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El domingo 21 de agosto de 2016 se terminaban los Juegos de Río de Janeiro y comenzaba la cuenta regresiva de cuatro años para la próxima cita olímpica. Por supuesto, nadie suponía que una pandemia iba a trastocar el orden mundial y habría que esperar un año más para que se realizara Tokio 2020. Pero en aquella ceremonia en el estadio Maracaná, el entonces primer ministro japonés Shinzo Abe recogió el testigo como país anfitrión de una manera sorprendente: lejos de la solemnidad oriental, el exmandatario asesinado este viernes en la ciudad de Nara apareció disfrazado de Super Mario Bros, uno de los personajes más icónicos en la historia de los videojuegos y muy arraigado a la cultura nipona. En aquel momento, Japón prometía una fuerte impronta tecnológica y de mucho divertimento, aunque ambos rasgos quedaron fuertemente atenuados en los Juegos realizados en 2021, justamente por el impacto de la pandemia. Al punto que no hubo público para presenciar la actividad deportiva y hubo que reducir el despliegue de elementos tecnológicos; una versión minimalista del ambicioso proyecto inaugural.
El acto protagónico de Abe fue uno de los momentos más divertidos de aquella ceremonia de clausura en Río. Hubo un video de introducción en el que aparecían atletas y personajes de ficción pasándose una pelota roja como el sol naciente de la bandera nipona. Allí es cuando el primer ministro se ve apurado de tiempo para llegar a la ceremonia de Río. Abe se funde entonces con el mítico personaje de videojuegos Super Mario y se transforma en él. El famoso plomero, acompañado por el gato-robot Doraemon, instala una tubería entre un conocido cruce de calles en el barrio de Shibuya, en Tokio, y perfora las entrañas del planeta Tierra para llegar a tiempo a Río. Entonces se introduce en ese túnel con el balón, atraviesa el centro de la Tierra y por el otro extremo, en el punto central del estadio olímpico, el dirigente japonés sale vestido con el mameluco y la gorra, de nuevo de carne y hueso y con vivos colores rojo y azul. Hubo aplausos, ovaciones y asombro entre los miles de espectadores que ocupaban las tribunas.

“Quería mostrar al mundo la influencia de Japón con la ayuda de un personaje japonés”, confió Abe en aquel momento ante los periodistas. “No estaba muy seguro de la reacción del público, pero recibí muchos aplausos. Estoy muy agradecido”, añadió. Tamayo Marukawa, ministra encargada de los Juegos Olímpicos japoneses, explicó a la prensa en Tokio que ignoraba todo sobre esta presentación. “Nunca imaginé que se disfrazaría de Mario”, dijo a los periodistas. En las redes sociales, la broma del primer ministro japonés provocó sorpresa, risas, aunque también críticas. “Me impresionó ver a un líder nacional sacrificar su reputación y salir disfrazado en un acontecimiento mundial”, dijo un usuario de Twitter en japonés. “Qué grande es...”, afirmó.
Lejos de aquel momento distendido, Hoy Japón, uno de los países más seguros del mundo, está conmocionado por la muerte de Abe, tras sufrir un ataque con arma de fuego durante un acto de campaña en la ciudad de Nara. Abe pronunciaba un discurso en el marco de la campaña para las elecciones de la Cámara alta legislativa programadas para este domingo, cuando se escucharon disparos, indicaron la cadena nacional NHK y la agencia Kyodo.
El exprimer ministro recibió un disparo, y NHK emitió unas imágenes en las que se veía a Abe desplomado en la calle, con varios guardias de seguridad corriendo hacia él. Se sujetaba el pecho cuando se desplomó, con la camisa manchada de sangre, pero pudo hablar antes de perder el conocimiento. Fue trasladado de urgencia en helicóptero al hospital de la Universidad Médica de Nara. Makoto Morimoto, funcionario del departamento de bomberos local, dijo que Abe sufrió un paro cardiorrespiratorio tras recibir el disparo, lo que significa que no respiraba y que su corazón se detuvo mientras era trasladado al hospital de la prefectura.


