La tecnología permite personalizar los procedimientos según cada paciente y aumentar las chances de éxito; sus oportunidades, límites y desafíos, según los expertos
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Carolina -para la publicación de esta nota se decidió cambiar su nombre para proteger su identidad- tenía 34 años cuando decidió emprender, junto a su pareja, su búsqueda para convertirse en madre, en julio de 2024. Tras varios intentos fallidos de concebir de forma natural, acudieron a tres centros de fertilidad y probaron distintos tratamientos. Ninguno funcionó. Angustia, ansiedad y frustración fueron algunas de las sensaciones que vivieron en aquellos meses.
Todo cambió cuando encontraron una clínica equipada con última tecnología y un elemento clave: inteligencia artificial (IA).
El tratamiento elegido fue la Fertilización In Vitro (FIV) y, luego del proceso de estimulación y punción ovárica, la IA fue utilizada para analizar y seleccionar el embrión con mayor probabilidad de implantación. “Nos brindó tranquilidad en un momento de alta ansiedad”, cuenta Carolina a LA NACION. La transferencia fue realizada con éxito en abril, y hoy Carolina espera la llegada de su primer bebé.
Por su parte, Melisa, de 38 años, aún desconoce si quiere ser madre. Sin embargo, optó por congelar óvulos. “Mi búsqueda tiene que ver con animarme a frenar un poco el tiempo y a ganarle al tiempo”, confiesa. En su caso, la IA permitió determinar cuántos óvulos tenían potencial para convertirse en embriones. “Es asombroso”, dice a este medio.
Las técnicas de reproducción asistida representan uno de los grandes avances de la medicina moderna. La FIV es una de las más utilizadas y, desde su surgimiento a fines de los 70, ya han nacido más de 10 millones de niños en todo el mundo, según un artículo publicado por la University College of London.
Sin embargo, la tasa de éxito de estos tratamientos se mantuvo casi constante en un 30%, sin cambios notables en la última década, de acuerdo a una publicación del Journal of Reproduction & Infertility. A su vez, un informe de la Princeton Medical Review revela que, en 2019, los resultados positivos de la FIV en menores de 35 años -rango etario con mayor probabilidad de embarazo- fue solo del 46,7%.
En este escenario, la IA emerge como una solución para no solo personalizar los tratamientos según cada paciente, sino también aumentar sus chances de éxito.“La IA podría mejorar significativamente los resultados de los tratamientos de fertilidad al actuar en tres áreas clave: selección, especialmente de embriones; personalización de los esquemas de estimulación (tiempo, dosis a recibir y tipo de fármaco), y elección del mejor momento para transferir el embrión; y eficacia, con una reducción del número de ciclos necesarios para lograr embarazo, reducción de costos y menor carga emocional y física para los pacientes”, comenta a LA NACION Romina Pesce, jefa de la Sección de Fertilidad y Reproducción del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Nuevos horizontes
Si bien se trata de un campo en pleno desarrollo, ya son varias las compañías y centros de salud que decidieron incursionar en esta tecnología de vanguardia. Una de ellas es la startup canadiense Future Fertility, que cuenta con un software capaz de analizar variables invisibles para el ojo humano y evaluar el potencial reproductivo de los óvulos. El algoritmo fue entrenado con más de 150.000 imágenes de óvulos y sus correspondientes resultados, obtenidos en más de nueve países. La herramienta ya supera en un 28% las evaluaciones manuales de embriólogos al predecir qué óvulos llegarán a blastocisto (embrión en una etapa temprana de desarrollo).
“No existe un método estandarizado para evaluar la calidad de los óvulos y la IA ofrece una solución poderosa a este desafío: ayuda tanto a médicos como a pacientes a entender si la calidad ovocitaria pudo haber influido en ciclos fallidos, y permite planificar mejor los próximos pasos”, explica Christy Prada, CEO de Future Fertility. El software realiza dos tipos de informes: MAGENTA™, para la FIV, y VIOLET™, para la congelación de óvulos.

