
Este año la enfermedad se observó en todos los departamentos de la provincia; Norma Formento, especialista del INTA, planteó estrategias de manejo
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Durante 2005, en Entre Ríos detectaron roya de la soja en los 17 departamentos, con sintomatología leve a moderada, que obligó a hacer tratamientos en algunos cultivos
Norma Formento, técnica de la Estación Experimental Agropecuaria Paraná del INTA, analizó la situación de la enfermedad en Entre Ríos desde la aparición del hongo hasta su dispersión a lo largo de toda la provincia; también planteó estrategias de manejo para enfrentar la enfermedad en la campaña 2005/06.
Formento fue clara: "La roya no es un invento de los fitopatólogos, sino que está en la provincia de Entre Ríos y en pocas semanas puede avanzar hasta abarcar toda el área sojera del país", disparó.
Sin embargo, aclaró que en la campaña anterior se logró combatir la enfermedad con éxito, a pesar de que abarcó al 100 % de los departamentos de la provincia. De los 17 distritos, en 16 la enfermedad fue de carácter agudo, avanzando a una velocidad tal que en tan sólo siete días llegó desde Concordia a Gualeguaychú, a 300 kilómetros de distancia.
La investigadora apuntó que "lo más importante por considerar son los niveles de severidad con que se presenta" (cuantas pústulas hay por folíolo de las plantas), ya que si bien se distribuye uniformemente por el viento, se desarrolla más intensamente en condiciones de alta humedad y bajas temperaturas.
En 2004, debido a la discontinuidad de días favorables y a la diversidad de fechas de siembra, la severidad fue de leve a moderada. Por efecto de la humedad foliar, las pústulas no se distribuyeron como se esperaba en las hojas, en la cara inferior y sobre las nervaduras, sino que se ubicaron en forma aleatoria sobre toda la superficie de la lámina.
No pudo evitarse
Formento habló en una jornada CREA del Litoral Sur, en Galarza, Entre Ríos. Allí explicó que la aparición de la roya en esta provincia no pudo evitarse, ya que la Argentina está rodeada de países como Bolivia, Brasil Uruguay y Paraguay, donde el inóculo está presente antes por las siembras más tempranas. Además, en Bolivia hay soja todo el año. "Mientras haya roya en los países limítrofes vamos a estar expuestos a ella", anticipó la especialista.
Los otros agentes de dispersión de la roya son el kudzu y la soja guacha. La primera es una leguminosa hospedante que siempre tiene roya asiática. No se elimina fácilmente con herbicidas, porque sus raíces pueden llegar a los nueve metros de profundidad.
En el caso de las sojas voluntarias, al llegar a sus últimas etapas de desarrollo generalmente muestran una severidad del 100%. Además, la existencia de pústulas en invierno genera poblaciones locales de roya, sin depender de la que llegue de otras regiones.
En 2005, en la soja de segunda y en resiembras, la roya se adelantó 50 días con respecto a 2004. Además, no se inició donde se esperaba (el NOA y el NEA), sino en Entre Ríos.
"La enfermedad apareció principalmente en estados reproductivos avanzados -R5 a R8- afectando fundamentalmente a los lotes sembrados del 15 de noviembre al 15 de diciembre y a algunas siembras tardías de enero, mientras que los de septiembre y octubre no fueron atacados", detalló Formento.
Las primeras detecciones ocurrieron en Concordia, el 2 de marzo, y para el 9 de ese mes ya se observó en Gualeguaychú. La zona más afectada fue San José de Feliciano, donde se produjeron pérdidas de hasta el 28%, dado que el 5 de marzo se detectó la enfermedad y sólo se pudo pulverizar el 17 debido a las lluvias.
Manejo de la enfermedad
"La actitud de los productores frente a la enfermedad fue variable en 2004 y 2005: algunos comenzaron a aplicar fungicidas preventivamente, otros dudaron de la existencia o de la severidad de la enfermedad y otros decidieron monitorear para aplicar el control químico una vez confirmada la presencia de la roya en un lote", agregó Formento.
Según explicó, el manejo de la enfermedad en el corto plazo debe basarse en la aplicación de fungicidas. En el mediano y el largo plazos se podrán desarrollar variedades resistentes o tolerantes, aunque en Brasil se observó que el patógeno puede quebrar la resistencia genética muy rápidamente.
Si se detecta temprano la aparición de esporas en el cultivo, el riesgo de ataque es del 100%. En R1 y R2 hay que seguir monitoreando y se puede aplicar un fungicida. Si las pústulas son pocas, se puede hacer un tratamiento que proteja hasta R3 o R4, pero luego deberá volver a hacerse otra aplicación en R4 o R5.
"De acuerdo a la situación, hasta tres aplicaciones pueden ser necesarias de acuerdo a la residualidad de los productos. Hay que lograr penetrar en la canopia del cultivo, lo que no es fácil en la soja", advirtió la investigadora.
Una vez aplicado el fungicida, para saber si fue eficaz hay que esperar 10 días y ver hojas de los tres tercios de la planta (superior, medio e inferior). Este trabajo no se puede realizar eficazmente a campo -a veces las pústulas no se ven ni con lupa de 20 aumentos- sino que las hojas deben ser revisadas en el laboratorio. "Se deben tomar al menos 10 folíolos de cada tercio, aunque el inferior es el menos interesante, porque allí la pulverización es menos eficiente y puede llevar a tomar la decisión de aplicar fungicidas cuando en realidad no sería necesario", explicó.
Formento recomendó combatir las plantas de sojas guachas, que tienen un crecimiento desmesurado a partir de pérdidas de camiones y semillas que quedaron en el rastrojo y germinaron después de la cosecha. Para combatirlas hay que dejar que el invierno las seque y después aplicar un herbicida sobre las plantas que quedaron.
En el cultivo es muy necesario hacer un monitoreo constante desde R1, con controles en laboratorios como el de la EEA Paraná.
Llegó para quedarse
La investigadora anticipó que en la Argentina la roya asiática seguirá el patrón de distribución y su característica de enfermedad endémica, como ocurre en Asia y Australia. En Entre Ríos, las condiciones climáticas son muy favorables para la vida del patógeno.
En cuanto a la creación de variedades resistentes, se enfrenta el problema de la capacidad del patógeno de mutar naturalmente y formar biotipos capaces de atacar cultivares resistentes, como ha sucedido en Brasil.
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