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"No esperaba que Dennis [Kimetto] bajara las 2h03m", dice sin estridencias y con la mirada fija en el piso Wilson Kipsang. Por un instante, hace una pausa que parece eterna. "No hay remedio. Las marcas están para ello y pronto Dennis se verá destronado o deberá correr más rápido que en Berlín", advierte.
Poseedor del tercer mejor registro de la actualidad en la distancia de la maratón (2h03m23s, en Berlín 2013), da la sensación de que Kipsang tiene la espina clavada. Lejos de la envidia. Muy cerca de la competitividad que encierra ser un atleta de elite, donde el tiempo, ¡donde los tiempos!, se cuentan como si fueran las últimas monedas para viajar. Es que, en la órbita de los mejores fondistas del mundo, suelen conocerse por sus mejores marcas y no por los nombres.
Hace un puñado de minutos Kipsang se encontraba solo en un rincón de uno de los históricos edificios de JP Morgan, en el corazón mismo de Wall Street. Bastó con observarlo para asumir que el keniata preferiría pasar inadvertido. Ellos evitan los flashes y aplican lo grupal por encima de lo individual. Así lo describe Adharanand Finn en Correr con los keniatas, un libro de ineludible lectura para entender cómo y por qué en esa remota geografía de África se fabrican los mejores fondistas del mundo. "Cuando ganan medallas de oro –escribe Finn–, llevan siempre a sus compañeros al lado en la vuelta de honor (…) Los atletas keniatas corren a menudo como un equipo y uno de ellos puede sacrificar sus posibilidades de vencer haciendo de liebre para un compatriota. Toda esa generosidad es sencillamente un reflejo de cómo los educan." En sintonía, Kipsang opina: "Básicamente creo que la razón principal por la que Kenya tiene a los mejores fondistas del mundo es por el modo en que vivimos, el entrenamiento que nos inculcan desde chicos y, además, el talento que existe".
Por momentos, parece incómodo. Se lo nota tenso, nervioso. Sonríe a cada instante. Sin embargo, Kipsang, de 33 años, no esquiva las preguntas. Presta atención y durante casi 30 minutos intenta entender y hacerse entender. "Las entrevistas y las presencias son parte de mi trabajo", atina a explicar el atleta que corrió cinco veces por debajo de las 2h05m para completar 42,195 km. Un pergamino que eleva su estatus como uno de los mejores maratonistas del mundo.
Modelo : Paul Tergat, el fondista más elegante de todos los tiempos, se transformó en 2003 en el ejemplo para Kipsang. "En Berlín 2013 corrió conmigo", dice.

Ganador de una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, Kipsang se inspiró en Paul Tergat, cuando su compatriota se impuso en la maratón de Berlín de 2003. En aquel entonces y con apenas 21 años, Kipsang combinaba su trabajo como granjero, sus estudios y el atletismo, aunque de manera amateur. "Cuando lo vi a Paul en Berlín, decidí que sería atleta. Él tuvo mucho que ver en que hoy esté aquí hablando con vos", resume. Y añade: "Aquel día estaba en mi pueblo mirándolo por televisión. Y cuando corrí en Berlín lo recordé a Paul y sentí que él estaba corriendo conmigo. Sabía que iba a poder hacerlo porque Paul pudo hacerlo". Hijo de un atleta que supo tener su momento de esplendor a mediados de la década de 1970, Kipsang incursionó en el atletismo cuando cursaba sus estudios primarios. Al poco tiempo discontinuó la práctica deportiva hasta que a los 20 decidió probar si tenía suerte como representante de la fuerza policial y el atletismo se convirtió en su medio de vida definitivo. "Me sirvió para salir adelante y tener mejores condiciones. Cuando era chico, todo nos costaba mucho", comenta.
El desembarco de Kipsang en el atletismo profesional se gestó por un hecho fortuito. Si bien ya dedicaba buena parte de sus días a entrenar, recién en 2007 pudo dar el salto a Europa. Su representante tenía pautada la participación de tres atletas keniatas de segundo orden en Hem, Francia, para competir en una prueba callejera de 10 km. Como uno de sus atletas sufrió una lesión, decidió llevarlo, y Kipsang no falló. Se quedó con la carrera y batió el récord del circuito. "Supe aprovechar mi oportunidad. Estaba seguro de mí mismo y lo que podía hacer en esa carrera", apunta.