Dicha tecnología está clínicamente validada y ya se utiliza en más de 200 clínicas en 32 países. En la Argentina, se aplica en aproximadamente el 40% de los centros de fertilidad, que equivale a unas 20 instituciones. WeFiv, Procrearte y Fertilab son algunas de ellas.
“Ya se empieza a decir que la IA podría acortar el time to pregnancy, es decir, el tiempo que una mujer pasa hasta que logre éxito, en un 7%. En los resultados por transferencia, tenemos un 18% más de probabilidad de elegir un embrión sano versus si lo elegimos con la morfología convencional”, señala Natalia Basile, directora de Desarrollo en WeFiv.
Otra de las tecnologías clave en WeFiv es el Embryoscope, un incubador con IA, que permite monitorear el desarrollo de los embriones en tiempo real, para una posterior selección. En detalle, la máquina puede observar más de 200 embriones en simultáneo de manera ininterrumpida.
“El embriólogo, personalmente, tarda 26 minutos en elegir el mejor embrión. Cuando usas IA, se tarda un minuto”, detalla Fernando Neuspiller, presidente de WeFiv. Actualmente, WeFiv cuenta con una única máquina de estas características -su valor ronda los US$364.000-, con una capacidad para 16 pacientes. Por cuestiones de presupuesto, el centro combina equipamientos convencionales con modernos.

A su vez, incorporaron Cercle, una herramienta para guiar a los médicos en los primeros pasos de la FIV. “Te dice cuál es el mejor camino a tomar para una paciente en términos de estimulación de la ovulación. Luego, te recomienda qué día dar el último remedio y saber cuándo es el mejor momento para la extracción de óvulos”, explica Neuspiller.
En tanto, el centro Procrearte acaba de lanzar Procreartech, un área dedicada a la evaluación de tecnologías disponibles y su viabilidad de implementación en procesos clínicos, como selección ovocitaria y embrionaria y monitoreo de desarrollo folicular. “Venimos trabajando en los últimos años con herramientas de IA para complementar la evaluación de ovocitos y embriones. Actualmente, estamos en proceso de implementación de un sistema para la automatización del recuento folicular durante las ecografías transvaginales”, expresa Santiago Rey Valzacchi, CEO de Grupo Procrearte.
“Estos sistemas, basados en análisis de imágenes, se han incorporado al trabajo diario de nuestro equipo de embriología para aportar mayor objetividad y como herramientas predictivas”, continúa. Y asegura que los resultados iniciales son “alentadores” en lo que respecta a estandarización de procesos y optimización del tiempo de análisis.
Robótica
Pesce, del Hospital Italiano, destaca el avance de la robótica en los tratamientos de fertilidad. “La robotización permitió automatizar distintos procesos asistenciales. Lo más significativo es la manipulación robotizada de la Inyección Intracitoplasmática de Espermatozoides (ICSI), con una precisión similar a la de un especialista en forma manual”, profundiza la experta. De hecho, en abril tuvo lugar el primer nacimiento de un bebé producto de una inyección de ICSI realizada por un robot, en la clínica Hope IVF de Guadalajara, México.
Por este motivo, Pesce imagina un futuro con laboratorios “prácticamente automatizados”, que combinen IA y robótica, y sistemas optimizados de guardado de estructuras biológicas, con predicción de viabilidad a largo plazo. Actualmente, el área de Medicina Reproductiva del Hospital Italiano se encuentra en proceso de exploración y valoración de estas tecnologías.
Desafíos y limitaciones
Los especialistas consultados por LA NACION subrayan que, a pesar de que el futuro parece prometedor, todavía la tecnología tiene un largo camino por recorrer. “Es necesario continuar generando evidencia clínica sólida para confirmar su impacto directo en la tasa de nacido vivo”, asevera Rey Valzacchi.
“Se requieren más ensayos clínicos multicéntricos para confirmar resultados a gran escala”, agrega Pesce.

Entre los principales desafíos, el artículo Ethics of artificial intelligence in embryo assessment: mapping the terrain puntualiza sobre la falta de transparencia en los modelos de IA, que funcionan como “cajas negras” y, muchas veces, no es claro cómo un algoritmo llega a una decisión determinada.
Bajo esta línea, los expertos destacan que la función primordial de la IA debe ser complementar a los equipos médicos. “El principal desafío es entender que la IA es una herramienta de apoyo, no un reemplazo de la experiencia clínica. Una dependencia excesiva sin la validación del profesional podría generar riesgos”, advierte Rey Valzacchi.
“El uso de IA en fertilidad debe estar siempre guiado por principios éticos: transparencia, supervisión clínica y respeto por la autonomía del paciente”, concluye Prada.
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