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De pronto, rompió el esquema y soltó una frase diferente, contundente, directa. Se desprendió de su clásica prosa pedagógica y defendió su idea con un lenguaje más futbolero. "Para ser gráfico: nos faltó ese pase que tenía Bochini..." Como si fuera una metáfora, buscó -y encontró- Marcelo Bielsa una sentencia que definió la razón por la falta de potencia goleadora. "El equipo no tuvo contundencia", admitió el entrenador, minutos después de vivir una tarde frénetica, con largas caminatas de aquí para allá, con gritos desaforados, con sus manos cubriéndose la cabeza, con su estilo habitual ante cada avance y retroceso argentino.
"El rendimiento ofensivo fue aprobado. Pero es un tema que se mide por goles y no por llegadas, por lo que nos queda una sensación de insatisfacción", señaló el entrenador, sin apartar en ningún momento su mirada fija sobre el suelo rojo del salón de conferencias del Monumental.
Antes y después, el monólogo del técnico fue fiel a su sello. Preciso, de frases largas si la pregunta lo requería, con monosílabos si el interrogante no lo entusiasmaba. "Lo de la gente (la relación del seleccionado con el público) se mide con producciones y victorias", dijo en un momento. "Suerte o pericia, para definir, a veces actúan como sinónimos", concluyó minutos después. "Siempre el (jugador) ausente es el que debería estar, el que solucionaría los problemas", fue otro de sus análisis.
Convencido de su idea y de sus intérpretes, defendió con elocuencia a Hernán Crespo, por ejemplo, más allá de la sequía goleadora. "Creo firmemente en Crespo, aunque sé que no está en su mejor versión", explicó. Mascherano ("No tuvo un buen primer tiempo, pero en el segundo demostró soltura y personalidad"), Tevez, Heinze y Abbondanzieri, entre otros, fueron blancos de su reconocimiento.
Fue gráfico, también, con el desempeño del ataque. "La Argentina recorrió todas las posibilidades ofensivas: por los costados, por abajo, con remates de media distancia, por elaboración, con movilidad, con llegadas. No lo hizo en forma excelente, pero hubo méritos", fue la conclusión.
En cuclillas, con los brazos posados en un cartel de publicidad o elevados sobre su cabeza, según el movimiento de la pelota, padeció y gozó con la producción. "Con Brasil había que recuperar y atacar. Con Paraguay se dio al revés, había que atacar y recuperar. Y en los dos partidos no obtuvimos lo que merecimos", explicó.
Expuso más análisis. "Defensivamente, la Argentina fue impecable", confió. "No puse a ningún jugador porque lo pida la gente", se defendió. "Los jugadores de ataque no se sintieron incómodos, no noté dificultades de superposición", definió.
Reprobado por el público en un momento del segundo tiempo, Bielsa está convencido del camino, aunque sin Aimar, sin D´Alessandro, ni Riquelme, el entrenador mostró su otro lado con una borrosa imagen de aquel exquisito N°10 de Independiente.


