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Carreras de las Estrellas: todas las historias y ganadores de la serie en el hipódromo de Palermo
Este viernes se lleva a cabo en el hipódromo de Palermo la 30ª edición de las Carreras de las Estrellas, una de las jornadas más esperadas del calendario en el turf argentino, con los mejores caballos de cada categoría. La fecha de 14 competencias, sin espectadores y con la prohibición de ingresar para quienes no sean jockeys, entrenadores, peones y personal esencial de la empresa como desde el regreso de la competencia allí el 28 de agosto, incluyó seis grandes premios y un clásico para productos velocistas.
El Junior Sprint (G3)
El tordillo Splendid Key se cobró una revancha pendiente en pruebas de recta con Zamindar Quit, que le había quitado el invicto en febrero pasado, antes de que ambos potrillos se probaran en un cotejo de codo sin suerte. "Aquella vez, el mío largó de adentro y tal vez pueda haber sido eso que cambió", ensayó una explicación Facundo Coria, jockey del vencedor. De perder por cuatro cuerpos a derrotarlo por uno y medio.
"Veníamos siguiendo a la potranca (Strong Key) y desde los 300 quedamos mano a mano. Vino a ganarnos, pero llegó hasta el pescuezo y no pasó. Al principio me costó darle apoyo, le costaba. Hasta que se acomodó por los 700 y ahí sí comenzó a responder. Está pasando con muchos caballos que les cuesta entrar en ritmo, más que nada en las carreras largas", describió Coria. A la charla se sumó Walter Suárez, que comparte la preparación del caballo con su mujer, María Fernanda Álvarez.
"Es pesado, por lo que todo este tiempo lo tuvimos en mantenimiento y cada 15 días le hacíamos un ejercicio más fuerte. Si un caballo se va de punto, después lleva mucho tiempo volver a ajustarlo. Este trabaja lo que corre, lo que le pidas", agregó el Colorado. Nacido en Firmamento al igual que su escolta, Splendid Key es el único producto que compró a ese haras Alfredo Camogli, quien sólo compite con sus crías en El Alfalfar, pero ese año había cedido los derechos del padrillo Key Deputy a la cabaña marplatense. Pensó en una compra de agradecimiento. Mejor ojo, imposible.
El Juvenile Fillies (G1)
La tercera fue la vencida para Infartame, la potranca que no había estado en el nivel que su preparador esperaba en las dos primeras carreras y desquitó en la teóricamente más difícil, ante ganadoras. Sobre el final, quebró la resistencia de la puntera Lace and Pearls, una debutante que parecía la más experimentada de todas y lucía inalcanzable.
"La mía venía muy bien, pero la de adelante no se paraba. Cuando en los 200 metros la tuve cerca, ahí sentí más confianza", relató Gabriel Bonasola, el jockey, de 21 años, que lleva tres en las pistas y alcanzó en ese cotejo su primer festejo en un Grupo 1. "Desde que se anotó y sabía que iba a correrla soñé la carrera un montón de veces, no podía dormir algunos días. Estaba ansioso esperando poder ganar mi primer gran premio", confesó el entrerriano, surgido de la escuela de aprendices de San Isidro hace tres años y graduado hace dos.
Nicolás Martín Ferro es el preparador de Infartame. "Siempre le tuvimos muy buen concepto. Por eso, aunque no había rendido lo que esperábamos, igual nos animamos. Venía viéndola cómoda, pero la puntera estaba firme. Cuando logró meterse por adentro, ahí me entusiasmé. Además, le había dicho a Gabi que con caballos míos ganó su primera carrera, su primer Grupo 2 e iba a ganar también su primer Grupo 1", dijo Nico, sonriente. En el stud de su padre, Enrique, quedará Marquesa Key, la favorita, que viajó desde Mar del Plata y corrió para nuevos dueños. Llegó cuarta, tras moverse entre las últimas. "Se amansó demasiado y cuando empezó a descontar era tarde", se lamentó Eduardo Ortega Pavón, su jinete.
El Juvenile (G1)
Las desilusiones mutaron en festejo medido, en el éxito de Seteado Joy, que encontró un hueco junto a los palos al llegar a la recta final, se filtró y escapó al segundo y mejor conquista, por tres cuerpos. Roberto Bullrich, su preparador, quería exteriorizar todas las sensaciones que llevaba adentro y no cabía incluso en sus más de dos metros de altura. La espera de la prueba no había sido sencilla en lo laboral y el momento que atraviesa el turf argentino, con más incertidumbre que actividad, y el país lo entristecen.
