Adolfo Cambiaso, otra vez campeón en Palermo: “Yo siempre me imagino cosas, sino no seguiría jugando”
Histórico de este deporte, a los 50 años celebró una nueva conquista en la Catedral del polo
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El chico que todos los días recorría 5 kilómetros a caballo para ir al jardín de infantes, el que se quedaba taqueando hasta que lo llamaban a cenar, que tenía el taco “como una extensión del brazo”, al que no lo dejaban asociarse a los clubes de polo porque no tenía apellido, el que veía las finales de La Espadaña vs. Indios Chapaleufú detrás las rejas de la Avenida del Libertador y le dijo a su primo “un día vamos a jugar acá”, el outsider que se convirtió en sinónimo de polo marcó un nuevo hito. Con 50 años, Adolfo Cambiaso es campeón del Campeonato Argentino Abierto.
Cada vez que alcanza una nueva marca resurge la misma pregunta: ¿qué más puede conseguir? No hay límites para el hombre que logró todo lo que se propuso. En la victoria por 17-13 ante Ellerstina Indios Chapaleufú, alcanzó su 19º título en Palermo y quedó a uno del récord de Juancarlitos Harriott.
Impensable, menos para él. “Yo siempre me imagino cosas, si no, no seguiría jugando”, le dijo a LA NACION en el podio ganador.

Cuando sonó la campana final, se paró un momento en la mitad de la cancha y, visiblemente emocionado, se llevó la mano derecha a los ojos. Saludó a sus rivales, a los jueces, a sus compañeros y se fue a festejar con su hijo Poroto contra la tribuna de Dorrego, y de ahí a descorchar champagne y saltar con sus sobrinos como si tuviera -como ellos- un cuarto de siglo menos.
Después de dos años de ver desde la parte más baja del podio cómo los Lolitos se quedaban con toda la gloria, y cuando era inminente la anexión con su primo Poroto, Cambiaso redobló la apuesta y se subió al Dream Team II. En los papeles, una jugada segura. Todos los pronósticos auguraban este final, con La Natividad La Dolfina anotándose como la sexta formación en ensalzarse con la Triple Corona.
Este domingo, Cambiaso fue una de las figuras de su equipo. Asistió brillantemente a Jeta Castagnola en dos goles clave, los únicos que marcó de jugada; estuvo activo por toda la cancha, le dio ritmo al equipo, y marcó él mismo tres muy buenos goles. En una temporada en la que fue de menor a mayor y en la que se dedicó más a ser funcional al equipo, apareció en el momento indicado y tuvo su mejor actuación de la temporada, apenas eclipsada por la gran tarde de Barto Castagnola.
“Sí, creo que fue mi mejor partido”, asintió Cambiaso. “Estuve muy mal de la mano mucho tiempo. Personalmente siento que fue el mejor año de mi carrera porque gané US Open, CV Whitney, British Open. Venía jugando bien y me quebré los tres dedos, que me costó muchísimo. Fue como volver a agarrar un poco el ritmo, siendo grande, más difícil también”, contó después de la consagración.
El año había comenzado de manera más que auspiciosa: Cambiaso ganó el US Open en la temporada americana y el British Open en la inglesa, los dos certámenes más importantes del mundo fuera de la Argentina. El último, jugando al lado de su hija Mía, otro notable hito en su carrera. No obstante, la alegría no fue completa, ya que terminó la final con tres huesos de su mano derecha fracturados. A dos meses del inicio de la Triple Corona argentina se encendieron las alarmas.
