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Por José Luis Domínguez
LA NACION
Alta y espigada, Dinara Safina se instaló durante varias semanas en Buenos Aires. La ex número 1 del mundo, hermana de Marat Safin, es entrenada desde mayo pasado por Gastón Etlis, recomendado a su vez por otro argentino, Hernán Gumy. Con 24 años, ocho de ellos en el WTA Tour, Safina busca darle un giro a su carrera. Rendimientos bajos, y sobre todo una lesión en la espalda, la hicieron caer hasta el puesto 63° del ranking. Para recuperarse, la joven tenista rusa se rodeó de un equipo de trabajo argentino; además de Etlis cuenta con Fernando Cao como preparador físico y, aquí, tuvo como masajista a Gustavo Álvarez, ex integrante del cuerpo técnico de la Copa Davis. Al igual que Marat, habla un español perfecto, recuerdo de sus seis temporadas en Valencia, donde acompañó a su hermano y también impulsó su carrera.
Aquí se entrenó bajo el calor de la tarde en el Tenis Club Argentino, en Palermo, junto con su compatriota Anna Chakvetadze, que a su vez tiene como coach a otro argentino, Cristian Kordasz. Y, en una entrevista con La Nacion, habló sobre su momento, y admitió que Buenos Aires es el punto de partida para recomenzar su carrera.
"Llegué el 2 de noviembre. Buenos Aires me gusta, lo paso bien aquí. ¿De vacaciones? No, vine para hacer una larga pretemporada, que es lo que necesitaba. No jugué los últimos torneos porque mi cuerpo no aguantaba más. Tomé la decisión porque estaba con muchas molestias en mi espalda, por eso preferí terminar antes la gira y también empezar temprano un trabajo de pretemporada. En 2010 no hice casi nada por la lesión y por eso preferí parar. Se trata de una fractura por estrés y es un problema crónico. Tengo que cuidar que el músculo esté relajado, porque una vez que se contrae, ya no puedo hacer nada, por eso hicimos un trabajo lento, de paso a paso. Aquí me ayudó el Pelado [por Álvarez], y pude hacer toda la pretemporada sin molestias. Estoy con un equipo en el que uno ayuda al otro", dice Safina.
-¿Cómo surgió el vínculo con Etlis?
-Es una historia larga. Yo trabajé mucho tiempo con Zeljko Krajan, pero después de la lesión me costó volver; hubo un malentendido y decidí parar. Somos muy amigos y, para evitar pelearnos, decidí cambiar. Durante el torneo de Madrid hablé con mi hermano y él me sugirió intentar unas semanas con Hernán Gumy, que había sido su coach, y llegamos a trabajar, pero por poco tiempo, ya que él también está con Ernests Gulbis. Hernán me recomendó a Etlis.
-Y en este tiempo que estuviste con Etlis, ¿qué cosas cambiaron?
-No mucho. Pasa que estuve casi siempre lesionada, y cuando volví tampoco me entrené tanto, porque me faltaba un trabajo de base. Veremos qué pasa en los próximos meses, creo que ahí los resultados van a llegar. En el juego no hemos cambiado nada.
-¿El que pasó fue tu peor año?
-Fue duro porque cambiaron muchas cosas en mi vida. Empecé el año como número 2 del mundo y lo terminé en el puesto 63°, y ése fue un golpe muy fuerte. Por ahí mucha gente dejó de creer en mí y me dio la espalda y, como siempre, quedaron mi familia y unos pocos amigos; la lesión también me perjudicó. Por eso será interesante este año. Para mí, será como empezar mi carrera de nuevo.
-Tus padres te acompañaron en la Argentina...
-Sí, mi mamá (Rausa) estuvo conmigo y la verdad es que le costó quedarse porque no tiene amigos; yo tengo a los chicos en el gimnasio, pero a ella se le hizo difícil, recién estuvo mejor cuando llegó mi papá. Ellos me apoyan ciento por ciento en mi decisión, están detrás.
-¿Y por qué decidiste venir a Buenos Aires?
-El tiempo es mejor en Buenos Aires. La verdad es que en Europa cambió mucho el clima. Antes, durante la pretemporada, había buen clima y se podía entrenar, pero ahora está cada vez peor, nieva en todos lados y aquí el clima se parece bastante al de Melbourne, y entonces preferí entrenarme en Buenos Aires, con calor, antes que tener que pasar del frío de Europa al calor de Australia, que es un shock fuerte para el cuerpo.
-¿Por qué han llegado lejos en el circuito muchas chicas del Este europeo, y sobre todo de Rusia?
-Bueno, porque hay mucha competencia. Una quiere ser mejor que la otra, y cada una motiva a la otra; la motivación nos empuja muchas veces a seguir. Por ahí, en otro país sólo hay una tenista entre las cincuenta mejores y se la considera una deportista destacada, pero en Rusia, si eres la 30» del mundo, no sos nadie, no te reconocen en la calle; si quieres ser alguien en el deporte, tienes que ser la mejor. En Moscú, si eres el 50° del mundo, no puedes vivir bien, no es suficiente, tienes que trabajar.
-¿Y te sentís reconocida en Rusia?
-Después de los Juegos Olímpicos de Pekín [donde obtuvo la medalla plateada], sí. Pero si no estás en la televisión, no te reconocen.
-¿Ganar un Grand Slam es una cuenta pendiente?
-Puede ser, estuve muy cerca, llegué a tres finales [dos veces en Roland Garros y otra en Australia] y no aproveché mis oportunidades, pero hay que seguir, trabajando duro y mejorando las cosas que me faltan.
-¿Cómo vas a hacer para volver al top ten?
-Bueno, me entrené muy fuerte en esta pretemporada... Es muy difícil decirlo ahora, estuve lesionada y no podía exigirme resultados, no aguantaba. Por eso ahora me voy a dar seis meses y ver qué pasa. Necesito tiempo.
"Ya estoy acostumbrada a que me pregunten por él. De chica me costaba bastante manejar ese tema, pero luego encontré el punto justo; yo también soy jugadora y después de tener algunos resultados se hizo más fácil. ¿Si lo veía como un ejemplo? Bueno, cuando empecé a jugar sí, lo miraba, pero no mucho más. No me gusta copiar a la gente, no me gusta ser como otros, yo soy como soy", dice Dinara, que en su primer partido de 2011 cayó ante la belga Yanina Wickmayer, en el torneo de Auckland.