"Al potrillo lo fui a comprar especialmente a la liquidación de La Biznaga, que sigue estando presente en todos mis grandes triunfos. Me gustaba la madre, Stormy Sexology, a la que había entrenado, y toda esa familia materna, unida al padrillo Fortify", recordó, antes de saber que el semental había logrado un 1-2, porque Nixon Joy fue el escolta. Y detalló: "Cuando ganó su primera carrera, en 1000 metros, parecía que no iba a perder nunca más, pero en las dos siguientes no respondió como creía que podía hacerlo, aunque mejoró en 1200 metros. Igual, pareció decirme que no le gustaba la velocidad". El regreso en una milla fue implacable.
"Lo estaba preparando pensando en que volvíamos en septiembre, y durante todos estos meses siguió siendo el mejor de mi stud", aseguró Coco. Faltaba tener certeza de cuándo correría, pero cuando lo supo una complicación lo frustró. "Fabricio Barroso lo estuvo montando toda la pandemia y cuando lo anotamos me vino a decir que no iba a poder correrlo porque tenía un compromiso con otro stud. Me puse triste, porque lo imaginaba ganando con él y sé de todo su esfuerzo. Hablé con algunos jockeys y el día que lo confirmé todavía no sabía quién iba a montarlo. Pero esa mañana me mandó un mensaje de que su potrillo no iba a correr y podía volver a Seteado Joy. Al final, se dio todo lo que imaginé, con él", confesó.
El Distaff (G1)
Cita di Río se acostumbró a ganar y nada la detiene. Este año se llevó las tres competencias de las que participó. Otra vez fue a la punta en los 2000 metros de Palermo y se hizo inalcanzable. Salió adelante y cuando fueron a buscarla volvió a acelerar, para dejar en el camino a la favorita Joy Canela, en la Copa Alejandro Menditeguy. "La vi nacer, crecer, domarse, empezar a entrenar y ahora con ella gano mi primer gran premio", dijo Marcos Roberti, que hace menos de un año recibió la patente de entrenador. A los 18, el hijo de la ex diputada Mónica López asegura que "no se puede creer que se haya dado tan rápido".
La yegua viajó durante la mañana desde Gualeguaychú, Entre Ríos, donde es entrenada, a Palermo. Tuvo tres horas de traslado. "Como es tranquila, en ningún momento pensamos en venir antes. Ella no necesita demasiado vareo ni mucha comida, es equilibrada. Además, tengo la ayuda de Rodrigo Cunz, que la galopa todas las mañanas, y de Alfredo Gaitán Dassie, que ante cualquier duda está siempre predispuesto", señaló Roberti, agradecido al jinete que trabaja en su equipo y al preparador que fue entrenador de la mayor parte del plantel del stud Santa Elena hasta que López confió en que su hijo podía largarse solo, tras foguearse al lado de Gaitán.
A Cita di Río, no obstante, la entrenó Horacio Torres, otro cuidador, antes de llegar a manos de Marcos. "La rival a ganarle era Joy Canela. Entonces, quedamos con Martín en que ella haga su carrera", precisó. Se refería a Martín Valle, el jockey que la montó y se paró en los estribos a festejar al llegar a la meta. "Es mi segundo triunfo en un Gran Premio. El primero fue el año pasado, con Entropia, viniendo últimos. Ahora, todo al revés, de punta a punta", comparó quien hace dos años salió de la escuela de aprendices, tras sumar experiencia en diversos hipódromos del interior del país. A los 22, Valle ya se recibió, fue "Aprendiz del año" y ya tiene una Estrella en su legajo.
El Classic (G1)
Los planetas se alinearon para la victoria de King Slew en la carrera mejor remunerada de la serie, con dos millones de pesos al vencedor. En marzo, poco antes de que la pandemia obligue a suspender las carreras, el caballo había ganado por primera vez, aunque ya de potrillo era tanta la confianza en el alazán que igualmente había corrido otros dos grandes premios y en uno de ellos, el Estrellas Juvenile de 2019, había sido segundo. Esta vez, cuando no estaba entre los favoritos y parecía que la salud ni los puntos no lo acompañaban, atropelló al triunfo.
En condiciones normales, ese único éxito no le hubiera permitido a King Slew tener acceso a la prueba si hubiera habido un exceso de anotados. No sólo tuvo lugar en una gatera llena, sino que además superó un proceso de fiebre, que puso en duda su ratificación. "No le pudimos dar la pasada, ni trabajarlo como queríamos, pero le teníamos fe. Es bueno y le viene bien la distancia. Todavía tiene para dar", indicó Rodrigo Blanco, su jockey, como avisando que lo mejor aún está por venir.
