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Fragmentado, Hindú osciló como un péndulo. Inclinándose más hacia una irregularidad exasperante que hacia la dinámica que pretende exhibir en cada encuentro. Esa frustración lo irritó, lo desniveló, pero no le impidió marcar siete tries contra Atlético del Rosario y triunfò por 43-13 (parciales de 19-6 y 24-7).
Cualquier otro aceptaría mostrarse desabrido con tal de asegurarse semejante cantidad de conquistas, pero no los de Don Torcuato. No los más goleadores del torneo, con 215 tantos (su escolta, La Plata, suma 200); no los únicos que hasta aquí han logrado puntos extras en todas las fechas (registran un promedio de casi siete tries por partido; los rosarinos, casi cinco, pero en contra); no los que se esmeran siempre por explotar al máximo su potencial, por superarse a sí mismos, independientemente del resultado.
"¡Tenemos que hacernos respetar desde el comienzo!", pedía a gritos el capitán rosarino Nicolás Torno a sus compañeros antes de poner un pie en la cancha auxiliar del Buenos Aires Cricket & Rugby Club. Y así fue. Plaza, pragmático, mañoso, arisco y pegajoso, aprovechó las desinteligencias ajenas e impuso su ritmo pausado.
Eso sí: cuando cayó en una breve laguna estratégica (10 minutos, apenas), Hindú explotó en toda su dimensión. Dos veces en la izquierda, con Hernán Senillosa, de asombrosa la elasticidad para evitar el contacto, y una en el sector opuesto, a través del octavo Mariano Lorenzetti (19-6).
El complemento no resultó más atractivo, pero sí menos exigente para los de Don Torcuato, porque Atlético del Rosario se deshilachó físicamente. Aun desconectados, los campeones del Nacional de Clubes quebraron el in-goal en otras cuatro oportunidades, dos debajo de los palos, dos en la derecha, todas a cargo de tres cuartos: el apertura Santiago Fernández, el fullback Francisco Bosch en un par de ocasiones y nuevamente el centro Senillosa. En un escenario ya repleto de imprecisiones y de roces absurdos, Plaza celebró gracias al wing Alexis Weitemeier (13-36).
Seguía pasando mal la pelota el vencedor, sin redoblar esfuerzos en ataque, sin desempeñarse con solidez y limpieza en las formaciones... Entonces el entrenador José Fernández se fastidió y en menos de 20 minutos realizó cinco modificaciones al esquema sombrío. En vano, claro. Rara vez podrá verse al voraz Hindú entrecortado, tibio, volando tan bajo.
Por aquella semifinal
Hindú no jugó en Don Torcuato porque la URBA le suspendió su cancha. ¿El motivo de la sanción de una fecha? La pirotecnia que los simpatizantes de Hindú utilizaron en el Buenos Aires Cricket & Rugby Club, durante la semifinal de 2003, contra el San Isidro Club, el bicampeón.


