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El fallecimiento de Sam Snead, uno de los más grandes jugadores de la historia, sigue generando comentarios y recuerdos acerca de la que fue una personalidad única en el ambiente del golf. Para los que no pudieron disfrutar con su juego queda la admiración por los números de su carrera, que incluyó siete Majors y el récord de 81 torneos ganados en la gira de la PGA; para los que tuvieron la fortuna de conocerlo, la posibilidad de aportar su experiencia para tratar de acercarse a su forma de ser.
Entre estos últimos está Roberto De Vicenzo, que lo apreció tanto en la faz deportiva como en la humana.
-Maestro ¿cuál es el recuerdo más fuerte que le dejó Sam Snead?
-Realmente sentí mucho su muerte. Pero Sam era de esos hombres que dejan huella y se hace dificil hablar de él en pasado porque las cosas que enseñó tienen vigencia hoy. Era una gran personalidad. Todos los profesionales, los de su generación y los que aparecimos después teníamos un gran respeto por sus palabras y sus conceptos. Fue un gran docente en todos los aspectos del golf. Pero lo que más rescato de Sam es que nunca se olvidó del golf. A pesar de su decadencia lógica con el transcurso de los años, siguió jugando hasta que el cuerpo le dijo basta, sin importarle que otros golfistas comenzaran a superarlo y a ganarle. Eso lo hace grande porque la mayoría de nosotros vivimos ese momento con algo de frustración y preferimos dejar la competencia antes de dejar una mala imagen en la cancha. Qué a los 89 años él hiciera la salida simbólica en el último Masters habla mucho de su forma de ser y de vivir el golf.
-¿Cómo y cuándo lo conoció?
-En el año 46 vino a la Argentina junto con otro grande, Jimmy Demaret, para jugar un match en el Ranelagh contra una pareja que integrábamos Eduardo Blasi y yo. Fueron partidos muy lindos y recuerdo que les gustó mi juego y se interesaron para que empiece a jugar en los Estados Unidos. Ese fue un poco mi lanzamiento a nivel internacional. Porque a partir de él empecé a conocer a otros monstruos de este deporte como Ben Hogan o Byron Nelson.
-¿Qué clase de jugador era?
- Tenía un swing moderno que fue el modelo de la mayoría de los que lo seguimos y que aún hoy tiene vigencia. La capacidad para enseñar fue otro de sus sellos distintivos. Todos aprendimos con sus libros y sus concejos. Además, era un atleta formidable, con una gran capacidad física, algo que le permitió prolongar durante mucho tiempo su carrera y ganar torneos a la edad en que otros piensan en el retiro. Por algo se mantiene como el jugador de más edad en ganar un torneo de la PGA, a los 52 años. Hasta pasó un corte clasificatorio a los 67 años.
-Con respecto a esa capacidad física de Snead, usted tiene una anécdota.
Sí, la recuerdo con mucho cariño. En una oportunidad teníamos que jugar un desafío que organizaba en diferentes partes del mundo la empresa Shell. La noche anterior nos juntamos para cenar y cuando entrábamos en el restaurante a Sam se le ocurrió apostarme la cuenta de la comida con algo que me pareció increíble. El decía que podía tocar la parte superior de una puerta con una pierna. La puerta medía más de dos metros, así que decidí aceptar la apuesta. Para mi sorpresa, Sam saltó y tocó el marco con la pierna, por lo que me ganó los 30 dólares de la cuenta. Yo me preguntaba si no se había lesionado con semejante salto y al otro día tuve la respuesta: cuando jugamos el partido él estaba dolorido y yo terminé ganando los 5000 dólares de premio. Hice una buena diferencia...


