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José Omar Pastoriza, director técnico de Independiente, de una larga trayectoria de más de cuarenta años como jugador, dirigente gremial y entrenador, murió esta madrugada en su casa, en el barrio porteño de Puerto Madero, como consecuencia de un paro cardíaco.
Como volante central, aunaba una inusual riqueza técnica con un temperamento que rápidamente lo convirtió en líder indiscutido. La carrera del "Pato", conocido con ese apodo en el ambiente futbolístico, comenzó en su ciudad natal, Rosario, en las inferiores de Rosario Central, pero antes de llegar a debutar en primera, en 1962, fue transferido a Colón, de Santa Fe, por ese entonces en Primera B.
En 1964, por recomendación del entrenador Néstor Rossi, su pase fue adquirido por Racing, donde empezó a destacarse.
En la Academia jugó, entre 1964 y 1965, 53 partidos (dos goles) y participó del inicio de la serie del legendario "Equipo de José", que entre 1965 y 1966, bajo la dirección técnica de Juan José Pizzuti, hiló una serie de 39 partidos invicto, récord que prolongó su vigencia durante 33 años.
Ese Racing fue campeón de 1966 y campeón de la Copa Libertadores de América y de la Intercontinental en 1967, pero por entonces ya Pastoriza no estaba en sus filas.
A principios de 1966, acuciado por problemas económicos, el club se vio obligado a transferirlo, en uno de los pases más resonantes de la temporada, a su rival de siempre, Independiente, por una gruesa suma de dinero además de la cesión de Miguel Angel Mori.
En Independiente alcanzó Pastoriza el pináculo de su campaña. Jugó, entre 1966 y 1972, 184 partidos, marcó 32 goles (torneos locales) y fue campeón del Nacional de 1967, del Metropolitano de 1970, del de 1971 y de la Copa Libertadores de América 1972.
Por esos años, en plena juventud, llegó al cargo de secretario general de Futbolistas Argentinos Agremiados y fue adalid del movimiento sindical que logró en 1971, huelga mediante, un avance fundamental para la sanción del primer convenio colectivo de trabajo.
En 1968 el entrenador Nito Veiga le cambió la posición, ubicándolo como volante por derecha, y allí definitivamente se ganó la idolatría del público "rojo", por su claridad para organizar el juego, su ductilidad para aparecer en posiciones ofensivas y su gran pegada que lo convirtió en temido ejecutor de tiros libres.
También formó parte del seleccionado argentino, en una época caracterizada por desórdenes institucionales que impedían el logro de los mejores resultados. Con la selección, bajo la dirección técnica de Juan José Pizzuti, tomó parte de la Minicopa llevada a cabo en Brasil en 1972. Jugó con la celeste y blanca un total de 18 partidos, con un gol, entre 1970 y 1972.
Ese mismo año fue transferido a Mónaco y en el equipo del Principado, participante de la Liga de Francia, finalizó su brillante campaña de futbolista, en 1976.
Caulquiera hubiera adivinado que prolongaría su trayectoria como técnico, dada la inteligencia aplicada al juego que lo había caracterizado y ese fuerte temperamento que lo hizo figura respetada por todos.
Julio Grondona, por entonces presidente de Independiente, lo llevó a hacerse cargo del plantel de su club, en 1976, y allí se inició una carrera que no le fue en zaga a la anterior.
Con Independiente, la entidad con la que quedó más fuertemente identificado, Pastoriza ganó el Nacional de 1977 (recordada final con Talleres que su equipo empató con tres jugadores menos para lograr el título), el Nacional de 1979, el torneo de Primera División 1983, la Copa Libertadores de América 1984 (por estos días se cumplieron veinte años) y la Intercontinental (memorable 1-0 sobre Liverpool, de Inglaterra, en Tokio, con gol de José Percudani).
En Independiente dirigió en los ciclos 1976/79, 1983/84, 1985/87, 1990/91 y, finalmente, desde comienzos de este año.
Además condujo a Talleres, Racing, Millonarios de Colombia, Gremio de Brasil, Fluminense de Brasil, Boca Juniors, Atlético de Madrid, Bolívar de Bolivia, Argentinos Juniors, la selección de El Salvador, la de Venezuela y Chacarita Juniors.
Sus detractores cuestionaron su poco apego a los rigores tácticos y satirizaron los asados que organizaba permanentemente entre sus planteles, una de sus marcas registradas. Sus admiradores destacaron su fuerte personalidad, su magnetismo y su capacidad para armar grupos sólidos, junto con su natural condición para obtener de cada uno de sus hombres el máximo rendimiento.
Con el "Pato" Pastoriza se fue, hoy, un referente insoslayable del fútbol argentino de los últimos cuarenta años.
Fuente: DyN