Cambiaso llegó a tiempo para el inicio del Abierto de Hurlingham, aunque tardó en agarrar ritmo de juego. A la par del funcionamiento del equipo, fue creciendo progresivamente con el correr de los partidos. Huelga decirlo, no fue la temporada más lucida de Cambiaso en cuanto al rendimiento individual. Al lado de los tres mejores jugadores del momento, que amenazan con monopolizar la siguiente era, el veterano asumió un rol menos protagónico del que tiene acostumbrado al mundo del polo. Con el 3 en la espalda, por primera vez en su carrera en Palermo prescindió de la 1, que quedó en manos de Camilo Castagnola, el as de espadas, se dedicó más a ser una especie de facilitador, un engranaje con la función de darle circulación al equipo. Haciendo uso de su conocimiento infinito del juego, siempre bien ubicado en el lugar correcto, abrió espacios y asistió con precisión a sus compañeros. Marcó 23 goles en toda la temporada (un promedio de 1,9 por partido).
Además, contribuyó con caballos para todos, no sólo para Poroto. Jeta se benefició de jugar el clon 3 de Cuartetera y la Mas Claudia, entre otros, mientras que Barto usufructuó al clon 9 y a La Viña Clandestina, por ejemplo.
Ganar Palermo con cinco décadas encima resulta impensable en esta era signada por el profesionalismo, el alto rendimiento y, sobre todo, el cambio generacional que atraviesa el polo. Si no puedes contra ellos, úneteles, dice el refrán, y eso hizo Cambiaso. El entrenamiento y la nutrición siempre fueron parte de su vida. La aleación con su hijo homónimo (alias Poroto, de 20) que comenzó en 2022 y desde este año con sus sobrinos Castagnola (24 Bartolomé y 22 Camilo), terminó por forjar la fórmula ganadora.
Lo mejor de la final de Palermo
Cambiaso no es el jugador más veterano en ganar el Abierto, pero sí el primero desde que en 1964 Juan Carlos Harriott lo consiguiera con 52, en un equipo de Coronel Suárez que venció 12-8 a Santa Ana en la final, un partido en el que sufrió tres caídas, una fractura de clavícula (fue reemplazado por Carlos Torres Zavaleta en el sexto chukker) y signó su retiro como jugador. Antes lo habían conseguido Antonio Heguy (tenía 51 en 1958) y Luis Lacey (50 en 1937). Pero el polo que se juega hoy es muy distinto al de aquellos años. Quien más se le acerca es Alberto Pedro Heguy, que en 1991 ganó el Abierto de Tortugas con 50 años.
Desde que su padre convenció a Ernesto Trotz de que le diera una oportunidad, cuando apenas tenía 15 años, revolucionó el mundo del polo. Cambiaso debutó en el Abierto en 1992 de la mano de Gonzalo Pieres, a los 17. En su primer partido marcó 16 goles, por entonces un récord. En 2000 se abrió de Ellerstina, la mejor organización, para armar su propio proyecto. Todos pensaron que era una locura, pero dos años más tarde estaba levantando la copa con una camiseta similar a la de Nueva Chicago y la barrabrava de Mataderos en la Dorrego. Jugó con su primo y amigo Bartolomé Castagnola, se distanció cuando creó el primer Dream Team, volvió a aliarse a él para armar esta reversión. Replicó la perfección en la organización que le transmitió su mentor Gonzalo Pieres, pero lo superó cuando se convirtió en pionero de la clonación.
Es el máximo ganador en Argentina (45 títulos de Triple Corona), Estados Unidos e Inglaterra. En Palermo sumó su 19ª corona. Además ostenta 10 subcampeonatos (la de ayer fue su 21ª final consecutiva) y cuatro triple coronas. Se consagró con cuatro camisetas y siete formaciones distintas. Igualó a Horacio Antonio Heguy y quedó a uno de Juancarlitos Harriott entre los máximos ganadores del Abierto. ¿Será el combustible suficiente para jugar un año más?
“Hoy necesito descansar”, advirtió Cambiaso. “Puse muchísimo, mucho tiempo en este partido, cabeza y tiempo en el Abierto. Necesito descansar, festejar, y pensar”. No hay nada imposible para quien había que retarlo para que se bajara del caballo, el que llegó al polo desde las orillas hasta convertirse en un sinónimo de este deporte. Adentro o afuera de la cancha, Adolfo Cambiaso seguirá marcando la historia del polo.
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