Para Blanco es una conquista especial, más allá de ser la primera desde que regresaron las carreras a Palermo. Nunca había levantado una Copa de las Carreras de las Estrellas. Toda una rareza para el cordobés de 38 años, que ganó la mayoría de los grandes clásicos del calendario argentino incluido dos veces el Carlos Pellegrini, además de sumar experiencia en Suecia, Francia, Dinamarca, Inglaterra, Alemania, Noruega y los Emiratos Árabes, haciendo base en Estocolmo, donde estuvo radicado dos temporadas.
Los últimos meses, sin carreras, Blanco se unió a su suegro para trabajar en la verdulería de éste, con los pedidos. Sin ingresos, había que buscar alguna changa. "La pasamos mal. Esta es una industria con movimiento diario que no se puede detener y la mayoría vivimos de los premios. Había angustia. Ahora nos falta un poco de estado físico, porque no es lo mismo entrenar que competir, pero nos vamos acomodando", describió, medido. No alcanza con la experiencia y todo lo conseguido. Hay que seguir peleándola, como lo hizo King Slew para dominar y tirarle dos cuerpos a In Your Honor, el escolta que llegó desde Río Cuarto.
Sin fuerzas suficientes para sostenerse cuando llegó adelante, Emotion Orpen cedió en la recta hasta el cuarto lugar, mientras abierto se agigantaba la imagen de King Slew, otra cría de Firmamento, un año menor. A falta de festejo ciento por ciento propio, uno de los que también se gritan como si lo fueran en Sierra de los Padres o City Bell, donde nacen y se preparan para la venta.
El Mile (G1)
Otro jockey que ganó en la serie de la Fundación Equina Argentina (FEAR) por primera vez fue Lautaro Balmaceda, que tuvo el mejor debut en las riendas de Power Up, cuya aceleración en la recta final fue desmoralizante para sus rivales. A nueve meses de su anterior carrera, el zaino doradillo ofreció buena velocidad inicial y se despegó en la recta.
"Venía demasiado cómodo, sin exigirlo. Cuando llegamos al derecho, sabía que tenía a unos de los caballos que iba a definir la carrera. Es un típico millero y, realmente, andaba muy bien", relató el jinete nacido hace 30 años en Achiras, Córdoba. Se formó en esa provincia, ganó experiencia, le sumó festejos en clásicos grandes de San Luis y Santa Fe, y hace 11 meses celebró su primera conquista en el más alto nivel internacional. Hay una coincidencia entre ambos festejos, los únicos de Grupo 1 que atrapó: fueron conseguidos en cotejos de 1600 metros.
Como aquél, con El Consorte en el Gran Premio San Isidro, aquí se asoció al entrenador Enrique Martín Ferro. Para no ser menos que su hijo Nicolás, que había vencido en el Estrellas Juvenile Fillies, también levantó su copa, y dejando segundo a Roman the Mad, al que prepara Nico.
El Sprint (G1)
El gran premio que cerró la 30ª edición de las Carreras de las Estrellas lo definieron yeguas, que eran, además, las que venían venciendo en serie antes de que la cuarentena obligara a cerrar todos los hipódromos para la competencia. La Reliquia logró su cuarta conquista en fila, se adelantó por un cuerpo y medio a Humorada Negra y le cortó su serie de cuatro impactos.
Entrenada en Córdoba, ni el entrenador de la yegua pudo viajar. César Peralta quedó en La Francia, la ciudad en la que la zaina nació y para cuyo criador, Don Florentino, sigue corriendo. A los 6 años, una edad en la que las yeguas empiezan a tener destino de madres, la hija de Qué Vida Buena, un padrillo de la casa también, les regaló el festejo a la distancia.
La Reliquia se gritó allí y en Esperanza, Santa Fe, donde creció Brian Enrique, el jinete que recibió las instrucciones por teléfono para darle no sólo el mejor éxito de su vida a la yegua, sino también el primero propio en las Estrellas. "Para un jockey que viene de abajo y llega a poder correr este tipo de clásicos, es inexplicable lo que se siente ganar", dijo, ya cuando la tarde se apagaba y casi nadie quedaba en el hípódromo, en una jornada de tribunas vacías y sin gritos. Pero con las expectativas cumplidas.
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