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Ganó y se subió a la cima. Dejó una mejor imagen y se fue ovacionado. Quilmes venció a Arsenal por 1 a 0, le robó el primer lugar y ahora mira a todos desde el cielo. No fue vistoso, tampoco derrochó brillo; lo suyo fue la efectividad, las ganas y la actuación de Ceferino Díaz, que fue la figura y el autor del gol de la victoria.
Quilmes, al fin y al cabo, ganó porque lo buscó, así lo quiso. Arsenal perdió porque nunca intentó algo más que defenderse.
El primer capítulo fue la síntesis de la mediocridad. El local avanzó con tibieza, no tenía variantes ofensivas y repitió una fórmula ineficaz: el pelotazo. Arsenal se defendió con convicción, esperó la hipótesis del error rival y utilizó una vieja fórmula: el contraataque.
Así se fueron los primeros minutos, entre la desesperación de Quilmes y la confianza de Arsenal. En el conjunto que dirige Héctor Rivoira sólo lucía Alejandro Domínguez, pero nadie se le acercó, ni entendió su juego de ataque. Por eso el ganador no inquietó, ni con garra ni con juego asociado.
En ese contexto, de lucha en el medio campo, de ideas poco claras y alarmante falta de ingenio, apareció Mannara, en un contraataque veloz. El derechazo pasó muy cerca del arco de Elizaga y el susto fue mayúsculo para los numerosos hinchas de Quilmes.
Los minutos transcurrían sin muchas variantes. Arsenal se refugió un poco más en su área, despreocupado por avanzar más allá de la mitad de la cancha. Aguardó los intentos de Quilmes, que se repitió en sus fallidas buenas intenciones.
Hasta que en el enésimo ataque, el arquero Coldeira rechazó hacia el medio un centro de Pablo Corti, que ingresó por Domínguez; por allí andaba Ceferino Díaz, que remató al gol sin mucha oposición.
Luego, por supuesto, Arsenal se desesperó en busca de la igualdad, porque ya la cima no le pertenecía y poco hizo para protegerla. Fue una y otra vez, con ideas confusas, pero Quilmes se hizo fuerte en la última línea, recuperó la tranquilidad y buscó con la fórmula que le cedió su rival: el contraataque. Fue cuando mejoró el desarrollo, se vio algo distinto y buen ritmo. En definitiva, ganó el que quiso más.


