La revolución del fútbol
El debate se instaló en Europa. Por delante quedan, aún, largas y duras discusiones, pero al final del camino se vislumbra un movimiento revolucionario para las estructuras del fútbol profesional. En el centro de la escena está el cambio en el sistema de transferencias de jugadores, impulsado por la Unión Europea (UE) y resistido por autoridades nacionales, dirigentes y empresarios vinculados con el fútbol en el Viejo Continente. Para los funcionarios comunitarios, concretamente para Viviane Reding, la comisaria europea de Deportes, el actual modelo está en flagrante contradicción con la libre competencia y la libre circulación de los trabajadores. De allí que se proyecta modificar la reglamentación, para, además, limitar las sumas astronómicas que pagan los clubes.
Desde hace dos años, Reding presiona a la FIFA y a la UEFA para que presenten "propuestas concretas" para dejar de lado el actual sistema. Se trata, básicamente, de abolir los contratos plurianuales y el pago de los pases entre clubes para jugadores menores de 24 años. Se busca que cada futbolista tenga la posibilidad de concluir la vinculación con su equipo abonando el mismo dinero que percibiría por los años de contrato que deja de cumplir. Es decir, si un jugador firma un convenio por cinco años a cambio de dos millones de dólares por temporada, incluidos todos los impuestos, y desea rescindirlo al cabo del primer año, podría liberarse del acuerdo abonando ocho millones de dólares.
Además, Reding insistió en la necesidad de frenar las cesiones de menores de 18 años. "Hay clubes que tratan a los jóvenes jugadores de otros países como mercancía, no como seres humanos. Si no funcionan, se los arroja a la calle. Es una forma moderna de esclavitud", dijo la funcionaria.
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Llovieron las críticas desde todos los sectores, aunque la mismísima FIFA acepta que algo hay que hacer, que hay que cambiar. El nuevo plazo otorgado por la UE para elaborar un proyecto alternativo vence el 31 del mes próximo.
La UEFA creó un grupo de trabajo que intentará mantener "la estabilidad de los contratos" y pedir "un período de transición" hasta diseñar el nuevo esquema. La FIFA pasó de una posición inflexible a aceptar dialogar sobre el libre movimiento de jugadores mayores de 24 años. Así, dice, evitaría el desmantelamiento total del sistema de transferencias.
Argumenta que el fútbol debe ser entendido como un deporte, no como una empresa que tiene que ajustarse a las regulaciones de la UE. Vaticina que las nuevas reglas elevarían los sueldos por las nubes -¿dónde están hoy y por culpa de quién?- y permitirían un constante ir y venir de jugadores. Mientras, aumentan los magnates que se adueñan de los clubes para hacer sus negocios. Y cada vez son más los equipos que cotizan en las bolsas de valores. ¿Entonces? ¿El fútbol es un negocio o un deporte según las conveniencias?
"La intención no es desmantelar el sistema, sino cambiarlo para ajustarlo al derecho comunitario", aclaró Reding.
El tema motivó hasta la intervención del primer ministro inglés, Tony Blair, y del canciller alemán, Gerhard Schroeder. En una comunicación conjunta entregada ayer en el 10 de Downing Street los dos hablaron del "temor por un impacto negativo en las estructuras del fútbol de Europa" ante una reforma radical. Pidieron "comprensión para tratar el asunto y protección para los clubes más pequeños".
El debate está abierto. Lo único claro, por ahora, es que se viene un cambio. Y va a revolucionar las reglas del fútbol-negocio.
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