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Superclásico. River - Boca: los dos miran para atrás y se sienten confiados con las respuestas en los arcos
Tanto el equipo de Gallardo como el de Battaglia confían en los encargados de cuidar la valla
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Un recorrido que lleva cuatro años y tiene una ligazón con el clásico
Si Marcelo Gallardo tiene que armar una columna vertebral para construir el famoso “equipo ideal” que tiene en la cabeza, la primera pieza que coloca es la de Franco Armani. El arquero, de 34 años, es el pilar defensivo de River y una de las figuras que con mayor vigencia se sostuvo a lo largo del tiempo. En su cuarto año en la institución, con presente de selección desde su llegada en 2018, mantiene su nivel a pesar de los lógicos vaivenes y su preponderancia es absolutamente directa en el juego y en los resultados. Si el equipo lo necesita, aparece. Y en la última fecha lo demostró siendo figura en el triunfo por 3-1 frente a Central Córdoba. Salvar partidos cuando la pelota quema ya es un sello indeleble de su proceso.
El recorrido de Armani en River está totalmente ligado a los cruces contra Boca. La primera imagen consagratoria que tuvo generó un clic total. Después de haber recibido siete goles en sus primeros siete partidos en un contexto de mucha irregularidad, fue la gran estrella de la conquista de la Supercopa Argentina, en Mendoza, en marzo de 2018. Aquella noche se lució como nunca, sostuvo su valla invicta para ganar 2-0 y se adueñó para siempre del arco millonario. “Esto recién es un comienzo”, dijo el casildense aquella noche. Y tenía razón.
Armani llegó a River con dos objetivos: ganar la Copa Libertadores en el club de sus amores y alcanzar la selección nacional. Ambos los logró con creces, porque además se volvió un referente absoluto de los cruces superclásicos. Desde aquel debut, el arquero ya lleva 10 partidos contra Boca con cuatro triunfos, cinco empates y una sola caída. Además, tuvo cinco vallas invictas y recibió solo siete goles.
En aquel glorioso 2018 también se destacó en el 2-0 de la Superliga en la Bombonera y fue determinante tanto en el 2-2 de la ida como en el 3-1 de la vuelta en la final de la Copa Libertadores. Luego, en 2019 no tuvo mucha acción en el 0-0 de la Superliga en Núñez, pero sostuvo a River en la serie de las semifinales de la Copa Libertadores entre el 2-0 de local y el 0-1 de visitante (en su única derrota en los 90 minutos festejó la clasificación). Y en este 2021 le quedaron los tres sinsabores de los empates recientes: 2-2 en la Copa Diego Maradona, 1-1 en la Copa de la Liga y 0-0 con derrota por penales (no pudo atajar ninguno) en los octavos de final de la Copa Argentina en La Plata.
Este domingo, Armani vuelve a Núñez con el deseo de quebrar la reciente mala racha. En esta Liga Profesional sus números son muy positivos: disputó 11 de los 13 encuentros y sumó cinco vallas invictas con solo ocho goles en contra. Colón (1-2) y Godoy Cruz (1-2) son los únicos dos equipos que le marcaron dos goles y justamente se trata de las dos caídas del equipo en el torneo.
“Yo tengo que estar cuando el equipo me necesita. Esa es mi labor dentro del gran esfuerzo de mis compañeros. Estoy contento por seguir en este camino y no perder pisada en lo más alto de la tabla porque lo que todos queremos es conseguir el campeonato. Ahora es muy importante que vuelva nuestra hinchada porque se extraña mucho después de tanto tiempo. Es muy importante el aliento y el apoyo del hincha, siempre salimos adelante gracias a ellos con el empuje cuando no encontrás el rumbo del partido. Será una gran alegría”, dijo Armani tras el triunfo en Santiago del Estero.
Para River, no hay mayor garantía que tener a Armani bajo los tres palos. Y ahora el arquero tendrá una nueva oportunidad de oro para dejar atrás los últimos malos tragos y demostrar por qué hace cuatro años sostiene su lugar de privilegio.
Personalidad para ganarse el lugar por el que tanto insistió
No era fácil ser el ‘1′ de Boca para Agustín Rossi con tan sólo 21 años. Aun siendo el arquero bicampeón de las Superliga 2016/2017 y 2017/2018 fue resistido y criticado por aquellos tiempos desde las tribunas y puertas adentro, lo que derivó en el arribo de Esteban Andrada. Aunque siempre se mostró impermeable desde su personalidad, ser secundario le quitó presión, irse un rato del club lo potenció y, en consecuencia, hoy goza de una actualidad madura en la que empezó a ganarse un mayor reconocimiento. El domingo, frente a River, tiene el desafío de ratificar su mejor momento.
Primero, porque cada superclásico es una nueva prueba, aun cuando ya se haya destacado en anteriores. Segundo, porque –a diferencia de otros momentos de su estada en Boca– es el arquero titular indiscutido. Y, tercero, porque es tan bueno su rendimiento actual que ya se puede hablar de que se trata (o, al menos, que está cerca) de un hombre de la selección argentina: ante la lesión de Franco Armani, Lionel Scaloni lo convocó sobre el final de la triple fecha de las eliminatorias, diputada en agosto último. Entonces, por qué no pensar en que se pueda ganar un lugar definitivo en el campeón de América con mayores exámenes aprobados.
Un presente que contrasta con sus primeras experiencias en la institución. De alguna manera, tras un año y medio de estar en la mira permanentemente, para él significó un alivio aquella llegada de Andrada, a mediados de 2018. Ése fue el punto de inflexión para cambiar. De hecho, cerca del final de aquel año, debió reemplazarlo durante unos meses por una fractura en la mandíbula y su imagen ya empezaba a percibirse de otra forma.
Tanto fue así que, después de ser una de las figuras de la primera final de la Copa Libertadores ante River (tarde en la que se ganó fuertes aplausos de la Bombonera, pese al 2-2), varios hinchas querían que siguiera como dueño de los tres palos, incluso cuando el titular ya era muy querido.
No obstante, en Madrid no atajó y sabiendo que al siguiente año tampoco sería considerado como primera opción, pidió ser cedido a Lanús, club en el que se lució y creció durante 18 meses. Hoy, alejado de la inexperiencia, con 26 años ya se lo ve mejorado. Es cierto, también hay momentos en los que queda evidenciada la necesidad de seguir aprendiendo mientras cuida el pesado arco azul y oro: confiado de su madurez, a veces, falla en los tiempos de los centros, su gran debilidad.
Pero hay algo que lo eleva y disminuye ese déficit: su peso en las definiciones por penales. La vía en la que fue determinante en 2021 para eliminar a los de Núñez de los dos últimos cruces por eliminación directa, luego de que Boca sufriera varios cachetazos consecutivos en competencias de ese estilo: en uno de los cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional, contuvo los remates de Fabrizio Angileri y Leonardo Ponzio; en uno de los octavos de final de la Copa Argentina, inició la serie desviando el que pateó Julián Álvarez.
En 90 minutos sólo pudo ser testigo de un triunfo en siete superclásicos: el único que atajó en el Monumental (como el domingo), el xeneize ganó 2-1 con los goles de Cardona y Nández, en 2017. Los seis restantes fueron tres igualdades y tres derrotas, consiguiendo una sola valla invicta (el 0-0 de la Copa Argentina), pero con las dos clasificaciones mencionadas. En total, River le convirtió once tantos.
Rossi quiere dejar otra huella en otro superclásico bisagra.
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