Triangulares de alto voltaje en la primera rueda

A vanzaba el show y al copón de los equipos europeos le quedaban tres bolas. Era una tentación pensar que el destino, supuestamente fiel a alguna de las fábulas previas, guardaba la carta de un Messi vs. Cristiano Ronaldo en la primera rueda. Pero Portugal fue a parar al grupo de al lado. Seguramente habrá quienes pasaron de un primer alivio a otra sensación, contradictoria: ¿a quién no le gustaría ver un duelo individual tan apasionante en el contexto de un Mundial? Dejada atrás la superchería habitual de las bolillas calientes o frías, la impresión es ambigua. Por ahora, en el camino del seleccionado no hay ningún rival poderoso. Mejor (en los papeles) para sus ambiciones, pero a la vez falto de ese sabor diferente que sólo contienen los grandes partidos.

Siempre en la teoría, el beneficio de un pase supuestamente "asegurado" en un grupo no tan fuerte muestra una contracara; hasta que lleguen las grandes exigencias, si llegan, no hay forma de calibrar exactamente el potencial propio.

Del material de primera que siempre se espera de un Mundial, el sorteo ya fijó unas cuantas grandes emociones. Los Grupos B y D prometen triangulares de alto voltaje. Habrá mucho e interesante para ver en cualesquiera de los partidos entre España, Chile y Holanda o Uruguay, Inglaterra e Italia. Ya sabemos que como mínimo dos de esos seleccionados, todos equipos con altas pretensiones, se irán a casa tras la primera rueda.

Por ese lado del cuadro se anuncian más sacudones, después: Brasil, al que le tocó su siempre molesto México, ya sabe que en los octavos de final tendrá un adversario de por sí calificado –hoy Chile lo es por su muy buena actualidad, más allá de que se trate de un cliente histórico de la verdeamarela– y además, con el ego engordado tras sobrevivir a una zona bravísima. Si Sabella se fue relajado y optimista de Costa do Sauípe, no deberán de sentir lo mismo sus colegas Sampaoli, Tabárez o Del Bosque. Para ellos, parece que el Mundial comenzará un poco antes.