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CORDOBA.- La vida de Víctor Zapata parece un cuento de los de antes, de esos que comienzan con un presente difícil y oscuro y terminan con un futuro promisorio y exitoso. El mismo no tiene reparos en definirse como "un tocado por la varita mágica", definición que utiliza para pintar lo que le pasó durante los últimos cinco años. Este chico de 21 años, proveniente de una familia muy humilde, que nació y vive en San Martín, junto con sus padres y seis hermanos, tiene una historia increíble.
A los 16 debutó en Juventud Unida, club de la Primera D. A los 18, pasó a Argentinos Juniors y allí jugó en la cuarta división, con la que se consagró campeón; de inmediato, subió a la primera del equipo de La Paternal. "Pasar de la D a primera fue un cambio muy fuerte; es un mundo totalmente distinto. Pero mucho más duro fue el cambio de Argentinos a River; es un club demasiado grande en el que, si no hubiera sido por la ayuda de mis compañeros y del cuerpo técnico, me habría sido muy difícil adaptarme", comenta.
Apenas 14 partidos en la máxima categoría de nuestro fútbol con la camiseta de Argentinos le bastaron para que River se fijara en él y comprara su pase. Después de la victoria ante Boca 2 a 0 en el Apertura, en el que ni siquiera fue al banco, ganó la camioneta Mercedes Benz que sorteó Ramón Díaz entre todo el plantel. La primera pelota que tocó en su segundo partido en primera, contra Chacarita, por la antepenúltima fecha del Apertura, fue gol. "Por suerte, después de aquel partido los muchachos del barrio (San Martín) no me hicieron ningún problema. Conozco a todos desde hace mucho tiempo porque vivo cerca de la cancha de Chacarita."
Anteanoche, en su primer superclásico, fue la figura del partido desde el sector izquierdo del mediocampo. Evidentemente, la suerte está de su lado, aunque no está sola; es sólo un condimento de su capacidad para jugar al fútbol. "Es como si estuviera en las nubes, aunque trato de mantener los pies sobre la tierra. Vivir todo esto es lo que siempre soñé", asegura Víctor, que recién ahora es identificado por los curiosos sedientos de autógrafos.
Pese a todo lo positivo que vivió en los últimos tiempos, Zapata prefiere la prudencia. "¿Si puedo ser el conductor de River?... Yo soy consciente de que las posibilidades que tenés para demostrar tu juego en un club grande no son muchas; ahora tengo la posibilidad de jugar y no quiero desaprovecharla. Tengo que seguir luchando, como lo hice desde chico", comenta con una humildad que, se nota, trae desde la cuna.
Dice que haber jugado en la durísima primera D le allanó el camino para desplegar todo lo que sabe por lo que aprendió en esas canchas indomables de tierra seca, y que en esa categoría hay muchos jugadores que podrían actuar en primera. Es como el abanderado del crecimiento profesional más deseado por un futbolista.
Antes de irse, escucha: "¿Víctor, cuál va a ser tu próximo golpe de suerte?". Se ríe con ganas y contesta: "No sé, vamos a ver; ¿pero te parece poco lo que me pasó hasta ahora?"
CORDOBA (De un enviado especial).- El comentario de la gente que estuvo anteanoche, en el estadio Córdoba, en la victoria de River por 3 a 0 sobre Boca decía que "este pibe es igual a (Sergio) Berti, pero juega mejor".
Muchas cosas los unen: juegan en la misma posición y su modo de andar, de llevar la pelota y de penetrar en el campo rival es similar; los dos son zurdos y conocen muy bien el sector izquierdo del mediocampo.
Claro, la Bruja Berti (ahora en México) ya tiene una historia en River; Víctor Zapata recién comienza.
"Siempre me gustó la manera de jugar de Berti; muchas cosas de mi juego las aprendí mirándolo a él. Creo que es un gran jugador. Sé que muchos comentan que me parezco mucho a Sergio, y puede ser que así sea. Ojalá que pueda jugar mucho tiempo en River, igual que Berti; me encantaría", dice Víctor, con orgullo soñador.


