TANDIL. - En el sentido común de los argentinos existe una regla casi inviolable que sostiene que el país se puede paralizar por un River-Boca o por la presencia de la selección nacional en un encuentro internacional. Sin embargo, en la historia que aquí se contará es la estrella del fútbol la que deja de brillar y cede su protagonismo en favor de... ¡la cosecha!
La máxima prácticamente invencible que todo amante de una camiseta pregona no tiene demasiado arraigo, por una cuestión muy sencilla, entre cientos de productores de Tandil y varios partidos vecinos.
No es que la pasión por la redonda, que seguramente también tienen bien grabada en el alma, disminuya su intensidad, sino que el calendario de cada año, al señalar diciembre y enero, los "intima" a suspender su participación en la Liga Agraria de Fútbol Zona La Boca para ir tras la cosecha de sus cultivos.
El ritual de las sucesivas generaciones de chacareros siempre se repitió desde 1964, fecha en la que se fundó esta liga amateur de fútbol, y fue el factor de convocatoria, domingo tras domingo, de toda la familia campesina.
Si bien en la actualidad un alto porcentaje de jugadores no corresponde exclusivamente a productores, cualquier persona que manifieste su intención de jugar en esa entidad tiene que demostrar algún antecedente o relación con el campo.
Con lenguaje propio
La memoria de esta liga no es abundante en datos históricos. Pero el recuerdo de Alberto Zamora y Gustavo Montero, presidente y vicepresidente, respectivamente, de la entidad, alcanza para decir que sus orígenes se escribieron en un paraje próximo a Tandil que era conocido con el nombre La Boca.
Aun cuando podría ser difícil establecer una línea cronológica de la evolución del fútbol agrario de esta entidad, hay dos datos que son ineludibles: año tras año, esta institución logró hacer de su crecimiento una eterna costumbre y conquistó la adhesión de los productores.
De sus seis equipos fundadores -La Pastora, Los Huesos, El Amanecer, Paulo Acosta, Santa Teresa e Iraola- surgió la semilla que hizo trascender a una liga que en sus comienzos, y aun por varios años, sólo aceptó entre sus filas a los chacareros.
Fue precisamente el entusiasmo de los hombres de campo, que llegaban hasta la cancha a caballo o en tractor, lo que provocó una rápida difusión y multiplicación de los equipos, hasta el punto de que ahora la liga agrupa a dieciséis.
Los primeros jugadores no tenían un entrenamiento físico para presentarse en el partido de los domingos. Apenas aspiraban a divertirse y compartir, productores y peones mezclados, un momento de esparcimiento después del arduo trabajo de la semana.
El clásico de los clásicos
En aquellos primeros partidos también se fue cultivando la rivalidad entre los equipos. Pero nunca se generaba un enfrentamiento agresivo, sino constituido por cargadas y chistes, ya que en muchas oportunidades se enfrentaban familias que residían en parajes muy cercanos entre sí.
De esos choques aparecieron rivalidades que aún existen, como las que mantienen los clubes El Solcito y El Hornero; Las Toscas y De la Canal, o El Solcito e Iraola.
No obstante, el superclásico más esperado siempre fue Colonia Mariano Moreno versus Ferroviarios de Gardey. Hecho de una competencia por campeonatos ganados y una paternidad que todavía no terminó de perfilarse, este clásico de los clásicos actualmente también es capaz de alterar los ánimos de los productores.
Precedido de un "calentamiento" verbal que cruza de hincha a hincha y de familia a familia, pero nunca sin doble intención, este superclásico también es un ejemplo contra la violencia en el fútbol argentino: jamás las autoridades de la liga tuvieron que solicitar la presencia de la policía para ofrecerle seguridad al público de las canchas.
Conspiran contra cualquier dis-turbio o incidente las fuertes sanciones del reglamento, que llegan a una pena máxima de un año de inactividad para el jugador que agrede al árbitro. También hay una multa de 500 pesos para el que pretenda, después del año de exilio obligado por el golpe al referí, volver al fútbol.
En busca de un Maradona
Los cálculos de los directivos de la entidad no son unánimes cuando se trata de hablar del mejor jugador de toda la historia de la liga agraria. Hay, sin embargo, algunos indicios, como el nivel de goleo y la calidad de las gambetas, que clasifican a Oscar Bordagaray, del club Iraola, en la categoría "uno de los mejores de todos los tiempos".
Otros señalan a Carlos García, jugador de Azucena y último goleador con un registro de 22 conversiones en la red, como una gran figura.
Pero la búsqueda de un Maradona aún persiste en esta entidad que supo extenderse con la creación de más categorías, como las destinadas para el fútbol infantil, y jerarquizarse con la participación actual de más de 1000 afiliados.
Después de 36 años de una constante trascendencia para el fútbol de Tandil y de partidos como Ayacucho, Rauch, Necochea y Lobería, la Liga Agraria Zona La Boca, que todavía conserva entre sus filas a un buen número de productores, es la excepción de una vieja norma de cualquier hincha, ya que aquí "el mayor rating" siempre lo tiene la cosecha.