Ramiro Bueno, más cerca del fútbol y lejos del cuarteto: “Soy la oveja negra de la familia”
Ramiro Bueno sueña con que su nombre trascienda desde el medio campo de El Porvenir para después escalar. Es que el hijo de Rodrigo, aquel recordado cantante, forma parte de un núcleo acostumbrado a la repercusión popular: integra una familia fuertemente marcada por la música y el fútbol. Ulises Bueno , hermano de Rodrigo, continuó el legado del cuarteto: hoy llena el Luna Park con su estilo propio, cada vez más alejado de la injerencia del Potro. En sus recitales invita a Magali Campos Olave, prima de Ramiro, que está haciéndose un lugar en la movida y que está casada con Matías Suárez, delantero de Belgrano. Cada visita a Córdoba para Ramiro consiste en asado, fútbol y familia.
Rodrigo era primo de Juan Carlos Olave. Ramiro cuenta que conoció el museo de camisetas del histórico arquero de Belgrano. Tampoco faltaban las chicanas de adolescente por su simpatía por River. “Yo le decía: ‘¿Cuándo piensan ganar algo?’, y me respondía: ‘Quedate tranquilo que con el daño que les hicimos ya estamos hechos’. Era una chicaneada tras otra, pero siempre con buena onda y humor”, cuenta sobre el arquero que llevó la cara de Rodrigo en su buzo como homenaje durante varios años. Vale recordar que, en 2011, Belgrano mandó a River a la B Nacional en la Promoción de ese año.
“Siempre digo que soy la oveja negra de la familia”, bromea. Lo cierto es que Ramiro también tuvo su faceta de cantante, con su banda en los años de secundaria en el San Pablo Apóstol, en Colegiales. Elige el rock sobre el cuarteto; sobre todo el nacional, con los Redondos a la cabeza.
Su apellido también le abrió la puerta más grande de la televisión argentina. Ramiro tenía 17 años cuando fue invitado a Showmatch por Mora Godoy, que bailaba un tema de Rodrigo. En un momento del programa, un emocionado Marcelo Tinelli lo hizo pasar al frente para contarle el cariño que le tenía a su papá. En medio de la charla, Flavio Mendoza lo propuso para que participara del Bailando por un sueño.
Ramiro se ríe de esa anécdota y admite que, si bien no tuvo una propuesta formal, sí lo llamaron varias veces para bailar como invitado en los tríos. “Gracias por la invitación, pero paso”, fue la respuesta: “Me da vergüenza ese nivel de exposición porque soy un queso bailando. Estar en ese lugar bailando cuarteto y con lo que fue mi papá hubiera sido bastante complicado. O lo hacés bien o lo hacés bien, y si te equivocás te matan”.
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