River campeón. De un consejo inesperado al ciclo más ganador: Gallardo construyó un equipo de época que no cree en casualidades
"Vengo a avisarle que me voy". Las palabras de Ramón Díaz cayeron como una bomba en el mundo River. Su intempestiva salida en mayo de 2014 sorprendió a todos y especialmente dejó atónito al presidente Rodolfo D'Onofrio. Sin tener un plan alternativo para la dirección técnica, la inesperada noticia finalmente terminó siendo el inicio de algo superador. Porque allí apareció la figura del manager Enzo Francescoli, quien siguió su intuición y le dijo a D'Onofrio que tenía el nombre para ser el nuevo DT: Marcelo Gallardo.
El River del Muñeco conquistó ayer el undécimo título (cuatro locales y siete internacionales) en las 15 finales que disputó. Y todo se inició hace más de cinco años y medio atrás, cuando Francescoli recomendó al DT sin que nadie lo tuviera en mente. Pese a que cuando era jugador no le veía condiciones ni pasta para ser entrenador, una serie de charlas que mantuvieron cuando Gallardo dirigía Nacional de Uruguay, una conversación en un restaurante y un fortuito encuentro en un puente aéreo Buenos Aires-Montevideo terminaron siendo, sin saberlo por aquel entonces, las primeras puntadas del ciclo más ganador de la historia del club de Núñez.
¿Qué le dijo a D'Onofrio cuando lo recomendó? Que era un gran tipo, una persona muy derecha, que lo consideraba un excelente profesional que había defendido la camiseta y conocía el club y que además sabía cómo jugar con el plantel de aquel entonces. "Es un entrenador de fútbol, pero sobre todo un líder con el que se puede hablar. El liderazgo no lo maneja con gritos ni amiguismos. Es su modo de conducir, de trabajar y de convencer desde la idea. Es muy sencillo, tiene un mensaje muy claro, y con el jugador tiene una ida y vuelta constante. Lo respeta y trata de entender su cabeza", lo supo definir Enzo tiempo después en LA NACION Revista.
Pero el exnúmero 10 no fue el primer técnico en carpeta. El manager millonario ya había mantenido contactos con Gerardo Martino, una situación que le comentó a Gallardo apenas se sentaron a conversar. Paradójicamente, el Muñeco estuvo muy cerca de ser entrenador de Newell's, que ya le había hecho una propuesta y le parecía muy interesante, pero se tomó 24 horas para pensarlo. En ese lapso de tiempo, mientras volvía de Buenos Aires, paró en Cardales a tomar un café y justo recibió el mensaje de Francescoli que luego derivó en la reunión que concretó su regreso al club. El destino es así.
Los secretos de un River de época que no cree en las casualidades
"Nací para esto". El 6 de junio de 2014, al asumir como técnico, Gallardo ya sabía que River podía ser su lugar en el mundo. Tras un exitoso paso por Nacional de Uruguay en la temporada 2011/12, el flamante DT se tomó dos años para descansar y realizar una extensa preparación para que el próximo desafío lo agarrara bien parado. Vaya si lo logró: para llegar a Núñez, armó un grupo de trabajo que sintiera como nadie el ADN riverplatense y alcanzó lugares históricos que el club nunca había saboreado.
Antes de su primera experiencia en Uruguay, el Muñeco ya había elegido a sus dos primeros integrantes del cuerpo técnico: Matías Biscay y Hernán Buján, con quienes comparte, según sus propias palabras, "una relación casi de hermandad" y una enorme pasión por la banda roja. Hoy siguen siendo sus dos fieles ayudantes que han sabido ayudar, acompañar y demostrar por qué ocupan el cargo sin titubear.
