Único en el mundo, el loco de la banderita
Dice que Messi y Bochini le pidieron autógrafos; Oscar Laudonio tiene 78 años y viajó a todos lados con Boca
Cuenta la leyenda que los dos se cruzaron en un partido a beneficio de los que organiza Javier Zanetti para su Fundación. Uno, vestido de payaso, con atuendo estrafalario; el otro, nada menos que con el rótulo de ser el mejor futbolista del planeta. "Le pedí un autógrafo, se rascó la cabeza, dio dos pasos para atrás, me miró de arriba abajo y ahí Messi me dijo: ?¡Vos sos el de la bandera, sos mi ídolo en Europa! ¡Yo te tengo que pedir un autógrafo a vos!"
Cuenta la leyenda, entre tantas cosas que hay para contar, que un día, en un partido de reserva en Casa Amarilla, estaba Ricardo Bochini. "Allá está el Bocha, ¿por qué no le pedís un autógrafo?", fue la frase que llegó a sus oídos. Y allí fue, decidido, hasta que en el camino lo detuvo César Luis Menotti y después de un saludo afectuoso le dijo: "¡Qué bien que estás! ¡Cómo te cuidas!". La respuesta fue inmediata: "Es que nunca estuve en el alcohol, la droga ni la joda. Yo sólo estoy en la vida". Hizo una pausa, miro al Bocha, le pidió un autógrafo y el crack eterno de Independiente la respondió: "¿Cómo? ¡Yo te tengo que pedir un autógrafo a vos!"
Cuenta la leyenda, entre tantas historias que saca de su armario, que una vez se cruzó con un hincha de un equipo rival que iba en moto y él en su auto. El semáforo estaba en rojo. Se sacó el casco, lo miró y le dijo: "Soy de River". Hizo una pausa de algunos segundos. El misterio se adueñó de la escena. Unos segundos después, el motoquero soltó las dos palabras: "Lo felicito".
La leyenda podría contar mil cosas más porque además de desfachatez, le sobra verborragia. "¿Qué más puedo pedir?", pregunta sin esperar ninguna respuesta, porque siente que ya tiene todo. "Entré en Boca en 1985 como control de entradas, y en el 91 pasé a ser seguridad en la utilería. Al poco tiempo comenzó el ritual; anunciarle a la gente el ingreso del equipo en la cancha. "Primero fue con una bandera. Luego agregué trajes de colores y después fui sumando luces en los trajes y la galera", cuenta y remata: "Tengo el trabajo que todos quisieran tener: darle la bienvenida a tu equipo de fútbol". No para de hablar: "¡Si hasta Amadeo Carrizo me pidió una vez que nunca deje hacer de flamear la bandera de Boca! ¡Y me lo dijo él, que es un símbolo River!" No, nunca para de hablar: "Me conocen en todo el mundo, soy un caso único", dice quien desde hace décadas ocupa el cargo oficial de ayudante de utilería, aunque su fama trascienda por otros motivos.
Las arrugas han invadido un rostro que, de ninguna manera, aparenta sus activos 78 años. "Trabajo todos los días en el club. Además corro y hago pesas. Tengo un gimnasio en Agronomía y soy presidente de la honorable comisión directiva de boxeo del club Comunicaciones". Historias más historias. Cuando se acaba una, aparece otra: "Ah, y también inventé el fútbol matrimonial. Ya lo tengo patentado. Tres parejas por equipo. Un hombre al arco, y los otros dos no pueden meter goles ni patear fuerte. No señor. No pueden. Es algo sensacional, después dicen que los boxeadores estamos locos", relata trayendo a escena sus épocas de guantes en las manos en lugar de banderas.
La vitalidad le brota por los poros a Oscar Laudonio. Así, con su nombre a secas, tal vez no muchos sepan de quien se trata, especialmente los más jóvenes. Fue un boxeador que marco época junto con uno de sus ocho hermanos Abel, dos años menor, que falleció el 12 de agosto último (fue medallista olímpico). Ya en los tiempos del boxeo, allá por mediados del siglo pasado, Oscar dejó de ser Oscar para convertirse en Cacho. "El boxeo me dio todo", expresa, y luego, por primera y única vez, cambia el tono de algarabía y euforia para recordar: "Fui DT de la selección argentina pero no pude ir a los Juegos de Moscú en 1980 por problemas políticos. Martínez de Hoz prohibió la salida a las Olimpiadas. Me cortó mi sueño".
Igualmente, Oscar y Cacho han quedado en el olvido por la popularidad que alcanzó ?El Loco Banderita'. El que recibe la entrada de Boca cada domingo. El que se jacta: "En la calle o en cualquier lado donde voy no puedo caminar dos cuadras tranquilo porque todos me paran para saludarme. Y cuando viajo en colectivo, de cada diez viajes en nueve no pago, porque los choferes me reconocen y no me dejan. Ponelo en la nota y le mando saludos a todos los choferes". El que afirma sin ponerse colorado: "Mi historia es ?epetacular'. Por el boxeo conocí el mundo, pero Boca me dio todo y viajé por todo el país. Fui a 116 peñas. Soy único. No hay otro Loco Banderita en ningún lugar del mundo".
Habla y contagia vitalidad. "Siempre viví en Villa Urquiza. Y soy murguero también. Cuando voy a las peñas armo el carnaval carioca y soy el que más bailo". Habla más: "Tengo tres hijos y dos nietos. Y Mary, con quien ya llevamos 50 años juntos: dos de novios y 48 de casados. Es mi estrella del universo, la que me aguanta todo".
Cuenta la leyenda. Todo eso y mucho más cuenta la leyenda. Una leyenda viviente llamada Cacho Laudonio. El famoso Loco de la Banderita.
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