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LONDRES.- El cordobés Gustavo Fernández alcanzó las finales de todos los Grand Slams disputados en la temporada. Fue campeón en el Abierto de Australia, cayó en la definición de Roland Garros y, como número 1 del mundo en tenis adaptado desde el lunes pasado, disputará la final de Wimbledon el próximo domingo, frente al sueco Stefan Olson (7° del ranking). En un partido sumamente espinoso, con el público en contra, el jugador nacido en Río Tercero superó este viernes por 4-6, 7-6 (7-4) y 6-3 al británico Alfie Hewett (6°).
Cada partido del Lobito Fernández (23 años) es un espectáculo. Deja todo en la cancha, y mucho más también. El argentino no tiene ningún tipo de temor de lastimarse, por ello se arroja hacia la pelota sin pensar en que juega sobre una silla de ruedas. Así se golpea, una y otra vez. Pero sigue adelante. Así es su espíritu. Así emociona.
Un símbolo de cómo juega: se cayó, se levantó y siguió

Fernández debió esforzarse al máximo para avanzar a la final. Hewett ya lo había vencido en la última final de Roland Garros y, además, contaba con el apoyo constante del público. El argentino tuvo un arranque errático, con varias doble faltas y sin poder hacer daño con su fulminante revés. Estuvo contra las cuerdas, pero, con paciencia e inteligencia, se impuso en el tie-break del segundo parcial. Ese fue, prácticamente, un golpe de K.O. para Hewett. En el tercer set, Fernández logró desarrollar con mucha más precisión sus estrategias y tiros favoritos. El match se cerró a las dos horas y dos minutos de acción.
“Entrené como el culo toda la semana”, había reconocido con franqueza después de su debut. La gran exposición que tuvo a partir de haber alcanzado el número 1 del mundo fue muy grande y le costó concentrarse. Pero, con el apoyo de su familia y del entrenador Fernando San Martín, rápidamente logró enfocarse. Y el domingo buscará cerrar su semana soñada con el título en el All England.
El punto decisivo





