Copa Libertadores. Defensa, de hacer historia a quedar eliminado en tiempo de descuento

La historia estuvo en sus manos, pero Defensa no logró redondearla y pasó de la clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores a tener que contentarse con un tercer puesto que le ofrecerá una plaza en la segunda etapa de la Copa Sudamericana. Como en el estreno, Santos amargó al Halcón: después de estar en desventaja, revirtió el resultado y con el éxito 2-1 reconfiguró el Grupo G. El Peixe, con holgura, se adueñó de la zona y Delfín, de Ecuador, con la sorpresiva victoria 1-0 sobre el gigante Olimpia, de Paraguay, en Asunción, se quedó con el segundo puesto, ese que le posibilita extender la aventura.

Una partida con cartas descubiertas proyectó Defensa en Vila Belmiro. La búsqueda de la victoria para no depender del resultado del juego entre Olimpia y Delfín empujó al equipo de Florencio Varela a tomar las riendas frente a Santos, que ya clasificado no resguardó piezas: el Peixe tiene la ambición de escalar lo más alto posible entre los mejores primeros para los octavos de final. Demoró un cuarto de hora el Halcón para desplegar las alas y volar: no era temor lo que lo frenaba, el ímpetu por marcar su propio destino lo expuso a errores. Fue una tarea de menor a mayor en el arranque y en sentido inverso en el final.

La figura de Kaio Jorge, el faro de área de Santos, una pesadilla que azotó con una estocada, a cuatro minutos del desenlace a Defensa en el debut de la Copa Libertadores, el 3 de marzo, volvió a asomar como la pieza a temer. El goleador, con una media vuelta resaltó los reflejos de Ezequiel Unsaín, el arquero al que exigió en dos oportunidades el venezolano Yeferson Soteldo: desde fuera del área y más tarde al no conectar en el área menor.

Se rearmó Defensa, se recompuso de ese inicio dubitativo y visitó con riesgo el arco de Joao Paulo. Gabriel Hachen y Brian Romero, pisando el área, hicieron revolcar al guardavalla; también Adonis Frías, de cabeza, tuvo su oportunidad. Esa imagen de equipo recuperado tuvo continuidad en el comienzo del segundo tiempo, donde Ciro Rius –retornó al club después de que Rosario Central no pagará el préstamo- trazó una diagonal de la derecha al centro y habilitó a Francisco Pizzini, que con un pase medido dejó a Braian Romero sin marcas y dentro del área chica para que empujara la pelota a la red.

No era un milagro, era la oportunidad de tomar la página en blanco que le ofrecía la historia, escribirla y cuidarla. Y el proyecto futbolístico que lidera Hernán Crespo es ambicioso, al entrenador no lo asustan los peligros, aunque se quede vacío, como le sucedió en Santos. Retrasar las líneas no entró en los planes y mantener la presión alta en la salida de un rival que desanduvo horas agitadas con la lesión de Carlos Sánchez y la anulación del contrato de una vieja estrella como Robinho –los sponsors y los hinchas presionaron después que el futbolista fuera condenado en primera instancia por la Justicia de Italia por violencia sexual-; los errores propios lo condenaros, más allá que Santos descubrió soluciones en el recambio.

Si Kaio Jorge no tenía la mira calibrada, tampoco la tuvo Eugenio Isnaldo para estirar la diferencia. Entonces asomó Lucas Braga, que necesitó de dos movimientos en la misma acción para agigantar el dramatismo: de palomita exigió a Unsaín; del rebote y de atropellada, tras un centro de Soteldo, marcó el 1-1.

Desde el gol de Santos, el partido para Defensa empezó a jugarse en Vila Belmiro, pero también tallaba lo que sucedía en el estadio Manuel Ferreira, de Asunción, donde si Olimpia ganaba el sueño del Halcón de clasificarse a los 8avos de final se desvanecía. Delfín, con su gol, parecía ayudar al Halcón. Increíblemente, después del desgaste y en tiempo de descuento, un largo pelotazo encontró mal posicionado a Defensa y Marcos Leonardo –hacía nueve minutos que había ingresado- destruyó la ilusión al marcar el 2-1. Ni el tiro del final le hizo un guiño cómplice a Defensa: Diego Pituca, en la última jugada del partido, salvó su arco sobre la línea. La suerte estaba echada.