
La experiencia de Elba Guidi, en Pergamino, que inició este negocio para complementar la producción rural
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PERGAMINO.- Elba Susana Guidi, siempre quiso dedicarse a la cría de chinchillas. Durante la década del 90 se orientó hacia este emprendimiento,e con el objetivo de poder complementarlo con la producción agropecuaria, su actividad principal.
En 1998, a partir de las visitas que realizó a varios criaderos y de la información publicada en diarios y revistas, decidió junto a su hija, María Susana, iniciarse en este microemprendimiento, que puede ser la fuente de ingreso de cualquier grupo familiar. Elba veía en la actividad interesantes ventajas comparativas respecto del resto de las producciones alternativas, tanto en la comercialización de las pieles como en lo que se refiere a sanidad.
En mayo de 1999, durante la convertibilidad, invirtieron 30 mil dólares entre infraestructura y la compra de las 15 familias a un criadero de Humberto Primo, Santa Fe, a un costo de mil trescientos dólares por familia, con jaulas y asesoramiento técnico incluidos.
El criadero, llamado San Francisco, cuenta hoy con 270 hembras en cría, y se encuentra en un campo cercano a la localidad de Rancagua, a 15 kilómetros de Pergamino. Posee un galpón de 140 metros cuadrados y un equipo de aire acondicionado de tres mil calorías, que se enciende en verano, cuando la temperatura supera los 25 grados (el calor afecta a las chinchillas).
Reproducción
Según describió Elba, dentro de las chinchillas existen dos especies, una estándar y otra mutante. La estándar tiene el cuerpo de color gris y negro (en degradée), y panza blanca; mientras que las mutantes tienen el cuerpo negro y la panza blanca. Es vital para su reproducción que se crucen las dos especies diferentes entre sí.
Las hembras tienen dos ciclos reproductivos al año, de 111 días cada uno, llamados celo fuerte y celo débil. El fuerte comienza en septiembre y se prolonga hasta noviembre, y durante el mismo una madre puede llegar a tener 5 gazapos. En celo débil, que se produce en otoño, puede tener 2 o 3. "En promedio, cada hembra tiene 2,5 gazapos", indicó Elba, que lleva un estricto control del criadero, un registro familia por familia, hembra por hembra, siempre anotando la cantidad de gazapos que se reproducen en ambos ciclos.
Para ella, es conveniente tener alejados a los gazapos de las madres. Se los desteta aproximadamente entre los 60 y 70 días, momento en que se encuentran fuertes para soportar el estrés, y se los ubica en jaulas individuales.
Por día se les suministra entre 25 y 30 gramos de un alimento balanceado de Paraná; la bolsa de 25 kilos cuesta 26 pesos. Dos o tres veces por semana se les da alfalfa (en fardos) que ronda los ocho pesos, y avena.
Las chinchillas son sanas, se las desparasita una vez al año y como enfermedades posibles pueden llegar a tener conjuntivitis o diarrea, pero la clave de la actividad está en la buena alimentación.
En cuanto a la crianza, sólo hay dos días a la semana que son de mayor trabajo, ya que se las baña con polvo de carbonato, se limpian las jaulas, se les pone viruta nueva y se les cambia el agua.
Las Guidi coincidieron en que la cría de estos animales es una actividad que puede ser llevaba a cabo por cualquier persona, pero siempre teniendo las precauciones necesarias de sanidad e higiene. El criadero realiza dos veces al año el trabajo de curtiembre. "A los once meses es el momento para matar al animal, justo cuando la pigmentación se extiende, hacia la punta y toma un color rosado; ése es su esplendor máximo y no hay que desaprovecharlo, si no habrá que esperar nuevamente algunos meses más", cuenta la emprendedora. Y continúa: "Luego sacamos la carne, estaqueamos durante 72 horas las distintas pieles, para que se vayan secando, y las envolvemos con papel de diario, en pilas, durante una semana, antes de llevarlas para su venta".
Exposiciones
San Francisco participó en AgroActiva 2002 de Pergamino, y en varias exposiciones a campo. Actualmente vende sus pieles curtidas a acopiadores-intermediarios de la Capital Federal, que luego son los que se dedican a exportar. Las primeras ventas tuvieron como destino Dinamarca e Italia.
También se puede vender las pieles sin tratamiento a las curtiembres y éstas se ocupan de ese trabajo.
"La piel de una mutante es de mayor calidad que la de una estándar; hoy un cuero oscila los 35 dólares promedio, teniendo en cuenta entre los de muy buena, buena y regular calidad", comentó Elba. Y recordó: "En el año 2000, junto con otros doce productores de la zona, tomé contacto con la Secretaría de la Producción de Pergamino, para solicitarle que realizara conexiones en el exterior para poder exportar directamente, pero finalmente todo quedó en la nada".