Desde la irrupción de Kipchoge Keino (actual presidente del Comité Olímpico keniata) en los Juegos de México 1968, el país africano logró trascender sus fronteras para convertirse en una inagotable fuente de fondistas y medio fondistas. Para los especialistas, Kenya es la meca del atletismo mundial y una de las razones reside en que el deporte se convirtió en una herramienta para el cambio social. Basta con ejemplificar que para los Juegos de Londres 2012 tenía a poco menos de 300 atletas por debajo de la marca mínima clasificatoria para los 42,195 km (2h15m).
Sin embargo, en los últimos años, la sombra del dopaje se abrió camino como una punta de lanza que dejó a los atletas keniatas y a sus entrenadores en el ojo de la tormenta. El último caso positivo de Rita Jetpoo (afronta una pena de dos años por EPO –eritropoyetina– en sangre) en los días previos a la maratón de Chicago golpeó fuertemente al corazón del atletismo de Kenya. "Es una gran pena lo que le sucedió a Rita. Espero que se pueda reponer pronto", dice Kipsang. "Hay mucho trabajo para hacer con los atletas, pero creo que la mayoría de los corredores de mi país están limpios", apunta. El incremento de casos positivos no se detuvo en los últimos años. Mientras que entre 2010 y 2012 apenas se registraron 2 casos, entre 2013 y lo que va de 2015 son 17 los positivos confirmados. La cifra deja en evidencia que no todo se trata de talento y genética. "Cuatro años son mejores que dos porque el atleta sabe que si se anima a jugar sucio la sanción puede dejarlo afuera para siempre", especifica Kipsang, quien sostiene que todas las medidas que tome la Federación de su país servirán para quitar el halo de duda que recae sobre Kenya.
Las ganancias de Kipsang se multiplicaron y, hoy en día, su presencia en una maratón conlleva un monto fijo por tan sólo iniciar la carrera. Un cachet que puede incrementarse en caso de ganar la prueba o, incluso, de batir el récord del circuito.
El año pasado obtuvo el título World Marathon Majors, que valora los resultados de los dos últimos años en las seis principales pruebas (Berlín, Londres, Boston, Chicago, Nueva York y Tokio). Kipsang se impuso en Berlín 2013, y en Londres y Nueva York 2014. Con semejante labor embolsó 500.000 dólares que se sumaron a los 100.000 por su victoria en la Gran Manzana. "Fue un premio al trabajo, al esfuerzo que hago todos los días", explica Kipsang. Una definición que pone de manifiesto que correr se transformó en un oficio más que redituable en un país donde abundan los atletas con condiciones. Tal vez por ello se explique su visión acerca de representar a otro país. "Es algo que no descarto. Por ahora, nunca me lo propusieron, pero no lo descarto. Hay compañeros que corren para Francia u otros países y eso no está mal", precisa. La visión de Kipsang no escapa a la coyuntura actual. Esa que señala que el deporte por el deporte mismo es una cuestión del pasado. Hoy, es el tiempo de marquesinas fabulosas con el marketing y el dinero como elementos decisorios, aunque no definitivos que exprimen al máximo cada una de las aristas de un show cada vez más masivo. "Lo mío se trata tan sólo de correr", esboza Kipsang con la mente puesta en Londres, donde en los próximos días competirá con la premisa de intentar volver a ser el humano más rápido del planeta en su distancia favorita: los 42,195 metros. "La maratón es muy linda. Tengo mucho tiempo para prepararla y concentrarme en la carrera. La disfruto mucho más. La media maratón, en cambio, es muy corta y tenés que correr mucho más exigido", concluye.

La presentación de Ultra Boost convirtió, por un puñado de horas, al viejo edificio de JP Morgan, de Nueva York, en un verdadero laboratorio de pruebas donde cerca de 100 invitados pudieron apreciar las virtudes del nuevo calzado de Adidas. El lanzamiento que en Estados Unidos se realizó en febrero pasado, desembarcará en la Argentina a mitad de año, promete seguir revolucionando el mercado del calzado especializado para running, a partir de una sensible mejora en el confort y la amortiguación. "La tecnológica juega un papel preponderante para romper récords", dice Wilson Kipsang, una de las figuras junto con David Villa, Johan Blake, entre otros.



