El "Diccionario gauchesco", un nuevo libro de José Gobello
"Qué triste la vida del gaucho: siempre hablando en verso", dijo una vez, con humor, Macedonio Fernández.
Bromas aparte, esta frase indica la importancia de nuestra literatura gauchesca en lo que toca a la difusión del lenguaje de nuestro jinete de las pampas. Bien lo sabe el incansable lexicógrafo José Gobello, que ha reunido en su recién publicado "Diccionario gauchesco" un valioso repertorio de voces camperas.
Gobello, a quien todos conocen por su famoso e imprescindible "Diccionario del lunfardo", piensa que carece de relevancia el hecho de que algunos de los vocablos recogidos se sigan escuchando o no.
A su juicio, las palabras adquieren verdadera significación cuando son fijadas en un texto literario.
Viejo conocedor de la literatura clásica, sabe que no puede decirse que el latín sea una lengua muerta, ya que basta abrir un libro del poeta Virgilio para que al punto cada palabra reviva con fuerza ante los ojos del lector.
Lo mismo ocurre con los términos que surgen de las páginas de José Hernández, Hilario Ascasubi, Bartolomé Hidalgo, Estanislao del Campo o Güiraldes.
Hacerse entender
"Un vocabulario gauchesco -afirma- no nos hace falta para hacerse entender a los gauchos, porque ya no los hay, ni a los paisanos, que saben hacerse entender de cualquier modo, pero sí para entender y disfrutar una porción óptima, y a veces excelsa, de la literatura argentina."
Por ello, Gobello imagina a los diccionarios como auxiliares del lector, no del oyente.
Para confeccionar este diccionario se dedicó con ahínco a repasar uno a uno los textos clásicos de la literatura gauchesca: "A medida que iba leyendo subrayaba algunos vocablos y buscaba la acepción que le daba el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española". Descubrió, pues, que la mayoría de las palabras era de origen peninsular y las pocas que no lo eran tenían procedencia mapuche, quechua o guaraní.
Otro hecho que hay que tener en cuenta es que la literatura gauchesca no ha sido escrita por gauchos, sino por gente culta que elaboró un lenguaje que tuvo muy poco de espontáneo.
En cuanto a la oralidad de los gauchos reales, como no escribían obras literarias ni existían los registros fonográficos sólo puede decirse que se trataba de un habla rústica heredada de los primeros colonizadores, salpicada de arcaísmos, neologismos y voces indígenas americanas.
Modos de decir
En el prólogo a su libro, Gobello se detiene en señalar los vicios de dicción y peculiaridades fonéticas de los paisanos: decir juir por huir, dijunto por difunto, güeno por bueno.
La literatura gauchesca, que había comenzado a perfilarse a partir de la Revolución de Mayo, con los cielitos, y alcanzado su culminación en 1926, con la publicación de "Don Segundo Sombra", de Ricardo Güiraldes, cumplió su ciclo. "Sus características superficiales -comentó Gobello- estuvieron presentes por muchos años más en obras de mayor o menor popularidad, pero de muy inferior calidad."
Aunque Gobello desconfía de frases como "ser nacional" o "identidad nacional", no hay duda de que si hay algo parecido a lo que pretendían definir esos conceptos una vez de moda, pocos más aptos para desentrañarlo que este lingüista a quien Ernesto Sabato definió una vez como el "Menéndez Pidal del lunfardo".
El libro ya salió a la venta. Para más información, comunicarse con la Academia del Lunfardo por el 4383-2393.