Empatía, mentalidad ganadora, inteligencia, comunicación directa y constante, unión de grupo, sentido de pertenencia, hábitos diarios para fortalecer la dinámica del equipo, compromiso con los compañeros, intensidad en el entrenamiento para potenciarse los días de partido, exigencia continua para subir la vara, entendimiento de los ejercicios de las prácticas para crecer... las aristas de trabajo de Gallardo y su cuerpo técnico son largas y variadas. El equipo después podrá tener altibajos, mejores o peores momentos, pero la línea de pensamiento y la mentalidad competitiva no se negocian.
Quizás por eso tiene 19 personas trabajando en su equipo: cuatro preparadores físicos, cuatro kinesiólogos, tres médicos, un entrenador de arqueros, un masoterapeuta, un nutricionista, un psicólogo, un videoanalista y un jefe de prensa. Una estructura consolidada en la que el plantel profesional se apoya para el día a día y para la preparación de los partidos: los jugadores destacan siempre que el DT sabe anticipar como nadie virtudes y defectos de los rivales. "Es un técnico que se anticipa a las cosas que van a pasar. Nosotros aprovechamos lo que sabe porque después se da en el partido. Y por suerte salen bien las cosas", reconoció Exequiel Palacios, uno de sus grandes protegidos, hace unas semanas en LA NACION.
Eso lo logra a través de su intuición y del minucioso trabajo previo, ya que el cuerpo técnico graba y examina los entrenamientos propios y tienen informes detallados de cada rival, que son preparados siete días antes por el PF César Zinelli. Además, tras cada partido, tienen los 90 minutos editados (por jugador y situaciones) por el videoanalista Nahuel Hidalgo, quien también les brinda los dos últimos juegos completos del próximo rival, también editados por situaciones y futbolistas. Todo se complementa con el uso del software "Wyscout", que permite hacer todo el trabajo de seguimiento de partidos, equipos y jugadores de todo el mundo.
Exigente y metódico, Gallardo, el DT más ganador de la historia de River, llega al predio de Ezeiza a las 7.30 (siempre primero) y puede irse tanto a las 17 como a las 22, porque vive luchando contra la obsesión. Es una palabra que no le gusta, pero sabe que la lleva consigo. "No sé que palabra me definiría, pero un poco obsesivo cada uno es en lo que hace, te tiene que gustar. Si te apasiona lo que hacés... El tema es que eso no te genere confusión, saber que en la vida hay otras cosas que son importantes. Trato de desconectar cuando llego a mi casa, no quedarme enganchado. O aunque sea disimular", reconoció en LA NACION en 2017.
El legado por fuera de los títulos
Pese a los 11 títulos en su espalda y haber depositado al Millonario en los máximos planos internacionales como nunca antes en 118 años de vida, el Muñeco siempre apuesta a más, al punto tal que ya anunció que continuará siendo el entrenador durante 2020: su anuncio fue un golpe de efecto fundamental para afrontar la final en Mendoza. Pero su mirada también se extiende por fuera del plantel profesional, para dejar un legado en el club más allá de los títulos.
Así, ideó la remodelación y ampliación del River Camp; impulsó la creación del predio que hoy el club tiene en Hurlingam desde 2018 para las divisiones menores; desde finales de 2017 trabaja en el desarrollo de una plataforma infanto-juvenil para volver a ser pionero en inferiores; conoce el presente de todas las categorías formativas y tiene asiduas reuniones con el director del proyecto Gustavo Grossi para conocer los avances; reimpulsó el reclutamiento de futuros talentos en el país y Latinoamérica; y hasta suele pasar los fines de semana viendo los partidos de los más jóvenes.
No solo lleva siempre las carpetas y las anotaciones consigo, sino que lee distintos libros que potencien su rendimiento (quedó encantado con "Legado", de James Kerr, sobre el éxito de los All Blacks) y mira mucho pero mucho fútbol, al punto tal de observar un 80% en vivo de la fecha del torneo argentino durante el fin de semana, además de complementar con ligas europeas. Lo que no mira, es porque su trabajo no se lo permite. Un DT que siempre piensa en grande y que, posiblemente, todavía tenga mucho más camino por recorrer.