría con alegría y con disfrute. Una gambeta, un quiebre, un freno, un amague, un pase, un gol, un festejo, una sonrisa, un llanto. En la Selección, en Barcelona y en PSG. Messi siempre jugó nosotros, para la gente.

El desahogo argentino, después de la batalla del Lusail
El desahogo argentino, después de la batalla del LusailAníbal Greco - La Nación

Las redes sociales no existían cuando debutaba en Barcelona durante un amistoso contra Porto en 2003. Ya había sufrido el desarraigo. Ya había soportado las inyecciones en sus piernas que él mismo se daba parte de su tratamiento para crecer. Trascendió al tiempo. Fuimos testigos de su reconversión futbolística: de aquella máquina de gambetearse todo en modo rodillo a este artista que elige lugares y momentos para dejar huella con su obra. “El mejor Messi siempre es el último”, dijo una vez su ídolo Pablo Aimar. La Pura Verdad.

En toda tu vida, en tu carrera, hay dos o tres veces en los que realmente estás en una misión de grandeza. Cuando estas ahi, tenés que saber cómo comportarte, como percibirte y cómo llevarlo adelante. Te la tenés que creer. Asumir ese momento para alcanzar ese estándar de grandeza y excelencia. Fue exactamente lo que hizo. No sólo él, todo el equipo. Todos visualizaron y creyeron ese momento para ganarse la eternidad. Todos captaron esta final como la chance de llegar a ese momento trascendente. Jugaron a la nuestra, compitieron, se vaciaron, se recuperaron de las adversidades y se consagraron campeones. Leo jugó una final a la altura de su carrera. Engañó a Lloris en los dos penales. Sus dos toques decoraron y determinaron la jugada para el golazo de Di María, una combinación fabulosa con Alexis, Julián y el dueño del festejo. Fue amo y señor de 80 minutos maravillosos que protagonizó el equipo. Sintió el golpe de esa pelota perdida previa al empate de esa bestia llamada Kylian Mbappé, su contrafigura en este espectáculo extraordinario e irrepetible.

Kylian Mbappe: una máquina que seguirá aspirando al trono de Messi
Kylian Mbappe: una máquina que seguirá aspirando al trono de MessiMartin Meissner - AP

Hemos visto en Lusail la mejor confrontación deportiva de la historia en el alto rendimiento. Lloris le sacó el tercero en la última de los 90. Marcó el 3-2 como nueve de toda la vida y ese momento parecía ese doble de MJ contra los Jazz en la final del 98′. Pero Mbappé no se rindió y lo empató otra vez. El duelo entre el artista y la máquina ya ha entrado en la historia. Los dos patearon y acertaron primero para seguir alimentando una rivalidad impresionante que se sostuvo toda la noche. Solamente podía ganar uno. Y Leo recibió, otra vez, la ayuda de sus compañeros. “Este grupo no los va a dejar tirados” había garantizado luego del 1-2 ante Arabia Saudita. La premonición se quedó corta. El genio, la leyenda, el artista, la rutina de lo extraordinario sabe cuánto pesa la Copa del Mundo. Primero la miró y la besó en claro contraste con aquella foto de 2014. Recibió el merecidísimo premio al Balón de Oro. Y luego la levantó con esa sonrisa que le descubrimos de grande ya como papá de Thiago, Mateo y Ciro junto con Antonella, su compañera de toda la vida. Messi es patrimonio de la humanidad. Para muchas personas en el mundo, es incluso más grande que Argentina.

Ángel Di María celebra el segundo gol de Argentina: el socio infatigable, lleno de talento y valentía
Ángel Di María celebra el segundo gol de Argentina: el socio infatigable, lleno de talento y valentíaHassan Ammar - AP

Se merece todos los elogios. Todos aplican pero no alcanzan. No lo definen. Dejemos de lado la fama, el dinero, el respeto, la adulación, la admiración, la idolatría que sienten por él en todo el mundo. Ninguna de estas cosas que Leo ha generado lo define. Ninguna es su principal activo. Es su esencia. Su esencia es más profunda que su imagen. Su imagen es apenas una amplificación de lo que Leo Messi es. Saquemos todo eso que le dio el fútbol y llevémoslo a una cancha vacía con compañeros y rivales. Será tan genuino como siempre. Compartirá su amor por el juego. Mostrará sus ganas de competir y ganar. De eso se trata. Ahí está su esencia. Por eso lo amamos. Si este fue su último baile, no podría haber salido mejor. El 18 de diciembre de 2022 en Doha Lionel Andrés Messi alcanzó la inmortalidad

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