Además del sur provincial, en el este mendocino la actividad pecuaria y la producción forrajera está ganando terreno en viñedos como alternativa de diversificación; destacan que hay 7 millones de hectáreas con aptitudes para su desarrollo
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MENDOZA.- Volver al origen, a la ganadería y a los forrajes. Una tendencia que empieza a asomar en tierra mendocina, donde siempre se ha mostrado al vino como lo más importante o redituable. Así, en medio de la crisis de las economías regionales y del golpe a los pequeños productores vitivinícolas, hay quienes se están animando al cambio y no dejan de preguntarse por lo que puede venir: ¿uvas por vacas? Más allá del sur provincial, donde la producción ganadera viene creciendo en los últimos años, la iniciativa ya comienza a tomar forma al menos en la zona este local, que abarca los departamentos de San Martín, Junín, Rivadavia, Santa Rosa y La Paz.
Este oasis productivo provincial, de casi 20.000 kilómetros cuadrados, donde vive el 15% de los 2 millones de mendocinos, toma cierta distancia de su largo historial agropecuario, donde la vitivinicultura no deja de tener preponderancia, a raíz de la llegada de los inmigrantes que trajeron la vid, aunque cada vez más concentrada en pocas manos. Incluso se observa una posible desaparición de otros cultivos, como la pera, manzana y durazno.
Por eso, vuelve a tomar valor el paisaje de antaño, que acobijaba una incipiente actividad ganadera y de forrajes. En este sentido, ahora, hay quienes trabajan para regresar a esa instancia, teniendo en cuenta la reducción que empezó a evidenciarse en superficies cultivadas con vid en los últimos años, cercana al 25%. Asimismo, se registran cada vez más parcelas en estado de abandono, las cuales tienen derecho a riego, proveniente del rio Tunuyán inferior, de acuerdo con datos del Departamento General de Irrigación.
“Lo que se está dando con los viñateros, sobre todo en aquellas fincas bajo riego, en las cuales la agricultura pasa a ser marginal, por diferentes causas, entre ellas climáticas o calidad de suelo, está ingresando la actividad ganadera, y logrando poner con algo productivo todas esas hectáreas. Esto se está viendo en la mayoría de los departamentos de la provincia. Hay un fuerte reclamo en la zona Este, en sitios con derecho de riego, donde buscan tener un fin ganadero, de expansión”, comentó a LA NACION Damián Carbó, director de Ganadería de Mendoza, quien además destacó el incipiente desarrollo de ganadería bajo sistema de pivot, que consiste en perforaciones para riego por aspersión, que generan hasta 150 hectáreas con buenos índices de alfalfa, ya sea para producción de semillas, fardos o pastoreo directo.
La actividad ganadera está desarrollada casi en el 94% de la superficie de Mendoza, alrededor de 9 millones de hectáreas; esto es ganadería extensiva en zonas de secano. Así, por ejemplo, en cuanto a la zona Este hay un proyecto de un acueducto, que está en la etapa de revalidación, que permitirá potenciar, principalmente, el departamento de La Paz, ya que tendrá mayor cantidad y calidad de agua, con casi tres troncales, abarcando a casi 90% de los productores. “Esto traerá un desarrollo productivo importante; las vacas tendrán mejores índices productivos, entre ellos mayor porcentaje de preñez”, señaló el funcionario.
Para los especialistas consultados por este diario, se trata de tierras cuya situación es de privilegio en zonas desérticas como la mendocina. A esto se debería sumar una gran cantidad de pozos que usan alternativamente para extraer el agua de la superficie, que se encuentran también en muy mal estado de conservación, otros sin poder utilizarse o averiados.
“Frente a esta situación, hemos detectado la existencia de aproximadamente 7 millones de hectáreas con aptitudes ganaderas en toda la provincia, de las cuales podemos resaltar la región que se encuentra en los departamentos del Este. Los suelos arenosos, francos arenosos, con vegetación adecuada a lo que consumen los animales de cría”, contó a LA NACION, María Gabriela Lizana, presidenta de Aproem (Asociación de Productores del Oasis Este de Mendoza) y directora BICE Fideicomiso, quien considera estar frente a una posibilidad real para los productores. Incluso ya hay pequeños viñateros interesados en dar el salto.
“Hemos realizado varias reuniones con expertos, productores con experiencias positivas y negativas, consultado a organismos técnicos, y después de analizar nuestro potencial, creemos sumamente necesario promover esta actividad, incluso en reemplazo de otras que muestran un inminente agotamiento en sus fases de crecimiento, y alto nivel de concentración creciente con expulsión de pequeños y medianos productores, incluso sin controles frente a la deslealtad comercial instalada hacia los eslabones más débiles de las cadenas agroalimentarias”, apuntó la dirigenta.
Hoy por hoy, sobre todo en el sur provincial, en las comunas de General Alvear y San Rafael, existen explotaciones ganaderas. Se realizan en forma extensiva, pero dichos alimentos, forrajes naturales, no son constantes, por lo que la actividad resulta ser riesgosa.
Por eso, los especialistas indican que los componentes clave como el agua, con una política de eficiencia hídrica, la energía, incluida la alternativa, y la infraestructura vial permiten imaginar un futuro más ligado a las actividades de forraje y ganadero.
Datos
Actualmente, el consumo de carne en Mendoza es de aproximadamente 400.000 novillos gordos anuales, de los cuales solo la cuarta parte se produce en tierra cuyana, con una faena de sólo 50.000. “El potencial de mercado interno es promisorio, sin contar con el gran potencial también exportador, por la ubicación geográfica de la provincia; y su cercanía a Chile”, indicó la titular de Aproem.
Bajo este escenario de posibilidades, Mendoza cuenta con entidades gubernamentales con un importante conocimiento sobre el desarrollo de pasturas y forrajes. De hecho, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) cuenta con profesionales capacitados, con experiencia en la investigación y aplicación de técnicas para optimizar las plantaciones. “Son ellos mismos los que nos animaron también, a entender que nuestras tierras son aptas para este desarrollo”, se entusiasman en la zona Este.
De hecho, en los últimos días se firmó un acuerdo entre los municipios de Lavalle, Santa Rosa y La Paz para conformar un consorcio, y de esta manera actuar como facilitadores en la promoción de esta actividad en la zona, y desde donde se gestionarán también recursos que contribuyan con los productores para iniciar estas actividades.
Claro está que para avanzar con este objetivo se hace imperiosa la instrumentación de políticas públicas que sostengan el arraigo en la zona rural, algo que se pierde de manera constante, generándose así mayor crecimiento en los centros periurbanos, donde se incrementa la desocupación y la pobreza.
“El recambio generacional es muy bajo. No existen estímulos suficientes para que los jóvenes quieran dedicarse al trabajo genuino de cultivar la tierra, y no todos pueden elegir continuar una carrera profesional. El paisaje cultural de nuestra zona también se está perdiendo”, advierte Lizana, quien está convencida de la necesidad de generar alternativas de producción local, con el acompañamiento privado, pero también público. De hecho, hay especialistas que analizan que este desarrollo mendocino podría replicarse en otras zonas del país.
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