
Floreciente: en campos de Camboya son cada vez más los habitantes que disfrutan de una vida mejor criando los animales para aprovechar su piel y también su carne.
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SIEM REAP (AP).- No hay duda de que el negocio conclleva sus peligros, pero las ganancias pueden alcanzar más de un mil por ciento de la inversión inicial. Se trata de la cría de cocodrilos, una de las actividades económicas de mayor éxito en la Camboya actual.
Claro que si se descuida, el negocio se lo puede comer a uno, según observa Nao Thuok, un funcionario del gobierno que promueve la cría de tales reptiles entre los agricultores camboyanos.
La cría puede ser muy peligrosa si uno no reconoce las situaciones de peligro, cuando los reptiles protegen a sus recién nacidos o cuando están realmente hambrientos, indica el funcionario, al que los agricultores llaman en broma "El cocodrilo humano".
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Cuatrocientos criaderos
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Nao Thuok, subdirector del Departamento de Pesca, dice que se han establecido más de 400 criaderos en toda Camboya, la mitad de ellos en esta provincia noroccidental de Siem Reap.
Con excepción de la granja estatal de Siem Reap, con sus 450 animales, la mayoría de los criaderos son pequeños, con 10 a 20 cocodrilos en pequeñas parcelas. Se han popularizado chistes sobre borrachos que saltan una cerca y se topan con las fauces amenazantes.
Pese a que los cocodrilos son considerados especie en peligro de extinción, las perspectivas para su cría parecen promisorias. Nao Thuok, que ha criado cocodrilos durante 18 años, dice que Camboya probablemente firmará este año la Convención sobre el Comercio Internacional de las Especies en Peligro de Extinción. El pacto permite la exportación regulada de la piel de cocodrilos criados comercialmente, y calcula que las ventas al exterior podrían brindar 20 millones de dólares.
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Contacto
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Compradores europeos y japoneses ya han tomado contacto con el vivero estatal de Siem Reap en busca de un suministro regular de pieles para la confección de carteras, cinturones, zapatos y otros artículos.
Pero aún hoy día, las pieles que obtienen algunos operadores privados se envían de contrabando a las vecinas Tailandia y Vietnam. Después de sobrevivir el brutal régimen del Jmer Rojo, Nao Thuock observó cómo la gente local criaba cocodrilos, pasó algún tiempo en una granja en Cuba y escribió una tesis sobre el potencial de la cría de cocodrilos en los sectores rurales de Camboya. Calculó que los viveros privados podrían ganar hasta un 1350 por ciento del costo, y los viveros estatales, menos eficientes, una tercera parte de ese total.
Sam Rithya, criador en Siem Reap, dice que compró 100 cocodrilos pequeños por el equivalente a 34 dólares cada uno en 1994, y que recientemente le ofrecieron más de 30.000 dólares por su operación.
Dice que los animales requieren poco espacio y cuidado, tienen una baja tasa de mortalidad y pueden ser alimentados con peces del lago Tonle Sap, que se encuentra cerca de aquí.
Aunque los cocodrilos pueden llegar hasta los 80 años, el mejor momento para la matanza es a los 3 años, cuando alcanzan un promedio de 1,50 metro de longitud. A partir de entonces, su tasa de crecimiento se reduce y aumenta su apetito. Camboya también tiene la ventaja de que cuenta con una amplia población de cocodrilos salvajes, que permite asegurar la vitalidad genética de los criaderos.
Al igual que todas las especies de la otrora prolífica fauna camboyana, los cocodrilos se han visto en peligro, aunque todavía pueden hallarse en 14 de las 19 provincias del país. Nao Thuok calcula que en las selvas camboyanas quedan unos 10.000 cocodrilos de agua dulce, en tanto que la variedad de agua salada está prácticamente extinguida.





