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El presidente de la Nación Roberto Marcelino Ortiz sigue con sus problemas de diabetes e hipertensión arterial. Todavía se lamenta el suicidio de la escritora Alfonsina Storni. Francisco Franco disfruta en España de su victoria en la Guerra Civil. Alemania ocupa Checoslovaquia y Benito Mussolini, en Milán, dice: "En Europa no hay problemas tan graves que justifiquen una guerra. Hay nudos en la política, pero quizá no sea necesario recurrir a la espada para cortarlos". No sabe que Adolf Hitler ordenará en cuatro meses la invasión de Polonia, lo cual desatará la Segunda Guerra Mundial.
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Cancha de Lanús. 14 de mayo de 1939. Los locales y Boca empatan 1 a 1 en un partido por la cuarta división especial, previo al encuentro principal. Se juegan 30 minutos de la segunda etapa y nadie se imagina lo que vendrá... "Una fuerte infracción del jugador Roque Valsecchi, de Boca, dio lugar a la reacción de un rival, Pascual Miozzi, que atacó al hombre xeneize. La respuesta del agredido fue instantánea y la gresca entre ambos comenzó (...). Cual si ello hubiese sido una consigna, los demás jugadores se trenzaron en una gresca de proporciones inusitadas, que trascendió prontamente a las tribunas populares, desde donde algunos espectadores saltaron a la cancha para agravar aún más la verdadera batalla campal que allí se desarrollaba (...). Mientras proseguía cada vez más enconada la contienda se oyó un disparo, al cual siguieron varias detonaciones." Esa fue la crónica de
La Nación
del 15 de mayo de 1939, que describió los incidentes que provocaron las primeras muertes en una cancha argentina: la del español Luis López, casado, de 41 años, que vivía en la Capital Federal y que falleció a causa de una herida de bala en el tórax, y la de Oscar Munitoli, de 9, domiciliado en Banfield, que murió en el hospital Fiorito con un balazo en el páncreas. Además de las decenas de contusos y lesionados, Alfredo Sprega (19) recibió un proyectil en el fémur.
El informe de la comisaría 2a de Avellaneda destacó: "Algunas personas del público hicieron varios disparos de arma de fuego, originándose un tumulto de graves proporciones (...). López, al ocurrir el hecho, hacía uso de una pistola automática, que no pudo ser secuestrada". Sin embargo, el presidente de Boca, Eduardo Sánchez Terrero, aseguró: "Tres o cuatro agentes se acercaron rápidamente al sector de las tribunas populares y uno disparó íntegramente el cargador de su revólver, hiriendo a varios espectadores, uno de los cuales, el señor López, falleció casi en forma instantánea". Uno de esos policías era Luis Estrella, chapa Nº 4414, que según el testimonio del doctor José Pfleger, vicepresidente de Boca, habría confesado: "Sí, sí, yo tiré".
El titular de Lanús, José Ibáñez, se molestó con los testigos que aseguraron que unos diez colaboradores de su equipo habían entrado en el campo por el túnel para castigar a los futbolistas rivales. "No cabe la menor duda de que la agresión partió del recinto popular (...). Debo desmentir la versión tendenciosa que asegura que las personas que estaban en el campo pertenecían a nuestro club, pero sí admitir que tres de ellas, pertenecientes a esta entidad, saltaron desde el sector de las plateas." Dieciséis personas se presentaron ante el juez del crimen doctor Rafael Ocampo Jiménez. Los policías coincidieron en afirmar que un individuo hizo varios disparos desde la popular y que aprovechó la confusión para mezclarse con el público que escapaba del lugar, de modo que su detención resultó imposible. Luego de dos autopsias se confirmó que las balas mortales salieron del arma del vigilante Felipe Moreno y que Estrella había herido al joven Sprega.
El partido de primera empezó media hora después de los disparos y los gritos. Boca ganó por 1 a 0 y Lizhterman festejó su gol. Pasaron ya 60 años, pero, como si nada hubiera sucedido, la muerte sigue agazapada, esperando en el tablón...


